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Tribuna
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Catorce millones de dólares, precio aparente de una batalla

El ciudadano medio de Estados Unidos, el que después de la dura jornada regresa al hogar, se coloca las; pantuflas y enciende el televisor mientras con una cerveza fría espera la cena, es testigo en estos días de una singular campaña de prensa, con audiciones en radio y televisión, incluidos presidentes de banana republic -la bella y agraciada Costa Rica, por ejemplo-, reportajes y testimonios como pruebas para justificar una política exterior sin precedentes en la historia de los Gobiernos de este país.Un enorme aparataje propagandístico, cuyo costo se pesa en decenas de miles de dólares y cuyo eje es Nicaragua, circunstancialmente centro del bullicioso y en ebullición continente americano.

Una geograrla verde regada por lagos y volcanes da cabida a unos escasos tres millones de campesinos, artesanos, profesionales, empresarios, poetas y jóvenes gobernantes de una tierna revolución con más experiencia de guerrilleros que de políticos, que aún dirigen una guerra defensiva ante la presencia de miles de mercenarios, elementos clave de la campaña que el presidente norteamericano Ronald Reagan ha emprendido en la búsqueda de persuadir al Congreso de la nación para que aprueben nuevos fondos económicos para unas bandas que el mismo presidente, con la ejecución de la CIA, organizó y gracias a ellos aún existen.

Como antaño, en tiempos de la lucha del general Sandino contra los marines, este presidente también tiene sus bandidos. El presidente de Estados Unidos en 1927 dijo de Anastasio Somoza padre: "He is bandido, but he's our bandido" (es un bandido, pero es nuestro bandido). Reagan les llama paladines de la libertad y les ha llegado a comparar con el general Simón Bolívar. A manera de alumno deficiente, el actual presidente de la primera potencia del mundo pareciera repetir curso, 31 al igual que en los años treinta, el nombre de Nicaragua ocupa páginas, teletipos, es tema para películas, y en el mismo Estados Unidos se forman comités de rechazo a, la política del Gobierno de ese país contra otro que con un Gobierno legítimo electo en condiciones técnicas correctas se levanta como el ave fénix de cuatro décadas de corrupción y represión somocista.

La guerra del presidente Reagan, que emprende desde: Honduras y Costa Rica con su ejército de mercenarios, es ahora objeto de debate en los centros políticos, desde Tejas, California, Nueva York, hasta Washington, pasando por Hollywood, en donde no consigue adeptos, organizando los artistas junto a religiosos y escritores una campaña de contestación denunciando la sin par batalla que la Casa Blanca no logra dar por finalizada victoriosamente como obviamente quiere. Los contras, en cuatro años de actividades militares, no han podido infringir derrotas sustanciales al Gobierno de Managua.

El terror es la expresión más genuina de la presencia norteamericana en los campos al norte de Nicaragua.

Los testimonios de campesinos denunciando las barbaries de los contras se acumulan en los despachos de los congresistas que deberán votar a favor o en contra de millones de dólares para que los paladines puedan seguir matando secuestrando civiles, incendiando cosechas o dinamitando puentes.

Vietnamizar Centroamérica

3.500 huérfanos, 7.000 familias desplazadas de sus tierras y casi 5.000 muertos son las cifras que ilustran la ejemplar política de EEUU. A pesar de las correcciones que el señor Kissinger, ex secretario de Estado, ha hecho de la política exterior de los Gobiernos de su país, la Casa Blanca se empeña en vietnamizar Centroamérica.Lejos de enmendar los errores de aquel histórico fracaso que enlutó miles de hogares estadounidenses, los jóvenes miembros de la Guardia Nacional de Tejas se familiarizan con el terreno y la selva tropical participando en maniobras militares con el Ejército de Honduras, jugando a la invasión de tanques sandinistas, mientras otros centenares, con ingenieros y técnicos, construyen una base militar en Costa Rica, territorio fronterizo con Nicaragua, que quedará lista el 15 de mayo próximo. Los aviones espía de Estados Unidos fotografían la topografía nicaragüense, carreteras y ciudades, sabrá Ronald Reagan con qué fines.

Mientras, el habitante del norte de Nicaragua sabe a través de los abuelitos que los marines machos o gringos, en los años treinta, tuvieron que abandonar el territorio luego de vanos intentos por sofocar la resistencia de los entonces sandinistas, y armado del coraje que impone esa gesta, no ceja en su ánimo por hacer regresar al somocista que uniformado, armado y calzado en Estados Unidos incursiona desde Honduras.

Agresión externa

El plan propuesto por el presidente Reagan confirma el carácter de agresión externa que tiene el conflicto nicaragüense al exigir que se acepte el diálogo con los grupos armados que él mismo organiza y financia, para quienes intenta recabar fondos económicos del presupuesto del contribuyente norteamericano. Obviamente, la batalla por Nicaragua no cuesta 14 millones de dólares ni terminará al no conseguir el presidente Ronald Reagan dichos fondos de parte del Congreso.Por el empeño y el compromiso adquirido, si no es que opta por la vía pacífica para la solución del conflicto, otras batallas están por surgir, más sangrientas aún para los hogares nicaragüenses y tal vez para los tranquilos lectores y televidentes norteamericanos que por una campaña inverosímil se han enterado que Nicaragua es pequeña, situada en el centro del continente americano, y algo de grande y fuerte moralmente como para que su gobernante se entusiasme en dedicar horas, discursos, y, lo más delicado, intentan arrastrar a los legisladores en una guerra que la historia demostrará, más temprano que tarde, que no ganará quien emplee la fuerza, sino la razón.

Orlando Castillo Estrada es embajador de Nicaragua en España.

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