Militares y periodistas

Juan Grijalbo nos reúne en Lhardy para cenar con Martín Prieto, subseñorito de este periódico. La presentación del libro que ha escrito Martín Prieto la hace Alfonso Guerra. Se trata de las famo sas "crónicas de Campamento", aparecidas en estas páginas.Guerra opina que la prosa de MP es buena, pero con un toque decadente. Yo le diría a este político tan futurible que precisamente lo literario, lo diferente del estilo de MP está en la decadencia. Niega asimismo que se trate de un libro, sino de una adunación de crónicas -"reportajes" lo llama él, con grave impropiedad periodística-, y a mí me parece que, por el contrario, las crónicas fueron escritas inconscientemente con voluntad de libro, de secuencia, de consecuencia, y por eso ahora se leen como un todo. Con lo que asimismo disiento del editor, que quiere poner fecha a cada crónica / capítulo. El libro de MP es ya un continuum narrativo que no debe ser picoteado con fechas. Juan Luis Cebrián es partidario de preguntarle a Alfonso Guerra. qué va a hacer con las Fuerzas Armadas cuando sea el segundo del Gobierno, o sea, del PSOE. Tras la visión de Felipe González por la tele (o "visualización", como se blasfema ahora), Fernando Savater contesta a eso que él no se siente especialmente protegido por ningún Ejército, y quizá por eso se va a Venezuela, que es un país con menos violencia secularizada que peatonal. Javier Pradera dice que la Tercera República Francesa duró cuarenta años con un ejército no republicano, y sólo se interrumpió por la guerra del catorce. Equipara intuitiva mente el 23-F con el affaire Dreiffrus. José Luis Gutiérrez le dice que eso es un juego intelectual y Pradera replica que no le con siente que vuelva a pronunciar la palabra "intelectual" con deje peyorativo.

Ramón Tamames explica que hay que modernizar el Ejército y hace algunas referencias reticentes al PSOE o parte, lo cual desata la lengua anabolena de Guerra, que ya previamente nos había advertido de que él, cuando quiere, tiene una lengua "bífida". A mí esto me recuerda a Emilio Romero cuando hace semejantes advertencias. El "ay qué malo soy" me parece de una bondad / ingenuidad casi entrañable. El malvado vive su maldad como una inocencia. MP firma libros, Leguineche calla, Ramón Pi dice que lo de Franco fue un jacobinismo, y Pradera le puntualiza, tras aclarar que no le conoce de nada, que está confundiendo jacobinismo con napolconismo. Luis María Ansón explica unas declaraciones suyas a la revista militar Reconquista, dice que la agencia Efe no tiene opinión (lo cual divierte muy justamente a Guerra) y nos recuerda que él rechazó el manifiesto militar de los cien.

Pi vuelve, muy preocupado, sobre la cúpula militar, pero su cúpula verbal se le disuelve pronto, como el helado del postre. Pradera explica, muy en estrella de la cena, y con razón, que la Prensa es megalómana y que Ansón participa ampliamente en esa megalomanía. Ansán se había deslizado previamente entre Cebrián y yo para preguntarnos si tenemos problemas entre nosotros. El señorito le replicó como es debido. Pedro José Ramírez ríe mucho las ocurrencias retrochelis de su empleado Gutiérrez y encarna en Ansán lo más curado y luciente del periodismo, en tanto que Pradera plantea: "El espectáculo de la Prensa me da vergúenza ajena. Ajena, según Ansán, porque no tengo carné. Propia, según yo, que estoy en un periódico". Eduardo Haro Teeglen me explica que donde está el espejo del comedor, antes había un retrato de José Antonio Primo de Rivera, que habló aquí antes o después del famoso mitin de la comedia. Luego me recuerda: "Este salón lleva un siglo oyendo las mismas cosas sobre los militares, que si deben ser así o de otro modo. Los militares, naturalmente, siguen siendo los que son".