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31º Festival de Cine de San Sebastián

El certamen de vídeo se abre con una obra del dibujante Juan C. Eguillor sobre Bilbao

ENVIADO ESPECIALEl dibujante Juan Carlos Eguillor abrió en la tarde del lunes el concurso internacional de vídeo con la obra Bilbao la muerte, una "visión poético-catastrófica", como él la ha descrito, que en 20 minutos propone una reflexión amarga y valerosa sobre la ciudad.

Vasco por los dos costados, Eguillor, nacido en San Sebastián, vive en Bilbao en una casa que estuvo a punto de ser arrasada por las inundaciones. Una tormenta con lluvias torrenciales anteriores a las inundaciones es el punto de partida de su inspiración. Al principio trató sólo de experimentar con el vídeo sus propios dibujos. "Teatritos irrecortables", maquetas, fetiches y utensilios como tazas y teteras, buscando el efecto de tres dimensiones con variaciones de iluminación y sin recurrir a trucos de animación, aprovechando incluso los defectos técnicos en el registro de las imágenes provocados por errores del artista en la manipulación de los instrumentos.

Sin embargo, la realidad y sus amuletos se van apoderando gradualmente de la obra. Paquetes depositados sobre un pavimento que semeja un tablero de ajedrez; la irrupción en la banda sonora de las sirenas, un sonido ambiguo de terror, urgencia, extención de vida, muñecos que caen abatidos o rebotan entre sangre contra los muros de un decorado cerrado por cuya pared penetra un cañón de juguete. El cartel luminoso, intermitente y reiterativo de "Bilbao la muerte" plasma lo que primero eran intenciones "poético-catastróficas" en interferencias y desajustes sociales y políticos sin que se sepa si éstos son causa o efecto de aquéllos.

Pende, además, del techo la bombilla del Guernica en órbitas elípticas para acentuar el drama del cuadro creado por Eguillor. Se reiteran las imágenes de escaleras sin puntos de apoyo, cabezas con raíces metálicas que crecen hacia arriba, de manos que empuñan el dedo índice y dibujos que perfilan el fuselaje industrial y obrero de la gran ciudad vasca.

Si ello no fuese suficiente, el autor desnuda su ánimo al intentar entre las letras de Euskal Herría y el plano de una ikurriña de papel un rótulo que dice: "Yo he soñado que soñaba que no me dejaban soñar". La banda sonora inicia pon la música de El mundo está loco que acaba pareciéndose a la música onírica del circo de Fellini de 8 1/2.

Eguillor efectuó aquí su primera obra en vídeo, realizada seguramente con fósiles tecnológicos si se compara con los sofisticados instrumentos de los norteamericanos, y apuntó que va a ser, sin duda, un importante creador de vídeo español artístico, que actualmente carece de soportes financieros. Eguillor confiesa por escrito: "No me preocupaba el aire de chapuza que pudiera tener, pues pienso que un vídeo experimental debe asumir ese riesgo. En todo caso, defiendo el derecho a la espontaneidad, aunque fuera un tanto histérica". Bilbao la muerte inauguró con toda dignidad este concurso en el que se presentan 40 obras de 16 países, cinco de ellas españolas, aunque difícilmente podrán competir en recursos técnicos con la abrumadora superioridad norteamericana.

Primarily speaking, del norteamericano Gary Hill, fue quizá la obra más acabada y trabajada de las ocho que se ofrecieron en esta sesión. El autor, a partir de la inserción de dos canales visuales en la misma pantalla, plantea una reflexión sobre la ambivalencia y convergencia del lenguaje y de la información con un impecable y laborioso trabajo de edición.

Le chant du satellite, del grupo belga Montfaucon Research Center, es una elegante investigación donde se enlazan la información y la sátira, clave de la opereta, con una presentadora vestida de azafata que canta en lírica los textos sobre las transfusiones de programas y servicios que operan las televisiones de la Eurovisión (UER) desde su Centro de Control Ergonómico de la Visión.

Antología de Bill Viola

La sesión de noche estuvo dedicada a una muestra antológica del norteamericano Bill Viola, que arrancó aplausos del público con sus obras de extraordinaria belleza, como "Poemas visuales, alegorías abiertas a distintas interpretaciones a partir de imágenes y sonidos del mundo real".En la sesión matinal de ayer se inauguró el concurso de vídeo vasco al que concurren 10 obras, casi todas producidas expresamente para el festival. Inventario, de Josu Rekalde, realizada por estudiantes del Centro de Producción Audiovisual de la facultad de Bellas Artes de Bilbao, es un catálogo de situaciones cotidianas entreveradas de absurdo, cuyo tratamiento visual es convencional si bien se apuntan lenguajes innovadores en secuencias como la de la manifestación. La vasco-francesa Kristiane Etsaluz presentó una larga obra documental en vasco, Zubaren Adarra, de contenido etnográfico sobre las relaciones entre el hombre y la naturaleza.

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