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Las cuevas de Altamira, cerradas hasta agosto

De acuerdo con las propuestas presentadas ante la Comisión Nacional de Conservación del Patrimonio Rupestre por el equipo técnico-científico encargado de la conservación de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira, en Santillana del Mar, tras un nuevo cierre a partir de mañana, las cuevas podrán ser visitadas desde el próximo 22 de agosto, por grupos de veinte personas, durante, al menos, tres semanas. Posteriormente, el número de visitantes descenderá, procediéndose por parte de los investigadores a. la simulación de la presencia humana en el interior de las cuevas.La Comisión Nacional de Conservación del Patrimonio Rupestre se reunió en Santillana del Mar el pasado 11 de junio para conocer el informe elaborado por la comisión investigadora de las cuevas. Este se componía de una primera parte en la que se reseñaba el curso de los trabajos realizados y algunas de las conclusiones provisionales obtenidas y de una segunda por la que se proponían una serie de medidas para continuar los trabajos de investigación y que fueron aprobadas por unanimidad.

Dentro de este último apartado se fijaban las próximas visitas a la cueva, que, tras su cierre, mañana día 30, se producirán en grupos de veinte personas -hasta ahora el máximo permitido ha sido de quince- a partir del 22 de agosto y durante tres semanas. En una segunda fase, que se prolongará hasta el mes de enero, el cupo de visitantes se verá notablemente reducido, permaneciendo cerradas las cuevas diez días todos los meses.

Estos períodos de tiempo serán aprovechados por el equipo investigador, que está coordinado por el profesor Eugenio Villar, de la Universidad de Santander, para complementar las investigaciones, reproduciendo la presencia humana en la cueva, concretamente en la sala de policromos.

Uno de los elementos detectados por los sofisticados medios técnicos que se están utilizando en las investigaciones, es la presencia en la sala de policromos de gas radón, lo que, según el profesor Villar, es absolutamente normal, ya que este elemento se desprende de la tierra. Su detección al aire libre es imposible, pero no así en el interior de la cueva que, por sus características, lo almacena, aunque, precisé, en ningún caso supera niveles que están muy por debajo de los límites metales. La presencia del gas radiactivo ha sido, en opinión del profesor Villar, un elemento muy útil para medir el índice de ventilación de la cueva.

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