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COMUNICACIÓN

El equipo de traductores del Mercado Común ante las perspectivas de incorporación del idioma español

Andrés Ortega

La reconstrucción en Bruselas de la Torre de Babel es lenta, pero eficaz, a juzgar por la buena reputación de que gozan los servicios de interpretación de la Comunidad Europea. A medida que se construyen los pisos, aumenta el número de lenguas y la complejidad del sistema. Ahora el equipo de traducción se prepara para la incorporación del español como idioma oficial. Incluso ya existen nuevas cabinas destinadas a utilizar la lengua de Cervantes. Cuando la primera ampliación de la CEE, fue necesario dar cabida al inglés y al danés, incluso al gaélico. Luego, llegó el griego. La perspectiva se centra en el español y en el portugués, pero "el español no planteará problemas", ha declarado Renée van Hoof, directora general de estos servicios, de cuya mano se han ido desarrollando.

El concepto de la interpretación ha cambiado. No se trata de traducir, sino de interpretar; es decir, de crear una situación en la cual los participantes en una reunión puedan entenderse.De hecho, los negociadores españoles han insistido en las se siones formales en la CEE, desde enero, en hablar en castellano. Es una novedad. Para Van Hoof, ha de primar la "asimetría lingüística" en la CEE. Es eficaz, pero puede causar problemas.

Por citar un ejemplo, las reuniones "alrededor de la chimenea" de las cumbres europeas llevan horas de preparativos lingüísticos. En ellas participan 10 jefes de Estado y de Gobierno y el presidente de la Comisión Europea. Antes, Schmidt y Giscard hablaban inglés. Ahora, Helmut Kohl habla únicamente alemán; Margaret Thatcher, sólo inglés, y François Mitterrand, sólo francés.

Las reuniones de ministros de Asuntos Exteriores requieren sólo, en los momentos íntimos y más confidenciales, cuatro intérpretes. Sus superiores necesitan siete, que han de ser cautamente seleccionados. Estos debates no requieren tanto el dominio de la terminología técnica como el de matiz, y la discreción. En cualquier caso, la interpretación en esos casos saele ser consecutiva, con los intérpretes tomándo notas.

Van Hoof tiene a su cargo los servicios de interpretación de la Comisión Europea, el Consejo de Ministros, el Banco Europeo de Inversiones y el Consejo Económico y Social. La interpretación se llevó en 1981 un total de 2.200 millones de pesetas del presupuesto de la CEE, sin contar los servicios separados del Parlamento Europeo y del tribunal de justicia.

Lenguas más inteligibles

Desde un primer momento, la directora general ha insistido más en la calidad que en la cantidad. La imagen de marca se ve reflejada en el hecho de que á la cumbre económica de Williamsburg acudieron intérpretes de la CEE. Pero la calidad, según Van Hoof, sólo se ve salvaguardada si se limita el número de lenguas que se usan en las reuniones. "No se trata de que unas sean más importantes que otras", explica, sino de que algunas son más entendidas que otras". Ésto, para Van Hoof, implica el régimen asimétrico, en una interpretación en la cual el "mensaje ha de pasar inmediatamente. No se trata de traducir palabras, sino su sentido, y cada solución es propia a una lengua". De hecho, un 80% de la interpretación en la CEE es simultánea.

El régimen asimétrico "permite a cada cual expresarse en su lengua, pero también comprender en otras lenguas". Van Hoof cita las reuniones de los 14 comisarios. Cada cual habla en su lengua -siete idiomas-, pero en los auriculares sólo se escucha francés, inglés e italiano (esta última lengua para el comisario Lorenzo Natali)-, es decir, cada uno usa su lengua para hablar, pero no para oír.

Con dos nuevas lenguas, el español y el portugués, habrá que revisar todo, según Van Hoof, para lo cual "no se pueden tener 60 o 70 reuniones al día en nueve lenguas. El régimen no cambiará mucho con el ingreso de Espáña y Portugal. No habrá solución teórica, pero sí práctica. Hay que desdramatizar y despolitizar el problema. Los españoles pueden expresarse en su lengua, pero comprender otras lenguas".

Cinco intérpretes españoles

Esta no es, sin embargo, la opinión que prevalece entre los cinco intérpretes de nacionalidad española. Algunos de ellos no están de acuerdo con el régimen asimétrico mencionado, tras cierta experiencia con agricultores y pescadores españoles. Dinamarca, por ejemplo, exige en todas las reuniones que haya una cabina danesa, aunque sus reprentantes se expresen en inglés.

Estos mismos intérpretes españoles aseguran que Renée van Hoof "ha elevado la dignidad de la profesión de intérpretes". Van Hoof ha hecho que la interpretación haya dejado de ser "una profesión de mujeres", pues cuando una profesión se feminiza, se derrumba un poco". Para la directora general, hay aún demasiadas mujeres en su servicio: un 56%. "Al principio, me chocó esta idea", comentó una intérprete española, pero. luego la comprendí. Y Renée van Hoof, con su mano de hierro, no es persona que cuente con inmensas simpatía entre sus subordinados.

"Más vale no tener intérpretes que tenerlos malos", explica la jefa de este servicio, siu el que la CEE no sería una realidad. Las últimas exigencias de recluta miento apuntan a la diversidad de la formación, que no ha de ser necesariamente lingüística. Eso sí, se piden tres lenguas (inglés y otras dos, comunitarias)".

Licenciaturas universitarias

El conocimiento del español y del portugúes empieza a ser una ventaja. Pero las lenguas no bastan. Se buscan licenciados universitarios en otros campos, como el científico, el jurídico o el económico. Entre los cinco españoles y españolas que son intérpretes en la actualidad (con contratos temporales hasta que España ingrese en la CEE) hay muy diversas licenciaturas: filología semítica, biología, derecho, filologías inglesa y francesa o historia y filología alemanas).

El proceso de selección para los españoles empieza en España, con ayuda, para una formación que parte de cero, de la escuela diplomática en Madrid, y, luego, unos períodos de entrenamiento en Bruselas. La última vez, de 50 candidatos sólo cinco fueron admitidos. Van Hoof no ignora, sin embargo, la importancia del castellano para las relaciones entre la CEE y Latinoamérica. Es un proceso en creación. En la universidad de Monterrey se celebran cursos para anglófonos con conocimiento del castellano y del portugués, que luego pasarán por Bruselas. Las nuevas salas de reunión en Bruselas ya cuentan con cabinas para español, pero hay una evidente penuria. En un 1,9% del total de las reuniones de Bruselas se utiliza el español con 40 intérpretes del castellano hacia otras lenguas; y cinco, ampliables a nueve, de estas otras lenguas de la CEE al español.

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