El factor político y las negociaciones estratégicas
Cuando hoy en Ginebra norteamericanos y soviéticos se sienten de nuevo en la mesa de negociaciones, tras cuatro años de interrupción, para reanudar las conversaciones para una reducción y control de armas estratégicas, denominadas START, los factores políticos tendrán particular importancia en ese nuevo diálogo entre Washington y Moscú.Para la Administración norteamericana, las START, al margen de las tres opciones que se barajan (no acuerdo y continuidad de la carrera de armamentos, reducción de un tercio del arsenal nuclear o modificación del tratado SALT II), son unas negociaciones bajo condicionantes del nuevo fenómeno antinuclear.
Washington criticó vivamente los movimientos antinucleares de Europa occidental, hasta que, desde hace unos meses, el fenómeno se propagó entre la opinión pública norteamericana. Millones de ciudadanos son hoy conscientes en EE UU del peligro de una guerra nuclear, y movilizan sus esfuerzos para que la Administración Reagan negocie nuevos acuerdos de control de armas con los soviéticos.
El impacto político de la carrera de armamentos se hizo sentir en el propio Capitolio estadounidense cuando el comité de relaciones exteriores de la Cámara de Representantes aprobó, el pasado 23 de este mes, una resolución pidiendo la congelación del armamento nuclear, previo paso a las negociaciones para reducir los armamentos atómicos.
El fenómeno es, pues, político en Estados Unidos, a cuatro meses de las elecciones al Congreso. Los partidos,, los senadores y los representantes demócratas o incluso republicanos, definen sus posturas ante una polémica nuclear, convertida en factor electoral, primero, para las elecciones al Congreso de noviembre próximo y, segundo, para las presidenciales de 1984.
La Casa Blanca, bajo el mando de Ronald Reagan, no puede olvidar este renacimiento pacifista en EE UU, a la hora de sentarse a negociar con los soviéticos. Pero tampoco puede ceder bajo la presión del electorado, a riesgo de perjudicar la defensa nuclear norteamericana frente a los soviéticos.
Para la URSS, las propuestas del presidente Reagan tienen también elementos de política interna, en un momento de previsibles cambios en la cúspide del Kremlin. Aunque las opciones que presenta EE UU en Ginebra no son, ni serán nunca, las más optimistas para los soviéticos, o viceversa, el fracaso de un acuerdo sería todavía peor.
Los aspectos políticos de las START prevalecerán en los próximos meses, incluso, en los años venideros, teniendo en cuenta el largo camino a recorrer en tan compleja negociación. Predominará la política porque, entre otras razones, los verdaderos regateos de las START "serán supersecretos hasta el último momento, como lo fueron las anteriores conversaciones SALT I y SALT II.
El cambio en la cabeza visible de las relaciones exteriores norteamericanas no se considera en Washington como un giro en el planteamiento frente a la URSS.
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