Karla Sofía Gascón y la falacia de no dar para más
Para justificar sus tuits, la actriz ha optado por inventarse un pasado lejano que no existió, trazar una línea, para intentar salvarse
La gente antes era idiota. Eran otros tiempos. Había otras costumbres. La gente antes no sabía. Dice la crítica cultural Claire Dederer que estas frases son algunos de los clásicos a los que se aferran los indignados por la mal llamada “cultura de la cancelación” para salvar a los manchados por actos reprobables. Quienes las pronuncian dibujan una línea entre el presente y el pasado, alegando que nosotros, como sociedad en conjunto, no dábamos para más en el momento en el que se cometió el crimen. Por eso Picasso no daba más ni Hemingway tampoco. Qué esperar de ellos si el resto tampoco es que fuera estupendo. “Hablamos del pasado a partir de dos ideas centrales: 1. Esas personas no eran más que productos de su tiempo. 2. Ahora somos mejores [...] Creemos que somos estupendamente tolerantes, pero ¿de verdad somos muchos mejores que quienes nos precedieron?”, escribió en el recomendable Monstruos: ¿se puede separar al autor de su obra? (Península, 2023).
All the deleted tweets by Karla Sofia Gascón before she deactivated and she DOESN'T WANT you to see, a thread! 🧶 pic.twitter.com/z11r8YpcLu
— Selena Gomez Charts (@selenagchart) February 1, 2025
He pensado mucho en el problema del tiempo que la ensayista planteó en su libro sobre artistas problemáticos durante esta semana en la que resurgieron los poco más que alucinantes tuits de Karla Sofia Gascón y mi asombro no dejaba de crecer. ¿Leyeron el que defendía a Cristobal Colón alegando que los autóctonos eran “gentuza nacida allí”? ¿El que llamaba a George Floyd un “drogata estafador”? ¿El que cuestionaba la Segunda Guerra Mundial si Hitler “simplemente tenía su opinión sobre los judíos”? ¿El que se preguntaba “cuántas veces más la historia tendrá que expulsar a los moros de España”? ¿El que decía que la vacuna de la covid venía “con chip y dos rollitos de primavera”? ¿El que llamaba “putos chinos” a los integrantes de la banda coreana BTS? ¿El que llamaba a la que acabaría siendo su compañera de reparto, Selena Gomez “rata rica que se hace la pobre desgraciada”? Supongo que también leyeron el de la 93ª edición de los Premios de la Academia, cuando Daniel Kaluuya ganó un Oscar por Judas y el mesías negro y Yuh-jung Youn se llevó otro por Minari y ella tuiteó: “Cada vez más los #Oscar parecen una ceremonia de cine independiente y reivindicativo, no sabía si estaba viendo un festival afrocoreano, una manifestación de Black Lives Matter o el 8M. Aparte de eso, una gala fea, fea”. Y yo que pensaba que en 2025 lo habíamos visto todo en el género de los tuits desenterrados. La cosa podía haber acabado con unas disculpas bien redactadas, pero en un alarde de descaro, aferrándose al problema del tiempo, Gascón redobló su apuesta cuando en su segundo comunicado, publicado en su cuenta de Instagram, escribió: “No puedo reparar mis actos del pasado, solo puedo decir que hoy no soy la misma persona que hace 10 o 20 años”.
Que alguien le quite el móvil, que le corten el wifi, algo pic.twitter.com/JwrQNtmsh6
— Pedro J. García (@fuertecito) February 1, 2025
Resulta curioso el lapso de tiempo que se otorga Gascón para aclararnos que, antes, ella tampoco dio para más. La cosa es que no sabemos de qué diez o 20 años habla, ya que algunos de sus tuits, como el de la gala “afrocoreana” de los Oscar, no tienen ni media década. Como todos los demás, Karla Sofía Gascón ha tenido la oportunidad de dar para más, pero ha optado por inventarse un pasado lejano, trazar una línea, para salvarse. En Monstruos, Dederer dice que, como ella, los hijos de la Ilustración creen que el ser humano vive inmerso en un proceso de mejora continua. Que la Historia es el camino hacia la justicia y que, bajo esa lógica, estamos yendo a mejor. El problema es que nos decimos que antes no dábamos para más mientras el presente sigue en llamas y vivimos rodeados de actos repugnantes. Nos creemos los adultos del mundo, pero, aquí seguimos, contemplando excusas bajo esa falacia, negándonos la idea de que igual no son pecados de un pasado lejano, igual es que no hemos mejorado. Igual la gente sigue siendo idiota.
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