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La provincia como espectáculo

Mi teoría no es que La Regenta sea un fiel reflejo de Oviedo, como han insistido hasta el aburrimiento críticos, sociólogos y censores diversos, sino que la ciudad ha acabado por semejar a la ficción de tanto mirarse en sus páginas.Cuando los rigurosos hispanistas que visitan la ciudad con fervor académico descubren alguna ruina literaria de Vetusta -una tertulia demoledora, un personaje de casino, una relación amorosa espléndidamente provinciana, una mordaz ironía lingüística, una fuerza viva decididamente ridícula- deberían meditar su júbilo literario, especialmente si pertenecen a la famosa y muy extendida escuela del reflejo social: esas llamativas similitudes callejeras con la narración. centenaria no son las mismas que inspiraron la pluma de Alas; sencillamente, son influencias de la novela.

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1984 es el año de 'La Regenta' en la literatura española

No, es la primera vez que ocurre este- cruce de influjos entre la literatura y eso que solemos llamar lo real. Es posible, no lo discuto, que los escritores inspiren sus textos en los contextos, pero es indiscutible que la realidad está totalmente colonizada por la ficción; incluso, en ciertas ocasiones,no es más que un oblicuo reflejo (le la misma.

Hay más influencia de El Quijote en la sociedad española que al revés; y seguramente otro tanto puede decirse, con la venia del profesor Rico, de ese conjunto de novelas que forman el género picaresco.

Después de un siglo de relaciones riada fáciles entre la novela y la ciudad, entre La Regenta y Oviedo, admito que el parecido familiar es asombroso, sobre todo en esos territorios donde todavía se mueven con desparpajo las poderosas clases medias antiguas. Gracias a la novela, Oviedo -el encantador Oviedo indiscreto de la burguesía- se ha empeñado en plagiar el modelo de Vetusta, y con notables resultados. He de reconocer que resultan sorprendentes, a veces, las analogías entre el realismo novelero y la realidad peatonal. Y precisamente en esta dependencia cultural, líteral de La Regenta encuentro yo uno de los mayores atractivos del Oviedo actual. La provincia como espectáculo, la historia como olor, la burguesía como discurso; para decirlo con palabras de Barthes, cuando el escritor francés se refería, también con nostalgia literaria, a su Bayona infantil.

Lógicamente, estos numerosos actos que se preparan en la ciudad con ocasión del centenario de la primera novela moderna española colaborarán a confundir aún -más los ya confusos planos de Vetusta y Oviedo. Yo no sé si estas celebraciones serán una buena noticia literaria para los eruditos; en cualquier caso, son una excelente noticia para los turistas ilustrados. Que no sólo de ruinas romanas y románicas se alimenta el viajero y no todos los días uno puede pasar con tanta facilidad de la realidad como género inhóspito al realismo como género literario, y pasear a ritmo de estilo indirecto libre, con serenidad decimonónica, las páginas de un clásico de la ficción.

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