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31º Festival de San Sebastiám

Colomo y King Vidor se disputaron el protagonismo del certamen

Desde hace un par de días, el barrio viejo de San Sebastián aparece salpicado de carteles de Herri Batasuna en los que se reproduce en blanco y negro el poster anunciador de esta edición del Festival de Cine. La manzana que sirve de motivo principal al anuncio original se ve horadada por un gusano de cuya boca surge la frase: "85 millones para el festival de cine español en Donostia". Otras quejas que figuran en el mismo cartel: "25 millones para pagar la venida de Lola Flores y Ramón Jáuregui", "cero millones para el cine vasco".

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Lola Flores no ha venido y Ramón Jáuregui, delegado del Gobierno central de Euskadi, que estuvo en la inauguración, no se merece ese trato. Pero los de HB tienen que dejar constancia de su protesta, quizá menos enérgica de lo que quieren aparentar.Por lo demás, el día de ayer, hermoso, soleado y risueño, estaba pidiendo a gritos fiesta, jolgorio y festivaleo. No obstante, resultó, en general, de lo más tranquilo. Dentro de la Sección Oficial se presentó un único filme, La línea del cielo, de Ferdando Colomo, en donde, una vez más, el director deTigres de papel refleja la estupidez humana sin que uno sepa muy bien si se encuentra a favor o en contra de la misma. Con un Andrés Resines, nuevamente protagonista, lanzado en línea directa hacia la nada, Colomo refleja un Nueva York visto a través de los ojos de un paleto progre y la película resulta entretenida y bastante sazonada de gags más orales que visuales. Con todo, Nueva York es lo bastante fotogénica y los personajes neoyorquinos que aparecen en la película lo bastante chocantes como para asegurar hora y media de diversión.

Por la tarde, quienes no se dejaron tentar por el morbo de ir a ver llegar a John Travolta a bordo de su avión particular -con papá, madrastra y dos sobrinos- acudieron a la proyección de The crowd, de King Vidor, en sesión única y excepcional, con acompañamiento musical de la Orquesta Nacional de Euskadi, dirigida por Carmelo Bernaola, autor de la partitura. Una buena sesión de cine sin tacha, que a los espectadores hizo notar todavía más la vulgaridad de gran parte de cuanto se ha exhibido en San Sebastián estos días.

En el capítulo de cortometrajes, ese apartado tan poco atendido generalmente por la crítica, hay que destacar, en el día de ayer, la proyección de Ikuska 13, de Imanol Uribe, algo así como un noticiário muy bien rodado sobre la canción euskaldún; el corto Malcolm, de Fernando Cobo; Hop?, de Juan Antonio G. Gamero, que vienen a unirse a un filme tan simpático como El ojo de la tormenta, realizado por Ernesto del Río y Luis Eguiraun. El corto está vivo, y es una pena que entre unos y otros no le dediquemos suficiente atención.

Trofeo para Anna Magnani

A última hora de la mañana se celebró también la entrega de un trofeo en homenaje a la memoria de Anna Magnani, la extraordinaria actriz italiana a quien se ha venido dedicando un ciclo a lo largo del festival. Massimo Rainieri, que a los 18 años fue inolvidable intérprete cinematográfico del Meteo, de Vasco Prattolini recibió la estatuilla, mucho mayor y muy emocionado: "Trabajé con Anna cuando sólo tenía 19 años y estaba empezando, y la amé inmediatamente, como la amábamos todos. Yo, que soy napolitano, le debo el haber conocido las canciones de mi tierra, que ella cantaba con singular desgarro y talento. Hoy estoy demasiado conmovido como para añadir gran cosa más".En el apartado Nuevos Realizadores, Italia presentó Amore tossico, de Claudio Cáligari, y Estados Unidos, la película Koyaanisquatsi, de Godfrey Reggio, en cuya producción ha participado Francis Ford Coppola.

Por lo demás, se defleca el cotilleo frente al Cantábrico, en un ir y venir bastante lánguido de comentarios. Se sabe que la mujer de Gabriel Celaya le pidió la otra noche a Paco Ignadio Taibo la guayabera mexicana que éste lucía, y que el íntimo amigo de Buñuel y jurado de Nuevos Realizadores se quitó para entregársela galantemente. Que Juana Ginzo, a su paso hacia Biarritz, tuvo que soportar las preguntas de aduaneros y policías del control de pasaportes acerca de las características anti-Guardia Civil de la película de Eloy de la Iglesia El pico. Que la proyección de La conquista de Albania, de Alfonso Ungría, se ha retrasado hasta hoy, viernes, para que pueda asistir el lendakari Carlos Garaikoetxea. Se comenta, incluso, que ha habido reticencias respecto a la presencia de Pilar Miró en la clausura, en un intento de quitarle protagonismo a la Dirección General de Cine en el Festival. Y muchos etcéteras. Por lo demás, parece como si no pasara nada, como si la tensa jornada del miércoles se hubiera esfumado en el recuerdo. Isabel Mestres, protagonista de Truhanes y El arreglo, concede entrevistas sin parar, hecha toda una profesional y laboriosa catalana, antes de regresar a Almagro, en donde será la Doña Ana de Pantoja de Miguel Narros. Julieta Serrano divide su tiempo entre ver cine e ir a la playa, y Eleonora Vallone, hija de Raf, enseña lo que puede sin que nadie le dedique gran atención. A ver si Travolta anima el cotarro.

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