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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Venenoa su alcance

EL ENVENENAMIENTO masivo por productos fabricados por personas que buscan fortuna rápida a costa de la salud de sus conciudadanos se está convirtiendo en un drama cotidiano. El caso de los vinos italianos, que ha causado ya más de 20 muertes y ha infligido un daño incalculable a la economía de un país que es el principal productor de vino del mundo, pone de relieve la gravedad de estas prácticas cuyas consecuencias conocimos con especial contundencia hace cinco años con el caso del envenenamiento masivo por el aceite de colza desnaturalizado.Precisamente hace unos días el fiscal presentó sus conclusiones provisionales contra los presuntos culpables de aquel atentado contra la salud pública, que provocó 583 muertes y afectó en mayor o menor medida a la salud de más de 24.000 personas. Las decenas de miles de años que suman las penas solicitadas por el fiscal contra los principales implicados son sencillamente proporcionales a las dimensiones de aquel crimen contra la salud de toda una nación, ya que el Código Penal sigue castigando con prisión menor a quienes alteran las bebidas o comestibles destinados al consumo público o venden géneros corrompidos cuyo uso sea nocivo para la salud (artículo 346). No se debe olvidar tampoco que, si bien en este juicio se dilucidará la responsabilidad de los supuestos culpables de aquel macabro mercadeo, queda por resolver la responsabilidad política en la que pudieron incurrir quienes entonces ocupaban altos cargos en la Administración, y cuya actuación se investiga en otro sumario. Si la rapidez del funcionamiento de la justicia no ha sido ejemplar en este caso -casi cinco años ha llevado la instrucción del sumario-, al menos no se han cumplido las voces agoreras que indicaban que el caso nunca conseguiría prosperar en los tribunales.

Pero el normal desarrollo de esta causa no debe hacer olvidar algo que el dramático envenenamiento del vino italiano ha vuelto a poner de manifiesto: la amenaza latente que pesa sobre sociedades desarrolladas ante la actuación de desaprensivos que desprecian el derecho a la salud de los ciudadanos. Aunque nadie puede poner totalmente a cubierto de este tipo de maniobras a una sociedad, es importante que la Administración -sea central, autonómica o local- asuma la gravedad de la amenaza y establezca los controles pertinentes que disuadan a negociantes desaprensivos y codiciosos de lucrarse con la adulteración de bebidas o alimentos. Por que en el drama italiano -como ocurriá antes con el escándalo de la adulteración de vinos austriacos o en el caso de la colza- el envenamiento se produce inesperadamente, ya que el fraude habitual no había provocado antes consecuencias tan desastrosas; incluso no había provocado un envenenamiento de dimensiones epidémicas. Porque sin salir de España, donde se conoció un caso de envenenamiento masivo por metanol a comienzos de los años sesenta, en la literatura médica no han dejado de aparecer en estos años casos de ceguera producidos por adulteraciones de orujo con alcohol metílico. En este país, donde las sospechas sobre la honestidad de las copas que sirven muchos establecimientos -algunos de ellos de alto copete- están más que justificadas, es importante que se adopten medidas eficaces e incluso drásticas para terminar con un práctica que, aparte de ser una estafa, puede ser un peligro para la vida de los ciudadanos.

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