El Ejército de Pinochet ocupa las calles de Santiago
Miles de soldados -en camiones militares, tanquetas y otros vehículos artillados- patrullaban ayer una semidesierta Santiago, en el segundo día de la más importante huelga general organizada por la oposición chilena contra la dictadura del general Augusto Pinochet. Barricadas con piedras, árboles y basura y fogatas hechas de neumáticos y madera impedían el tráfico, en las zonas periféricas, mientras la ciudad era sobrevolada por helicópteros. Las calles presentaban un aspecto desolado, pero, a medida que transcurría el día, la capital fue recobrando un aspecto de normalidad en algunos sectores.
Juan Luis González, presidente de la Asamblea de la Civilidad, dijo en una conferencia de prensa que la paralización tuvo "una magnitud gigantesca, inesperada. El país, por primera vez masivamente, se puso en pie y en unidad. Chile detuvo su marcha para mostrar a las Fuerzas Armadas la necesidad del retorno al Estado de derecho".González y otros dirigentes de la Asamblea afrontan ahora un proceso judicial solicitado por el Gobierno, que les considera responsables de la "alteración del orden público" por ser los organizadores de la huelga, cuya convocatoria ha sido respaldada por todos los partidos de la oposición al régimen. El dirigente, un médico democristiano, culpó al Gobierno de la violencia e hizo un llamamiento a las Fuerzas Armadas y a la policía a "evitar ser arrastradas a la represión". Agregó que la campaña de movilización iniciada por la Asamblea terminará "con el retorno a la democracia" y consideró que la paralización es "el principio del principio".[Charles Redman, portavoz del Departamento de Estado norteamericano, condenó ayer la violencia registrada en Chile durante las jornadas de huelga y señaló que EE UU apoya "una transición pacífica a la democracia", en dicho país suramericano, informa France Presse].
El segundo día de la huelga general comenzó ayer con el parte de guerra de la primera jornada: tres muertos, unos 50 heridos -muchos de ellos, de bala-, más de 300 detenidos en la capital y, provincias, 21 atentados, saqueos en comercios, tres autobuses quemados y una paralización cercana al 70%.
La población, desinformada por la clausura de los servicios de notícias de cuatro emisoras de radio contrarias al régimen -Chilena, Carrera, Cooperativa y Santiago-, se mantenía a la expectativa. Los transeúntes formaban grupos en las esquinas y observaban en silencio el despliegue militar, mientras otros buscaban transporte para ir a sus trabajos.
En Concepción, situada a 400 kilómetros al sur de la capital, militares y carabineros ocuparon, de seis a diez de la mañana, las chabolas de Agüita de la Perdiz, donde habitan 300 familias, y practicaron dos detenciones.
Durante la noche del miércoles, el caceroleo fue nítido en algunos sectores residenciales y de clases medias, mientras las calles de la capital aparecían vacías. En la barriada de Lo Hermida, situada al este de la ciudad, los soldados dispararon con el propósito de intimidar a los ruidosos y, desde los vehículos blindados, iluminaron con reflectores las viviendas de las que procedía el ruido de las cacerolas. Más tarde, el recuento de la Comisión Local de Derechos Humanos indicó que hubo 12 heridos.
En la barriada obrera de La Victoria, al sur de Santiago, los militares obligaron a los manifestantes que prendían velas y fogatas a apagarlas con sus cuerpos antes de ser detenidos. Los militares aparecieron cuando la gente encendía las velas en la calle en homenaje a una de las tres víctimas mortales de la primera jornada de huelga, Boris Vera, que vivía en el barrio. El párroco Pierre Dubois dijo que 35 personas sufrieron los efectos de la incursión, entre ellas "un herido grave, que perdió un ojo, y cuatro heridos con balines, entre ellos un muchacho de 14 años".
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