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COLUMNA
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Pijos contra el idioma español

La nuestra no es una lengua de pobres. La ultraderecha y los generadores de bulos que trabajan en favor de nuestros millonarios insultan en perfecto castellano

Jacques Audiard, el pasado 20 de septiembre en el festival de San Sebastián, donde presentó su 'Emilia Pérez'.
Jacques Audiard, el pasado 20 de septiembre en el festival de San Sebastián, donde presentó su 'Emilia Pérez'.Javier Etxezarreta (EFE)

El cineasta francés Jacques Audiard, director de la película Emilia Pérez, ha declarado que el español es un lenguaje de pobres. Se ha metido así en las aguas sucias desatadas por el presidente Trump, quien desprecia la lengua española y la borra de la página web de la Casa Blanca por ese mismo motivo. Yo no me ofendo por su caracterización del español. Ya habrá muchos votantes del populismo nacionalista que se indignen. Aunque hable español, escriba en español y trabaje para el español, lo que a mí me ofende es el carácter despectivo y paternalista con el que muchos pijos se refieren a los pobres. Hay una izquierda pija que está alimentado el pensamiento reaccionario de la clase obrera al desentenderse de la justicia económica y separar la lucha de clases de algunas reivindicaciones cívicas inclusivas.

Yo, por el español, estoy bastante tranquilo. No es un idioma de pobres, aunque me enorgullezco cuando leo o escucho denuncias en español contra una realidad que genera 3.600 millones de pobres. Es el segundo idioma del mundo en hablantes nativos. Más de 60 millones de norteamericanos, que conforman por sí mismos la octava economía del mundo, hablan español. La extrema derecha y los generadores de bulos que trabajan en favor de nuestros millonarios nacionales insultan en perfecto español. La cultura latina se extiende, además, en las pantallas y las músicas del mundo. Si Audiard supiera de lo que habla, se habría enterado de que el Gobierno francés está invirtiendo muchos millones para que no se pierda el francés en los países del África subsahariana que han sufrido su colonialismo. Es la estrategia seguida para evitar el claro debilitamiento de su idioma como lengua internacional.

Lo que me molesta a mí, porque he aprendido a respetar la pobreza en los libros de Sartre, Camus y Althusser, es el daño que la izquierda pija francesa está haciendo a las banderas sociales de la democracia.

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