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31º Festival de San Sebastián

El niño al que le crecieron las películas

Fernando Colomo, que ahora tiene 38 años, se aficionó al cine desde que usaba pantalón corto, creciéndole luego las películas como la ropa, aunque no por ello perdiera su aire angelical de niño simpaticán que no hace daño a nadie y que, además, tiene gracia. Cuenta las cosas como las ve, narra cuanto le ocurre.Ahora, por ejemplo, se ha ido a estudiar inglés a la ciudad de Nueva York, y a la vuelta se ha traído para el festival de San Sebastián una simpática película en la que cuenta las peripecias que allí tuvo con el idioma y con los ligues, aunque como contrapartida no obtuviera, al parecer, ninguna idea o emoción realmente nuevas.

Hace ahora seis años apareció, tímido y desconocido, en este mismo festival con su primera película, Tigres de papel, y aunque trataba de cosas tristes, el público se no con ganas aplaudiendo la fres.cura de aquellos personajes, tan frecuentes en la calle como extraños en el cine. Se habló, en consecuencia, de una escuela de Madrid o de Yucatán, que es el nombre de la cafetería en la que diariamente se reunieron Fernando Trueba, óscar Ladoire y, entre otros, el propio Fernando Colomo para, entre risas, inventar sus películas futuras.

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Espíritu corrosivo

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, interpretado por Carmen Maura, fue el segundo título de Colomo y, como es habitual en segundas obras, producto antes del desconcierto que del mismo espíritu corrosivo que había alimentado la obra anterior: el crecimiento y preocupación que suponen saberse ya profesional del cine aumentó, en el caso de Fernando Colomo, por su definitivo .rechazo de la arquitectura como medio de vida.

La mano negra, con Joaquín Hinojosa, su tercera película, transformó en fórmula aquel estilo madrileño, sin añadir ni quitar nada o, en cualquier caso, evidenciando que sólo a veces, y difícilmente, detrás de la broma ingenua cabe una reflexión por muy entrañable que sea el producto.

Otros cineastas igualmente jóvenes abundaron en la misma línea de la que, finalmente, Feman» do Colomo pareció distanciarse con cierta madurez en Estoy en crisis, que se presentó el pasado año en este festival recibiendo de nuevo los aplausos de un público que' celebra alegremente el reencuentro con la comedia.

El cine de humor español ha estado en manos, paradójicamente, de los autores más conservadores, exceptuando junto a Luis Berlanaa a otros directores menos popurares. Con la generación de Fernando Colomo, el género se hizo crítico o, al menos, irónico, renovador y, en cierto modo, testimonial.

La generación de los que ahora tienen más de 30 años sólo se ha visto reflejada en las películas de Yucatán, aunque en la mayoría de los casos no haya sido más que un reflejo epidérmico: casi todos tenemos, efectivamente, problemas con el puñetero inglés y con los ligues. También nos pasan otras cosas, pero aún están por decir en ese cine.

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