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Violencia en Buenos Aires en la mayor demostración popular de repudio al Gobierno militar desde 1976

Unas 100.000 personas, al grito de "los militares al paredón", tomaron parte ayer en la marcha del pueblo por la democracia, la mayor demostración popular de repudio contra el Gobierno militar que tiene lugar en Buenos Aires desde el golpe de Estado de 1976. Aunque la manifestación se desarrolló durante dos horas sin incidentes gracias a la vigilancia montada por los propios organizadores, la policía intervino finalmente en la Plaza de Mayo, frente a la residencia presidencial, donde se produjeron numerosas escenas de violencia, resultando muerto un manifestante y otros muchos heridos.

Numerosos faroles de la Plaza de Mayo quedaron destruidos y los manifestantes encendieron una gigantesca fogata ante el Ministerio de Bienestar Social que los bomberos intentaban anoche apagar, mientras varias ambulancias recogían a un número indeterminados de heridos.En la Plaza de Mayo los manifestantes arrojaron piedras contra la Casa de Gobierno e incendiaron una moto de la policía. Al menos una decena de agentes resultaron heridos.

Un joven manifestante resultó muerto de un disparo efectuado por un civil desconocido que bajó de un automóvil habitualmente utilizado por la policía, según informa la agencia France Presse. Una hora después de la disolución de la marcha, ya entrada la noche, proseguían los enfrentamientos entre policías y grupos de manifestantes que les gritaban "¿por qué no habeis luchado así contra los ingleses?".

Reivindicaciones

Los organizadores de la marcha, la Multipartidaria -que agrupa a los cinco principales partidos políticos del país-, dieron a conocer un documento en el que exponen los principales objetivos de la concentración: la rectificación de la actual política económica y social, la realización en julio de 1983 de las elecciones nacionales y la inmediata entrega del poder dentro de un plazo no mayor a los sesenta días de conocidos los resultados electorales.El resto de las reivindicaciones, expresadas en términos considerados "duros" por los autores del documento, reclaman el cese del estado de sitio, el esclarecimiento de las responsabilidades por la guerra de las islas Malvinas, la normalización sindical y la devolución a los sindicatos en sus obras sociales, y una solución justa y con verdad al problema de los desaparecidos.

El impresionante cerco policial a todo el centro de la ciudad se aplicó desde la mañana a pesar de que la Jornada laboral se desarrollaba con normalidad. Todos los peatones que ingresaban en las inmediaciones de la Avenida de Mayo eran revisados meticulosamente. Posteriormente, la policia se retiró a considerable distancia de acuerdo a lo pactado con los organizadores y el control quedó en manos de los militantes de las juventudes políticas.

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A las 4 de la tarde la mayoría de los comercios cerraron sus puertas en señal de adhesión y los miles de empleados de oficinas y bancos se agregaban a las columnas una vez concluidas sus tareas. Los autobuses que traían a las delegaciones del interior del país quedaban aparcados en, lugares especialmente reservados. Grupos de jóvenes médicos instalaron puestos sanitarios y otros formaban improvisados conjuntos musicales con guitarras y tambores que animaban al público a cantar canciones tradicionales en medio de los estribillos habituales en todas las manifestaciones públicas de estos días. En particular el ya clásico "se va a acabar la dictadura militar".

Ayer se conocieron las primeras conclusiones de los obispos después de sus entrevistas para cumplir con el llamado servicio de reconciliación. Un portavoz de la Iglesia aseguró que los obispos encargados tuvieron acceso a un documento según el cual la declaración que están preparando las fuerzas armadas sobre los desaparecidos "no significa ningún paso adelante".

Argumentos militares

Los argumentos militares son los mismos que se esgrimían durante el gobierno de Videla. Se habla de "autodesaparecidos, de desaparecidos que están en la clandestinidad y de víctimas de presuntos excesos habituales en toda guerra".Por otra parte, funcionarios oficiales desestimaron la marcha por la democracia calificándola como "un acto normal como los que se hacen en todos los países" y aseguraron que la institucionalización del país "tiene un ritmo técnico imposible de forzar".

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