Josep Maria Llompart recibió anoche el premio de las Letras Catalanas por su defensa de la cultura de Cataluña
Josep Maria Llompart de la Penya recibió anoche en Barcelona el Premio de Honor de las Letras Catalanas, que le concedió el pasado viernes la entidad Omnium Cultural, en virtud del veredicto de un jurado del que formaban parte intelectuales, escritores y políticos dels paisos catalans, como Enric Casassas, Eliseu Climent, Ernest Lluch, Gregori Mir, Josep Maria Muntaner, