El estructuralismo expresivo de José Luis Turina en su nueva obra, 'Pentimento'
Como en el caso de la Orquesta de RTVIE, también la Orquesta Nacional, Española incluía en su último programa, dirigido por López Cobos, una obra de autor español joven. En este caso, José Luis Turina (Madrid, 1952), situado en la frontera de la generación de Cano y la siguiente de 1961 (la de Roig-Francolí, Encinar, Benet. Casablancas, Brotons y Manuel Hidalgo). Admiramos en el nieto de Turina una seguridad de trazo y riqueza de su imaginación sonora.Pentimento, obra escrita por encargo de la Orquesta Nacional, debe su título a la pintura, cosa nada rara cuando en la familia Turina, junto a los músicos, abundaron siempre los pintores. El compositor traslada al mundo sonoro el fenómeno denominado pentimento, que Henri Marceau sintetiza como "partes de un cuadro rectificadas y que reaparecen, por transparencia, en la superficie definitiva". Lo que en la transposición de Turina reaparece es un trozo de cuarteto de cuerda.
Orquesta Nacional de España
Director: Jesús López Cobos. Solistas: Pilar Westermeier, viola; Víctor Martín, violín; Álvaro Quintanilla, chelo; Salvador Tudela, oboe, y José M. Rodilla, fagot. Obras de José Luis Turina, Haydn y Berlioz. Teatro Real, Madrid, 10, 11 y 12 de febrero.
Aparte de esta idea plástico-sonora, lo que importa es su realización y el orden personalísimo del estructuralismo turiniano, tan diverso en los resultados del de su maestro en Italia, Franco Donatoni. Hay en el del español, siguiendo con la trasposición de términos, extraordinaria riqueza de luces, que dan al suceder sonoro una imagen incesante en sus mutaciones. La poética de los timbres viene a ser ese constante manejo de la pincelada para dar a la materia máxima función protagonista. En Pentimento, el timbre-color es la idea sustantiva y a él se refiere la inspiración del compositor, capaz de una ordenación aparentemente sistemática, pero de real efectividad expresiva. El triunfo fue grande y la versión, clara y puntual.
Antes, López Cobos había expuesto con buen criterio la Sinfonía concertante en si bemol, para violín, chelo, oboe y fagot, de Haydn, y después organizó con ponderación de matices, claridad de planos y fuerte impulso dramático. Haroldo en Italia, de Berlioz, un ejemplo esplendoroso de cómo puede asumirse la narración literaria en música sin caer en descriptivismo. La parte solista de viola fue defendida con potencia y belleza sonora por Pilar Westermeier, y la orquesta sonó muy bien a las órdenes claras de su maestro titular.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.