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La Unión Soviética se negará a discutir sobre Afganistán en la 'cumbre' de Ginebra

Pilar Bonet

Afganistán no será un tema negociable para la Unión Soviética en la cumbre Reagan-Gorbachov que se celebrará los días 19 y 20 del próximo mes de noviembre en la ciudad suiza de Ginebra. Así se desprende de las palabras; de Alexander Bovin, uno de los comentaristas soviéticos más destacados en política internacional, próximo a los círculos de poder del Kremlin, con quien EL PAIS mantuvo recientemente una conversación en Moscú.

"Los americanos no entienden suficientemente nuestros intereses políticos, por ejemplo en Afganistán", dice Bovin al hablar de la necesidad de celebrar la cumbre entre los máximos dirigentes norteamericano y soviético en un clima de "reconocimiento de los intereses" mutuos de ambas superpotencias. "Una solución en ¡Uganistán sólo puede ser el resultado del fin de la guerra civil", afirma el periodista, quien en un reciente artículo publicado en el periódico Izvestia definió el conflicto afgano como un resultado de la doctrina Reagan. "Si la lucha finaliza, estamos dispuestos a salir de allí mañana mismo, pero primero sería preciso ;solucionar los problemas fronterizos con Pakistán", agrega.

Bovin es considerado como uno de los comentaristas que mejor conecta con la, sensibilidad del Kremlin y también con sus oscilaciones en materia de política internacional. En su opinión, el Gobierno de Babrak Karmal podría "enfrentarse solo con sus problemas sin ayuda exterior" en el caso de que se cerrase la frontera con Pakistán, país al que la URSS acusa de infiltrar armas y hombres en el territorio afgano.

La dura posición expresada por Bovin puede interpretarse como un signo de que Moscú no desea hacer concesiones sobre Afganistán en el foro, de Ginebra. La entrada de las tropas soviéticas en Afganistán, en diciembre de 1979, se produjo pocas semanas después de la última cumbre soviética norteamericana celebrada por Jimmy Carter y Leonid Breznev en Viena. La acción constituye una de las principales causas del enfriamiento de las relaciones soviéticas con Occidente y un freno en el proceso de normalización entre Pekín y Moscú.

Desde que Gorbachov subió al poder, los ataques a Pakistán han aumentado considerablemente. La Prensa soviética dio un gélido tratamiento al encuentro entre el presidente de Pakistán, Zia Ul Haq, y Gorbachov en los funerales de Konstantín Chernenko. Por otra parte, los medios de comunicación de la URSS han subrayado de forma cada vez más pronunciada el papel de las tropas soviéticas en Afganistán, hasta el punto de que la televisión mostró recientemente por primera vez a los soldados soviéticos en combate. Hasta ahora, el contingente en Afganistán solía ser presentado como un elemento de apoyo a las tropas afganas que no intervenía directamente en la lucha.

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Intereses norteamericanos

La URSS reconoce los intereses norteamericanos en Oriente Próximo y la importancia de unas buenas relaciones Washington-Pekín, dijo Bovin, que se mostró escéptico sobre la posibilidad de que Ginebra produzca "un acuerdo concreto" con la Administración Reagan. Manifestó, sin embargo, que el hecho de que la cumbre se celebre "es muy útil", ya que "en sí misma tiene un valor positivo". Un acuerdo entre la URSS y EE UU debe ser "un compromiso". Sin embargo, la política norteamericana tiene un carácter antisoviético, según Bovin, y la política soviética contiene a su vez "elementos de antiamericanismo", señaló. "Nuestra actitud hacia los americanos es de falta de confianza. No les creemos. Y viceversa. Los americanos no nos creen a nosotros. Psicológicamente, es muy difícil el acuerdo".

En relación a China, el clima es de mayor optimismo, y Bovin ve la posibilidad de llegar a una normalización a finales de esta década o principios de la próxima. De los tres obstáculos que China encuentra en el proceso -Vietnam, Afganistán y el contingente de las tropas soviéticas en la frontera común y en Mongolia-, Bovin cree que la reducción de las tropas soviéticas en la frontera URSS-China es el más fácilmente abordable. "Quisiéramos disminuir el número de nuestras tropas allí", dice, pero "los camaradas chinos no consideran posible discutir este problema separadamente".

Según estimaciones occidentales, la URSS tiene 50 divisiones y unos 150 o 160 misiles SS20 a lo largo de la frontera con China. La posibilidad de que los soldados soviéticos y chinos se retiraran respectivamente 200 kilómetros desde la línea fronteriza no sería fácil de adoptar para la URSS, ya que supondría situarse detrás de la línea férrea del BAM (ferrocarril Baikal-Amur), según explica Bovin.

Para el restablecimiento de relaciones entre la URSS e Israel no existen condiciones en la actualidad, opina Bovin, quien no menciona el clásico requisito soviético de la retirada de las tropas israelíes de los territorios ocupados desde 1967. Para volver a establecer relaciones diplomáticas normalizadas sería necesario "un menor enfrentamiento general en Oriente Próximo y el encuentro de un modus vivendi entre israelíes y árabes".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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