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La Iglesia no cuida su patrimonio

Al atardecer, cuando las puertas de la iglesia de la Ciudad Jardín, en Zaragoza, estaban a punto de echar el cerrojo, una humareda inundó de pronto la nave central. Después de recorrer las estancias del templo en busca del origen del incendio, el párroco localizó a un individuo que había apilado todos los manteles y cortinajes que encontró y les prendió fuego ante el altar. El suceso, sin mayor trascendencia, ha ocurrido la semana pasada, según ha sido informado el obispo de Teruel, Damián Iguacén Borau, presidente de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural.En general, los pirómanos no sienten excesiva predilección por los objetos eclesiásticos, a no ser que concurran en grupo y se muevan impulsados por otro sentimiento diferente al placer de contemplar las llamas. Por fortuna, sucesos como el de Zaragoza son esporádicos, aunque oportunidades hay mil, si se tiene en cuenta que el 75% de los bienes culturales españoles es propie dad de la Iglesia católica.

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Fuego en las catedrales

La Constitución y el Tratado con la Santa Sede fijan para ellos un marco jurídico que, sin modi ficar su titularidad, tiende a faci litar su conservación y los medios para que todos los ciudadanos puedan disfrutar de ellos. Como primera medida, el Estado y la Iglesia acordaron en 1980 realizar un inventario de todo el patrimonio cultural de propiedad eclesiástica. El procedimiento debía efectuarse mediante una solicitud formal a cada diócesis.

Inventario artístico

A la altura de 1984, según el obispo de Teruel, la mayoría de los obispos tiene en su poder el inventario de los bienes de cada una de las diócesis. La suya, por ejemplo, dispone de 150 tomos o carpetas, donde se recogen fotografías, descripciones y valoraciones de los bie nes muebles o inmuebles inventariados. La mantiene sin publicar porque carece de medios para ello. No es el caso de diócesis como las de Vitoria, Barcelona, Pamplona, Orense o Sevilla, que, gracias a la colaboración de entidades locales, han editado excelentes publicaciones con ese material. También está a punto de aparecer una guía de todos los archivos y bibliotecas dependientes de la Comisión Episcopal Española.En lo que se refiere a su salvaguarda, la Iglesia católica está procediendo a la creación de museos donde se recojan los objetos que hasta ahora permanecían en los lugares más vulnerables para quienes padecen tentaciones de apropiación indebida. Las diócesis de Solsona y Cuenca ya cuentan con sendos museos de reciente apertura, a los que se ha dotado con medidas de seguridad.

Los edificios no corren la misma suerte. Sólo los que están calificados como monumentos histórico-artísticos, de cuya conservación se hace cargo el Estado, cuentan con una protección relativa. Y no faltan motivos para atender este flanco. El incendio del palacio arzobispal de Granada en enero del año pasado, que supuso "una tragedia histórica para el patrimonio andaluz"; el del monasterio románico de Samos, en Lugo, o el de Silos, en Burgos, y otras catástrofes ya mencionadas evidencian la necesidad de instalar medios preventivos, que la Iglesia alega no poder afrontar porque carece de fondos económicos.

Mucho más que el riesgo de incendios al episcopado español le preocupan los robos y expolios que se cometen en ermitas o templos poco frecuentados. Para prevenirse de los primeros se han efectuado unas recomendaciones a todos los obispos, y sólo en algunas catedrales, como las de Orense o Toledo, se han instalado medios técnicos, gracias a la eficacia mercantil de los representantes de sensores y extintores, que en ningún caso han solicitado su homologación.

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