Un ataque contra Arafat
La policía tunecina vigilaba anoche discretamente la representación oficial de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en esta capital sita en la calle del Doctor Conseil Velvedere, en el centro de la ciudad, mientras una centuria de jóvenes palestinos, armados con subfusiles ametralladores y apostados en lugares estratégicos, impedían, visiblemente nervisosos, el acceso de curiosos al lugar, pese a estar la calle cortada al tráfico.- A lo largo de la tarde el Ejército y la policía estuvieron tratando de alejar del lugar del suceso a los numerosos curiosos que acudían atraídos por las primeras informaciones. Soldados fuertemente armados disuadían a nativos y extranjeros con subfusiles provistos de bayoneta. Un comandante del Ejército manifestó a EL PAIS que tenía todas las sospechas de que la aviación israelí pretendía atacar al líder de la OLP, Yasir Arafat, ya que estaba previsto para esa hora la presencia del líder palestino en el lugar del suceso. Arafat, según este jefe militar, había retrasado su llegada, pero sin embargo su anunciada visita había congregado en la zona a numerosos palestinos, lo que justifica el alto número de muertos y heridos.
En la primera planta de un edificio, la plana mayor de la OLP en Túnez seguía atentamente ante el televisor un programa especial, vía satélite, de la RAI italiana en el que el líder palestino, Yasir Arafat, se sometía a las preguntas de seis periodistas y condenaba en los términos más duros el ataque israelí de ayer contra el cuartel general de esta organización.
Lo mismo ocurría en el resto de la ciudad, paralizada por lo avanzado de la noche y que presentaba un aspecto silencioso que sólo rompían las ambulancias que trasladaban a los últimos heridos a los centros hospitalarios. La radiotelevisión tunecina había terminado a medianoche sus emisiones, pero los edificios continuaban con las luces encendidas y tras las ventanas se podían divisar los televisores encendidos con los primeros planos de Arafat.
A 22 kilómetros de Túnez, en la zona residencial de Hamman-Plage, unidades de zapadores del Ejército continuaban sin descanso los trabajos del rescate de víctimas y trataban, pese a la dificultad de la noche, de retirar los últimos escombros, ayudados por potentes reflectores. Un regimiento completo se encargaba de estas tareas, al mando de un coronel del Ejército que desde un lugar privilegiado recibía las novedades y ordenaba continuas instrucciones.
Hamman-Plage es una zona residencial al sur de la capital tunecina pegada al mar y poco arbolada que se encuentran a las faldas del monte Bugarnin. Una enorme fila de policías, separados cada uno dos metros, rodeaban prácticamente la zona bombardeada fuertemente armados y provistos de retransmíores. Los curiosos que acudían al lugar comentaban especialmente la profundidad, de los cráteres producidos por las cargas explosivas, algunos de ellos de seis metros de diámetro y cuatro de profundidaá. Las explosiones provocaron que algunos automóviles saltaran por los aires y se empotraran, en unos casos en los propios cráteres y en otros contra viviendas.
Los hospitales Abib Zamer y Charles Nicolle, no daban abasto, con un ir y venir de ambulancias y prácticamente todos sus cirujanos se encontraban movilizados, a llamamiento del Gobiemo. Todavía, al filo de la medianoche, las emisoras de radio continuaban solicitando la presencia de donantes de sangre.
Patrullas militares y de la policía vigilaban discretamente los puntos estratégicos de la capital tunecina, lo que se intensificaba con numerosos controles en la autopista Túnez-Sousse, que da acceso al lugar donde por la mañana se produjo la incursión de la aviación israelí.
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