Brutalidad represiva en Chile
LA DICTADURA del general Pinochet ha utilizado de nuevo los métodos represivos más brutales contra las numerosas manifestaciones pacíficas organizadas en la capital y en otras muchas ciudades de Chile con motivo de la "jornada por el derecho a la vida" convocada por el conjunto de las fuerzas de la oposición democrática.Ante concentraciones de ciudadanos en actitud absolutamente pacífica, que deseaban reivindicar derechos universalmente reconocidos en todo el mundo civilizado, las unidades de Carabineros, el principal cuerpo represivo de la dictadura, han actuado con salvajismo. El balance, según datos probablemente incompletos, registra ya tres muertos, decenas de heridos y unos 70 detenidos.
No sería acertado añadir simplemente esta jornada de manifestaciones a las otras muchas que han tenido lugar en años anteriores, en este período trágico y triste que está viviendo el pueblo chileno. Conviene recordar la causa específica que ha dado lugar, en el caso que nos ocupa, a la convocatoria de manifestaciones y que explica esta denominación de jornada por el derecho a la vida". A finales de marzo, destacamentos especiales del cuerpo de Carabineros degollaron a tres militantes del Partido Comunista de Chile. Las circunstancias de este crimen, cometido por el propio aparato represivo del Estado, salieron a la luz pública. El impacto fue tan fuerte y unánime, que la propia justicia chilena, a pesar de las cortapisas que la dictadura pone a su funcionamiento, tomó cartas en el asunto. Esta circunstancia provocó o agudizó determinados enfrentamientos entre los propios órganos en los que se apoya la dictadura pinochetista: entre los Carabineros y otros sectores del Ejército. La fuerza de Carabineros se había distinguido desde los comienzos del régimen golpista por su celo en la represión y su actitud de sometimiento a las órdenes del general presidente. A finales del año pasado, este cuerpo había creado su propio servicio de información, dedicado especialmente a reforzar la actividad represora contra la oposición, servicio que se desgajó incluso de la Central Nacional de Información, organismo algo más sutil en sus procedimientos, en el que se integran los servicios de espionaje de los restantes institutos militares. El refuerzo que ello suponía para el cuerpo de Carabineros y su jefe, el general César Mendoza; no podía dejar de granjearle enemistades y rivalidades en el entorno del poder.
Cuando estalla el escándalo público por los tres degollamientos cometidos por un cuerpo selecto de la dictadura, Pinochet se encuentra en una situación embarazosa. Sería absurdo pensar que él deseaba hacer caer cabezas por lo que en definitiva era uno más de los desmanes del régimen. Pero no podía permanecer pasivo cuando la exigencia de que se castigase a los responsables del crimen partía no sólo de los medios de la oposición y los flecos derechistas que aún apoyan al general, sino también de sectores militares que podían salir beneficiados si se tomaban medidas contra los Carabineros. En esas circunstancias, catorce carabineros han sido procesados, y el jefe del cuerpo, general Mendoza, destituido.
Los hechos ocurridos posteriormente, y de un modo dramático la represión brutal contra las manifestaciones del viernes pasado, demuestran que seria completamente absurdo pensar que, al destituir al jefe de los Carabineros, Pinochet ha dado un paso hacia una mínima observación de normas jurídicas y el respeto de los principios del derecho. Si alguien tuvo en algún momento ilusiones de ese género, necesariamente ha tenido que desengañarse. Precisamente la "jornada por el derecho a la vida" tendía a exigir que no se pudiesen repetir casos como el del degollamiento de los tres comunistas, que el aparato del Estado no siguiese actuando con total desprecio de la vida y de los derechos de los ciudadanos. La respuesta ha sido que otras tres personas han perdido la vida como consecuencia de la brutalidad policiaca; que en las calles de Santiago, y de otras ciudades, los carabineros han cometido nuevas agresiones "furiosamente represivas" contra la población, según el texto de la pro testa hecha pública por Alianza Democrática, coalición de partidos democráticos, al término de la jornada.
A la vez conviene resaltar la extraordinaria amplitud de las fuerzas políticas y sociales que, venciendo enormes dificultades, lograron manifestarse en las calles de ciudades tomadas por la policía y destacamentos militares. Desde la derecha hasta la izquierda, desde los sindicatos agrupados en el "comando de trabajadores" hasta los colegios profesionales, las familias de los presos, etcétera. La condena de la dictadura es prácticamente unánime entre la población chilena. Y lo será más aún después de los últimos acontecimientos.
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