La variedad del vídeo

El interés, la variedad de obras y de estilos y una calidad de programas que en su conjunto puede considerarse alta, distinguen a la segunda edición del Festival de Vídeo por oposición a lo que está sucediendo en su homólogo de cine y a cuya tutela está encomendado este pariente pobre en'infraestructura de organización y presupuesto (ocho de los 80 millones de pesetas del festival están dedicados al vídeo) pero generoso en propuestas de nuevas fórmulas de comunicación, en experimentación de vías alternativas de lenguaje y creación estética, y en investigación sobre los recursos tecnológicos de un medio muy lejos ya de los rutinarios usos que le da la televisión.El público, que es superior al del año pasado -con una media que oscila entre las 100 y las 300 personas, según las sesiones, y que se considera normal en este tipo de manifestaciones- puede elegir 'desde las nueve de la mañana entre'un programa diario de aproximadamente 10 horas de visionados.

Junto a obras que no son más que efimeros entretenin-fientos de artistas y narcisistas retozos con el juguete electrónico, se han exhibido el martes y miércoles, en el concurso internacional, obras de calidad: Las cintas de los canadienses M. Morris/V. Trason y Ernest Guzella, la del norteamericano Dan Reeves. Y, especialmente Stations, del también estadounidense Robert Wilson sobre los sueños y fantasías de un niño, por citar lasmás significativas.

La sola presencia del norteamericano Bill Viola -con creaciones rebosantes de poesía y de sugerencias sobre la percepción-, de la veterana pareja Steina y Woody Vasulka, europeos afincados en Estados Unidos, artesanos e investigadores de las más sofisticadas imágenes con aparatos que diseñan y construyen ellos mismos, habría sido suficiente para otorgar a este festival el máximo grado de interes.

The Commission, ópera totalmente electrónica de los Vasulka, en tomo a Paganini y Berlioz, interpretados respectivamente por Emest Guzella y Robert Ashley, fue premiada con los más efusivos aplausos del festival. Se suma a ello la sesión antológica sobre los premios de MonitEUR, que proporcionan a los espectadores una clave útil para distinguir y apreciar la calidad; la sesión sobre el vídeo y cine, presentada por el especialista francés Jean Paul Fargiel, dedicada sobre todo al cineasta Raúl Ruiz; y la que se exhibe hoy sobre el músico y artista audiovisual catalán José Montes Baquer.

Hay, por otra parte, una excelente vídeo-instalación de la catalana Eugenia Balcells, From the center, realizada en Nueva York con 12 cintas diferentes distribidas en una circunferencia de otros tantos monitores. Desde el centro del círculo se puede explorar en todas direcciones la visión poética de la autora que es alegoría de la vida, del universo de nuestros espacios e historia. Al lado, otra instalación de una joven pareja vasca, El lavabo, de Isabel Herguera y Mikel Arce, aporta un grado de frescor y sugerencias sobre ese deleite inmediato que pueden dar las cosas codiciadas cuando se ama, en este cáso el aseo matinal y la función del espejo del cuarto de baño convertido en terminal de vídeo. Esther Ferrer se expondrá al público mañana, con una acción (Performance) que rompe los esquemas ordinarios con que nos comunicamos.