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Críticas en el Reino Unido por la información oficial durante la guerra de las Malvinas

Andrés Ortega

Los militares británicos han ganado la guerra de las Malvinas, pero no la batalla de la información que les libran los enviados especiales británicos que cubrieron este conflicto sobré el terreno. Uno tras otro, vienen desfilando estos días ante la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes, que está investigando la política informativa del Ministerio de Defensa durante la crisis. Las quejas de los periodistas son prácticamente unánimes, acusando al ministerio de incompetencia y de haber intentado deliberadamente manipular la información.

El vicealmirante John Sandy Woodward, comandante del destacamento naval británico, intentó que los periodistas mandaran información falsa para confundir al enemigo y retrasó el despacho de crónicas, aseguró Brian Manrahan, de la BBC. Los corresponsales tuvieron que luchar contra tres barreras de censura: la de los militares sobre el terreno, la de los civiles del ministerio que acompañaban a la fuerza expedicionaria y la del propio ministerio en Londres.D. McGowan, del Daily Express (conservador), considera que la ayuda soviética a los periodistas en Afganistán había sido mejor que la británica en las Malvinas, Las quejas de los periodistas son aún más duras contra los civiles encargados de las relaciones públicas que contra los militares. Muchas veces aquéllos censuraban información que los mandos militares habían autorizado. Así, Max Hastings, del vespertino londinense The Standard, logró mandar una crónica a través del sistema de comunicaciones directas con Londres de los comandos SAS (Special Air Service) y el ministerio la retuvo tres días.

Sir Frank Cooper, subsecretario permanente del Ministerio de Defensa, aseguró que su departamento, aunque no hubiese revelado toda la verdad, no había mentido. A Michael Nicholson, de la cadena comercial de televisión ITN, un militar, le dijo que tenía que hacer "una labor propagandística" en sus informaciones. Nicholson piensa que incluso la censura militar israelí es mejor, porque al menos se pueden usar las cámaras libremente y discutir después con el censor. Durante la guerra, no llegaron imágenes de las acciones, aunque, asegura la BBC, técnicamente era posible. Según Nicholson, los periodistas no podían ni siquiera informar que sus crónicas eran censuradas. No se podía mencionar la isla de la Ascensión para no poner en aprietos a Estados Unidos.

Se tomaron fotografías del destructor Sheffield -alcanzado por un misil Exocet- porque Woodward quería verlas y no podía ir él mismo en helicóptero. Los. enviados especiales no pudieron informar de que el Sheffield había sido tocado. Ese mismo día, en Londres, John Nott, ministro de Defensa, lo revelaba. El ministerio dijo que el Sheffield se hundió en una tempestad cuando era remolcado. En realidad, ya incendiado, lo hundió la Royal Navy.

Los periodistas, según el capitán Middleton, del portaaviones Hermes, no podían transmitir sus crónicas desde los buques a los barcos auxiliares -desde donde eran enviadas, a Londres por satélite- porque hubiesen reveladó la posición de las unidades navales. Middleton autorizó, sin embargo, el uso de este sistema en dos ocasiones en que le urgía que buenas noticias llegaran, a Londres. Una fue el hundimiento del crucero argentino General Belgrano.

La censura llegó a niveles insospechados. Un coronel suprimió de una crónica la referencia a la gorra del general Jeremy Moore, que un periodista había comparado con la de Fidel Castro. John Withero, de The Times, descubrió a su llegada a Londres que la mayoría de sus crónicas nunca llegaron a su periódico.

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La gran parte de los corresponsales admiten que algún tipo de información no podía ser publicado. Así, el hecho de que muchas bombas argentinas no hicieran explosión al tener defectuosos sus detonadores; de haberlo sabido, los hubiera cambiado el enemigo. Pero los periodistas británicos se quejan del retraso de las informaciones y de la mezcla por el ministerio de noticias buenas y malas, para que éstas pasaran inadvertidas. Así, se anunció que un helicóptero se había estrellado -veintisiete muertos- cuando la atención pública estaba concentrada en los desembarcos.

Ningún periodista extranjero fue autorizado a viajar a las Malvinas hasta pasadas tres semanas de la rendición argentina. La Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes espera hacer unas recomendaciones al ministerio cuando haya completado su labor.

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