El diseño industrial, con la mirada puesta en el Mercado Común
La legislación vigente, alejada de los problemas actuales en la materia, no ampara la propiedad intelectual de los diseñadores
De todas las actividades circunscritas al ámbito del diseño industrial en España, la historia de ADIFAD a lo largo de sus 25 años de existencia, y con un centenar de socios diseñadores inscritos, es harto significativa. Entre sus actividades periódicas, destaca la concesión de los Premios Delta de diseño que, excepto durante el paréntesis de los años 1971-1972 y 1973, se han otorgado anualmente desde 1961 hasta la fecha.Los Delta de oro o de plata y demás piezas seleccionadas por los respectivos jurados han sido expuestos en un pabellón de ADIFAD, en el marco de la feria de Hogarhotel, una de las muestras que se ofrece en el programa de la Feria Internacional de Barcelona. Así, cada año, se ha mostrado al público, propiciando su divulgación, los diseños merecedores de mayor estima. La marca Delta ha aparecido en muchos productos como etiqueta de calidad y algunas tiendas dedicadas a públicos exquisitos ofrecen, desde hace tiempo, productos de diseño con paternidad.
Toda esta tradición ha alimentado no pocos estudios especializados en diseño que agrupan a profesionales interdisciplinarios. Estos estudios se componen frecuentemente de uno o varios arquitectos, algún ingeniero, algún diseñador industrial específico y algún diseñador gráfico. Otros diseñadores trabajan especialmente vinculados a industrias que mantienen un vivo interés por la personalización de sus productos. Empresas, por lo general, pequeñas o medianas y que, excepcionalmente, mantienen un gabinete jurídico dedicado a perseguir imitaciones y a proteger la propia imagen.
Sin embargo, la descripción de esta tradición no puede inducir a la creencia de que la situación del diseño industrial en España, ni siquiera en Cataluña, ha alcanzado, ni por aproximación, las cotas de implantación estandarizadas en Europa.
Son aún escasas, y en general de estructura mediana, las empresas que acuden a diseñadores en el momento de concebir sus productos y es mucho más frecuente lanzar productos al mercado con copias descaradas de lo que se exhibe en las numerosas y prestigiosas muestras de diseño de Europa.
Italia, a la cabeza del diseño europeo, con sus dos muestras más importantes en Milán y Florencia, o las muestras de Londres o de Colonia, sin descartar las de Bélgica, Dinamarca, Finlandia o Noruega han sido los puntos de referencia habituales para los usurpadores de ideas ajenas.
Proyecto legislativo
Pero la incorporación española al Mercado Común Europeo plantea, a corto plazo, la necesidad de rediseñar con características propias tanto los productos que pretendan ocupar plaza en el mercado comunitario, como de aquellos destinados al consumo interior y que se verán afectados por la llegada de los diseños auténticos, elaborados con una calidad y una tradición estética con muchos años de adelanto.
La problemática jurídica que plantea el mundo del diseño es otro de los capítulos dejados de la mano de Dios. Así, la legislación sobre la propiedad intelectual, que podría amparar la creación de los diseñadores, se limita a la ley de 1873, alejada completamente de los problemas actuales en tales materias. Una iniciativa de la Comisión de Cultura del Colegio de Abogados de Barcelona tiene en estos momentos, ultimado un proyecto de ley de regulación de la propiedad intelectual, que pretende regular un campo vastísimo del derecho a la propiedad intelectual que abarca toda la problemática de nuevos medios como es el vídeo o la televisión y que incluye también los derechos del diseño industrial. El promotor de esta iniciativa, el abogado Adriá Gual, estima que este proyecto podrá ofrecerse a la Cámara legislativa española dentro de muy breve plazo. Para Gual lo que debe contemplar la ley con respecto al diseño es la posibilidad de registrar las ideas, con sus proyectos correspondientes, al margen de las patentes y marcas industriales que tienen su marco propio de registro.
