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Reportaje:

El 'milagro' del petróleo mexicano y su artífice, en el banquillo

Ocho automóviles y dos motocicletas siguen cada paso del senador mexicano Jorge Díaz Serrano. No hay en ello ningún alarde de escolta personal, de los que nutrían su tradicional liturgia del poder. El suyo es un cortejo policial impuesto mientras se anula su inmunidad parlamentaria, para evitar que abandone el país sin ser juzgado por fraude de casi 5.000 millones de pesetas cometido presuntamente cuando era director general de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex). El cerco se cierra con un helicóptero que sobrevuela a ratos su lujosa casa de Lomas de Chapultepec, el barrio residencial más característico de la alta burguesía.

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En busca de 317 millones de barriles de crudo

El padre del milagro petrolero se ha convertido en pieza maestra del programa de renovación moral que preconiza el actual Gobierno. Su credibilidad se desmoronaría si el senador lograra evadirse como otros acusados ilustres: el ex gobernador León Bejarano y un sobrino del ex presidente López Portillo, que voló a Estados Unidos un día antes de verse involucrado en el escándalo de la Comisión Nacional Azucarera.Todos los procesos anteriores han sido eclipsados, por éste, que una semana después de hacerse público merece aún titulares de ocho columnas en los periódicos. Varias circunstancias explican que el juicio de un director general desbanque de los índices de popularidad otras causas que en el pasado sentaron en el banquillo a varios ministros: Díaz Serrano fue considerado el número dos del Gabinete López Portillo; aun sin ser secretario de Estado, durante meses se citó su nombre como posible candidato a la presidencia, y al frente de Pemex manejó la mayor caja del Estado mexicano, con ingresos anuales que al cambio actual superan los dos billones de pesetas.

Estos antecedentes han llevado a la Comisión Parlamentaria de Justicia a reunirse aun en domingo para dictaminar en un plazo récord de cuatro días, y por unanimidad, que era procedente iniciar los trámites de desafuero contra el senador. El pleno de la Cámara de Diputados, cuyo período ordinario de sesiones empieza el 1 de septiembre, ha sido convocado con carácter urgente para designar al grupo instructor, que tendrá un plazo de 60 días para determinar, luego de oír al acusado, si hay o no indicios racionales de delito.

El acusado parece ser el único que confía en salir ileso de esta desventura. En una nota distribuida a la Prensa, ha asegurado que diluirá las presunciones de responsabilidad que pesan contra él. Abogados ilustres de México hacen cola ante su casa para encargarse del proceso más sonado de la última década.

En los periódicos sólo ha salido en su defensa la pluma solitaria de la comentarista Margarita Michelena en las páginas de Excelsior, que el propio Díaz Serrano compartió cada miércoles desde hace 10 meses. El resto es leña para la gran fogata ritual.

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Chivo expiatorio

Pero aun sin defender al ex di rector de Pemex, cuyos turbios manejos en la empresa petrolera ya han gastado ríos de tinta en el pasado, no faltan los que creen que el senador por Sonora se ha convertido en el chivo expiatorio del anterior Gobierno. Su procesamiento estaría llamado a saciar las ansias de revancha de un pueblo engañado y empobrecido por los delirios de grandeza de López Portillo, que hoy pasea su melancolía por Francia, convencido de que será respetado por su sucesor.Algunas voces piden que se depuren responsabilidades al más alto nivel. La mayoría cree que no se llegará a tanto. En un país como México, donde toda, legitimidad nace de la presidencia, el juicio de un ex presidente podría hacer tambalear la estructura completa de un sistema que ha funcionado por espacio de medio siglo.

Un miembro del actual Gabinete manifestaba en privado que era necesario manejar con cautela es tos asuntos, porque cuando empieza a correr la sangre nunca se sabe cuándo va a parar. El enjuiciamiento de Díaz Serrano ha revelado que el pueblo quiere más, y a su mismo nivel sólo queda otra presa codiciada del anterior Gobierno: el ex regente de la capital, Carlos Hank. Por encima, única mente López Portillo.

