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Guerra de espías

La policia llevaba 12 años sospechando del marido de Herta Astrid

Los servicios secretos de la República Federal de Alemania (RFA) contaban desde hace 12 años con informaciones que hacían sospechar sobre posibles actividades de espionaje de Herbert Adolf Willner. Éste aprovechó sus vacaciones en España, que finalizaban el lunes, para huir con su mujer, Herta Astrid, secretaria en la Cancillería Federal (Presidencia del Gobierno), a la República Democrática Alemana (RDA). La casa de los Willner fue registrada ayer y lo único que se encontró relacionado con actividades de espionaje fue una sofisticada radio para captar frecuencias especiales de la RDA.

Herbert Willner había despertado sospechas ya en 1973, cuando varios agregados militares occidentales hicieron notar su sorpresa ante la frecuencia con que el entonces funcionario liberal pedía informaciones. Poco después, el Servicio de Información Militar abrió una investigación sobre él, debido a su inusitado interés por participar en unas maniobras. En 1978, el contraespionaje fue informado de que Willner había insistido en participar en la redacción de un documento sobre seguridad europea del Partido Liberal (FDP) que no era de su competencia.

Sin pruebas

Todas las investigaciones dieron el mismo resultado. No había pruebas contra Willner, pese a que su pasado era muy sospechoso. Había sido de las Waffen SS nazis durante la guerra, prisionero en la URSS hasta 1949, miembro del Partido Comunista de la RDA y de sus unidades de elite, GST. Estudió periodismo en la universidad Karl Marx, en la RDA, conocida como el convento rojo. Emigró a la RFA en 1961, donde, tras una etapa como redactor del semanario Der Spiegel, ingresó en el FDP.

Este nuevo escándalo, por ahora el último capítulo de una serie de casos de espionaje que salen a la luz pública desde principios de agosto, pone una vez más en grave evidencia la efectividad de los servicios secretos de la República Federal de Alemania.

El caso Willner tiene, según los primeros indicios, directa relación con la huida a Berlín Este del jefe del contraespionaje de la Oficina Federal de Protección de la Constitución, Hans Joachim Tiedge. El departamento de Tiedge había investigado en la Fundación Naumann en busca de pruebas contra Willner. Informado por Tiedge sobre el caso, el departamento de seguridad del Estado de la RDA, el Stasi, pudo advertir a los Willner de que no regresaran a su domicilio en Bonn. El matrimonio fue visto por última vez en su hotel de Estartit (Gerona) cuando partían de excursión para pasar el día en Andorra. Pagaron la cuenta del hotel, pero dejaron allí parte de su equipaje y un bote neumático que usaban para hacer submarinismo.

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El Gobierno de Bonn quiere quitar importancia al caso, y el secretario de Estado del Interior, Hans Neusel, llegó a decir ayer, ante más de un centenar de periodistas, que el asunto supone una "dolorosa pérdida" para el espionaje oriental. Esta afirmación, no exenta de un humor que no abunda en medios oficiales relacionados con el caso, no puede ocultar que una vez más los servicios secretos de la RDA han demostrado estar hasta en la antesala del canciller federal, Helmut Kohl.

Por la mesa de la secretaria Willner pasaban todos los informes sobre consejos de ministros y documentos rigurosamente secretos sobre política interior, planificación, política social e investigación. Tenía también acceso a los documentos sobre el plan Eureka de cooperación tecnológica europea. No así a los relacionados con la Iniciativa de Defensa Estratégica norteamericana, como se temió en un principio.

Neusel reconoció ayer que la espía había estado desde 1973 en el "centro neurálgico del país". Antes trabajó en el Ministerio de Defensa, si bien no se sabe si ya entonces ejercía como agente o fue captada por su marido, con quien se casó en 1974.

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