Hecho cultural
En la actualidad sólo el registro de marcas y patentes funciona con normalidad, dentro de su limitación. Por este procedimiento se registra un modelo de utilidad que se publica en el Boletín Oficial, en ocasiones con tal retraso que en el momento de fabricarse ya circulan en el mercado producciones apócrifas. Para el diseñador Miquel Milá, presidente de ADIFAD, una variación en los tamaños de un diseño o en los materiales empleados es ya de difícil recurso. No se registra tanto tanto la idea como el objeto fabricado y toda variante queda fuera de control. De esta manera, un buen diseño comercializado por una pequeña industria puede ser copiado con escasas diferencias por otra industria, sin posibilidad de defensa.
El diseño industrial, afirma Milá, sólo tiene en su defensa la consideración social, cuando llega a ser un valor cultural aceptado. En Italia, por ejemplo, las revistas especializadas, algunas de gran calidad, explican los nuevos modelos con sus fichas y los nombres de los diseñadores. De este modo el consumidor busca las piezas originales, desprecia las imitaciones y se valora el trabajo del diseñador.
La Generalitat de Cataluña impulsó la realización de un libro blanco sobre el diseño industrial; el pasado abril se publicó el primero de una serie prevista de cuatro volúmenes. Pero, desde la obsorción por parte de la Generalitat de la oficina del BCD, el interés oficial sobre la materia no ha pasado de declaraciones verbales que con frecuencia realiza el presidente Pujol sobre la importancia del diseño para el conjunto de la economía y más en época de crisis como la actual.
Miquel Milá acepta que una copia de un diseño llegue a superar el original, mejorándolo y corrigiendo defectos. En tal caso el diseño original debe retirarse del mercado y aceptar que ha sido superado. Un diseño no mantiene su paternidad indefinidamente. A los 20 años caducan todos los derechos y es de dominio público. Así la famosa silla Tonet, de principios de siglo, es hoy un objeto de fabricaciones múltiples por distintas industrias. Milá asegura, sin embargo, que hay quién busca aún el diseño original porque mantiene algunas características específicas que mejoran respecto a todas las imitaciones.
Diseñarlo todo
En la historia de estos 25 años de diseño industrial registrados en los Premios Delta, y con el inventario de los múltiples diseñadores asociados a ADIFAD, o del catálogo de la ADP, puede observarse la variedad de objetos diseñados. Desde los modelos de autobuses encargados por la empresa municipal de transportes de Barcelona, que ahora mismo está estrenando también nuevos vagones de metro .y toda la señalización e iluminación de estaciones, hasta todo tipo de objetos complementarios de la construcción, una inmensa variedad de muebles y objetos de decoración, aparatos electrodomésticos o maquinaria industrial, hasta juguetes, botellas de colonia o diseño de libros, billetes del Banco de España, signos de entidades públicas o de partidos políticos, quioscos de prensa para la Rambla barcelonesa, toda una vasta gama, es objeto de los diseñadóres.
En general, está mas experimentado el diseño gráfico. Existe también en el seno de ADIFAD una sección específica de grafistas denominada ADGFAD y que otorga a su vez los Premios Laus de diseño y comunicación. Cualquier editorial recurre a un grafista para proyectar un libro, una colección o un simple cartel. Pero el grafista es considerado como un especialista del dibujo o de la publicidad más que como un diseñador industrial.
Parecido contenido tiene el diseño textil, que también posee escuela propia en Cataluña, y que los mismos diseñadores industriales consideran, que es una especialidad que escapa a ámbito. Pero, mientras los primeros forman parte de las asociaciones existentes de diseñadores industriales, los segundos hacen vida aparte.
Miquel Milá expresa la esperanza del colectivo de profesionales del diseño, puesta en la próxima entrada al Mercado Común, "estamos preparados para ello", dice, .y nuestro diseño no es inferior al de muchos países, pero es preciso que otros colectivos sociales se den cuenta de ello, empezando por los industriales y terminando por los mismos consumidores que deben apreciarlo".
También las instituciones públicas deben proteger los diseños de cada país y la legislación, adecuarse a esta protección, que es al fin y al cabo la de un patrimonio vivo y creciente. La imagen de una sociedad.
Babelia
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