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CUARENTA AÑOS DE YALTA

Esperanzas frustradas

En la Conferencia de Yalta hubo, además de la ya hundida Alemania nazi, otros grandes perdedores. Los países del Este europeo, que durante años sufrieron la ocupación alemana o Gobiernos filofascistas, vieron cómo, en las postrimerías de la pesadilla nacionalsocialista, los intereses de las grandes potencias vencedoras daban al traste con sus esperanzas en un futuro de naciones independientes, democráticas y soberanas.Stalin consiguió en Crimea el control total de Rumanía y Bulgaria, a cambio de dejar Grecia en manos británicas, e impuso sus exigencias territoriales en detrimento de todas las naciones europeas fronterizas con la URSS. Apenas dos semanas después de la reunión de Yalta, el Ejército Rojo entraba en Bucarest e imponía al rey Miguel de Rumanía un Gobierno comunista. Antes ya había comenzado la purga de dirigentes no comunistas en Bulgaria.

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En Yalta, como cinco meses más tarde en Postdam,Stalin aseguró a sus aliados occidentales que no buscaba una sovietización de los países de Centroeuropa y los Balcanes.

Checoslovaquia pudo haber sido tomada por el Ejército norteamericano cuando las fuerzas soviéticas se encontraban aún lejos, lo que podía haber modificado decisivamente el rumbo político del único país con tradición democrática de la región. Pero suspendieron su avance en la frontera occidental y dejaron Praga a merced del Ejército Rojo. Hungría corrió la misma suerte de sus vecinos.

En Rumania había menos de 1.000 comunistas cuando el Ejército Rojo entró en su territorio; en Polonia, un núcleo mínimo de militantes, lanzados en paracaídas el año anterior, fueron el embrión del nuevo partido, y después, del comité de Lublin y del Gobierno provisional impuesto por Stalin.

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