Pepa Flores muestra sus armas defensivas
Esa reacción contraria a casi todo lo que no entre en sus convicciones condiciona la conversación con Pepa Flores-Marisol, que está en San Sebastián para participar en la promoción de la película Caso cerrado, de Juan Caño, que interpreta. Lo que podría ser una actitud vital se transforma, según sus propias palabras, "en una misión, una responsabilidad" que tiene en la vida, "como a otros les han tocado otras cosas", añade. A pesar de su imagen suave, lo que ella llama sus ideales -omnipresentes en su lenguaje- alejan el contacto espontáneo, bloquean la conversación; son sentimientos lanzados para disuadir la duda, para disolver lo que puede llegar. Es el arma con que apunta sin que tal vez nadie la acorrale.
Es tanto el cansancio que expresa en ocasiones, a las constantes peticiones de diálogo, en los pasillos del festival de San Sebastián y tantos sufrimientos que dice sentir, que la pregunta surge espontánea. ¿No le gusta, al menos, que la admiren? "Aquellas personas que comenzaron a ser artistas por vocación", dice, "es lógico que se sientan satisfechas por la admiración que despierten, pero es diferente que su trayectoria se haya impuesto", explica entrecortadamente.En los salones del hotel María Cristina, donde se desarrolla la entrevista, diversas personas, entre compañeros de película y periodistas, toman su turno intentando encontrar el porqué de su descontento. ¿Se ha sentido manipulada? "¿Manipulada? No sé si esa es la palabra. Pero si te refieres a que tuve que dejar de hacer muchas cosas, de niña, como el poder estar en mi barrio, que era lo que me gustaba, el tener que castellanizar mi acento y otras cosas, pues sí". "Porque entonces", vuelve con su niñez, "yo era consciente de todo lo que se movía a mi alrededor; y de que se mantenían no una familia, sino cuatro".
Marisol, que aceptó en Caso cerrado el papel de esposa de un joven ejecutivo izquierdista-objetor -pese a que la suya no era la imagen de mujer batalladora-, de mano de Juan Caño, cuando este realizador le propuso el guión en una manifestación anti-OTAN, asegura que lo hizo porque la historia de este filme le parece que "plantea una situación de denuncia". Pese a ello, tras oír algunas críticas esbozadas por periodistas en la conferencia de prensa que se celebró ayer en San Sebastián, reconoce: "Sé que lo podría haber hecho mil veces mejor". Entonces, ¿no le gusta su trabajo como actriz de cine? "Me gusta mi trabajo", dice convencida, "pero no el entorno", y vuelve a expresar la queja en su rostro.
Nicaragua, Suráfrica, Etiopía... y también Andalucía son motivos más que suficientes para "no desviarme", dice, "ser coherente y no traicionar mis principios". Cuando le hablan de lo que puede suponer la política en su vida y en su trabajo, ella contesta: "No la puedo separar de mi vida: desde que me levanto hasta que me acuesto".
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