A juicio de varios políticos mexicanos, la suerte de estos últimos dependerá del éxito que tenga Miguel de la Madrid en su programa anticrisis. Su mayor garantía de inmunidad sería una mejora general de la situación, económica.

No es casual el momento elegido para lanzar a Díaz Serrano a los leones. La baja popularidad del Gobierno se ha traducido en la pérdida de las alcaldías en las capitales de Durango y Chihuahua, a favor de la derecha. Las huelgas de junio se levantaron en medio de un sentimiento generalizado de frustración, con unas subidas promedio del 15%, que apenas cubren un tercio de la inflación registrada en los seis primeros meses.

Algunos huelguistas tuvieron que reanudar el trabajo con el mismo sueldo, como los empleados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un conglomerado de.300.000 estudiantes y 25.000 trabajadores que suele ser explosivo en épocas de crisis.

Otros se han encontrado sin subida y con un intento de liquidación de plantillas. Éste es el caso de Uranio de México (Uramex), una sociedad estatal dominada por un sindicato de izquierda fuertemente combativo. El director general, Alberto Escofet, ha propuesto simplemente el despido de toda la nómina, lo que equivaldría a paralizar el programa nuclear que él mismo inventó.

Pemex, una cloaca

Según numerosos indicadores, la tensión social debe aumentar en los próximos meses. Las modestas subidas de salarios han desencadenado ya alzas de precios que escapan al control del Gobierno. Las tortillas de maíz y el pan han subido entre el 50% y el 100%. Millones de mexicanos comerán aún menos. Agosto y septiembre están llamados a ser meses de alta conflictividad. En esa época debe ingresar en la cárcel Díaz Serrano, una vez levantada su inmunidad.A partir de ese momento empezará a destaparse la gran cloaca de Pemex. El asunto de los dos buques gaseros, con sus 34 millones de dólares volatilizados, parece sólo el expediente más claro, pero no es ni de lejos el más abultado. Se asegura que los controladores tienen cuatro más. Ya hay quien ve a Díaz Serrano, de 62 años, en la cárcel de por vida. En todo caso, la mayor expectación radica en si el ingeniero se defenderá por elevación, acusando a su protector y amigo López Portillo, con quien compartió muchas horas de golf y footing.

El acusador más constante de Díaz Serrano ha sido otro ingeniero, Heberto Castillo, líder del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Desde 1977 no ha cesado de pedir primero la destitución y luego el procesamiento del director de Pemex. Él opina, y así lo ha escrito en la revista Proceso, que "el fraude del que se le acusa parece cuidadosamente escogido para evitar que apareciera implicado el ex presidente José López Portillo".

Se trata, en efecto, de una compra fraudulenta, con un sobreprecio de 34 millones de dólares, que no traspasa los límites de Pemex y cuya responsabilidad se cierra en el director general. En definitiva, una operación similar a la denunciada en la adquisición de varios equipos de perforación con tarifas infladas en casi 100 millones de dólares. Por este hecho están acusados dos subdirectores que prefirieron acogerse a la inmunidad de terceros países.

Otras denuncias contra Díaz Serrano, que podrían implicar a su protector López Portillo, no se han traducido hasta ahora en procesos fonnales: la venta clandestina de crudo en el mercado libre de Rotterdam, la manipulación de los presupuestos generales de Pemex hasta por 4.000 millones de dólares de la época y la desaparición de 317 millones de barriles de crudo. Sobre todo ello, Heberto Castillo ha escrito hasta el cansancio sin que ningún juez lo tome en cuenta. Según sus cálculos, los cuatro años y medio que Díaz Serrano permaneció al frente de la empresa le costaron al Estado más de 10.000 millones de dólares.

Reducir el asunto de Pemex a los dos buques gaseros será, a su juicio, "el mayor fraude cometido por el Gobierno en la historia moderna de México. Será tratar de engañar al pueblo haciéndole creer que lo que salta a la vista es el iceberg, cuando todos sabemos que es sólo la punta".

Perfil del senador Jorge Díaz Serrano en la última página.

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