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Continúan las diferencias comunitarias sobre los productos mediterráneos

Andrés Ortega

El fracaso interno en la Comunidad Económica Europea (CEE) ante la reforma del acervo mediterráneo dificulta una vez más las negociaciones para el ingreso de España. En su reunión de ayer los ministros de Agricultura de la CEE tuvieron que admitir el fracaso, al no lograr un acuerdo sobre la reforma de la normativa de protección a las frutas y hortalizas y al aceite de oliva. Y sin esta reforma, Francia no abrirá la negociación sobre el capítulo agrícola para el ingreso de España. El ministro francés Michel Rocard rehusó hablar de veto o de condición previa, refiriéndose, por el contrario, a una "precaución inteligente". Rocard fue ayer, sin embargo, explícito al admitir que "el retraso que tomamos hoy y el fracaso de este consejo de ministros puede hacer más difícil la definición del mandato para negociar con España".El presidente de esta reunión, el ministro griego de Agricultura, Constantinos Simitis, habló de "progresos considerables", en base a un texto de compromiso presentado por él sobre el cual se centrarán las discusiones en las próximas semanas. No se declaró ni optimista ni pesimista. Pero persisten los problemas. Francia quiere una disposición especial sobre la definición de "crisis grave" que especifique con claridad a qué nivel de desmoronamiento del mercado del sector hortofrutícola se llevaría a cabo la intervención comunitaria. Según Simitis, se había mencionado "el problema de las importaciones crecientes de frutas y hortalizas provenientes de España, que puede agravarse después de la adhesión".

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Otros puntos de litigio son la mejora de la protección externa y el grado de representatividad de las organizaciones de productores a través de las cuales se canaliza la ayuda comunitaria. En cuanto al aceite de oliva, la delegación británica quiere que se revise todo el régimen -para ahorrar fondos y replantear todo el sector de los aceites y materias grasas-, mientras otros países sólo desean una modificación parcial de la normativa. La división Norte-Sur quedó de nuevo patente. Si antes los países mediterráneos se oponían a las propuestas sobre la mesa, son ahora los del Norte, poco interesados en estos productos, los que se resisten a aceptar el compromiso griego. Italia no quiere, por otra parte, separar la cuestión hortofrutícola de la del aceite de oliva.

Rocard señaló que si se negociara ahora el capítulo agrícola con España se plantearían problemas a los que no se puede contestar, pues la CEE no ha reformado aún su acervo comunitario. Rocard no hablé de veto ni de condiciones previas, sino de "salida inteligente". Pero la postura francesa no ha cambiado y esto fue lo que explicó Rocard a su homólogo español, Carlos Romero, el pasado fin de semana en París, explicándole que tiene demasiados problemas con sus propios agricultores.

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