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La violencia se extiende en el conflicto de Oriente Próximo

Sólo un ministro del Gobierno de Peres se opuso al bombardeó contra la sede tunecina de la OLP

Todos los miembros del Gobierno de Simón Peres, excepto Ezer Weizman -ministro sin cartera-, aprobaron la incursión israelí de ayer contra el cuartel general de la OLP en Túnez. Weizman cree que este ataque perjudicará los esfuerzos de paz y de reconciliación árabe-israelíes. La reacción de Washington, donde el presidente Ronald Reagan mostró su comprensión hacia la incursión israelí contra la OLP, calificada por un portavoz de la Casa Blanca de "acto de legítima defensa contra el terrorismo", ha sido acogida en Israel con satisfacción y alivió. Sobre todo, debido a que EE UU no había sido ni consultado ni informado previamente de la intención israelí.

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Isaac Rabin, ministro de Defensa, dio tres razones para justificar la incursión aérea contra el cuartel general de la OLP en Túnez: 1) No existe inmunidad para las bases y los mandos de la OLP, en ninguna parte. 2) La incursión al sur de Túnez no iba dirigida contra Túnez, sino contra la OLP, que goza de un cierto estatuto de extraterritorialidad en ese país. 3) El ataque de la aviación israelí no quería ni debía perjudicar los esfuerzos diplomáticos para impulsar y extender el proceso de paz en Oriente Próximo.Todos los ministros del Gobierno israelí, excepto Weizman, han aprobado el bombardeo contra la OLP. Weizman es el único que piensa que esta acción militar, que inevitablemente supuso la violación de la integridad y soberanía territoriales de un país árabe moderado, perjudicará los esfuerzos de paz y de reconciliación árabe-israelíes.

El diputado del partido ultranacionalista Tehiya, el rabino Eliezer Waldman, felicitó al Gobierno por esta "justa acción punitiva" y lo invitó a bombardear enseguida los cuarteles generales y los mandos de la OLP en Jordania. El partido Heruth, del viceprimer ministro, Isaac Shamir, envió un telegrama al primer ministro, Simón Peres, y al ministro de Defensa, Isaac Rabin, en el que expresa su satisfacción en relación a este ataque.

En una conferencia de Prensa, celebrada en Tel Aviv, el ministro de Defensa israelí, Isaac Rabin; el jefe del Estado Mayor, general Moisés Levi, y el comandante de aviación, general Amós Lapidoth, no mostraban un aire triunfal frente a la Prensa local e internacional.

Al evocar la voluntad de actuar "no contra los ejecutores o los subalternos del terrorismo, sino contra la cabeza, contra el escalafón supremo", Rabin no tenía un aire muy convincente. Y con razón. Ni Yasir Arafat ni sus principales lugartenientes -excepto Abu Tayeb, comandante de Fuerza 17, muerto durante el ataque- se encuentran entre las víctimas.

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Las únicas ventajas de esta operación -desencadenada aparentemente por el asesinato de tres civiles israelíes en Larnaca- estarían en el terreno interno.

En primer lugar, al montar esta dificil operación -una incursión contra un objetivo situado a 2.400 kilómetros de la base de salida-, el prestigo del Ejercito israelí, gravemente deteriorado por la guerra y la retirada de Líbano, ha subido. En segundo lugar, el terrorismo palestino, y sobre todo Fuerza 17, que se ha convertido para Israel en el responsable de muchos de los atentados recientes, entre ellos el de Larnaca, vuelven a la realidad. Finalmente, la popularidad de los dos principales dirigentes laboristas, Peres y Rabin, sale considerablemente reforzada.

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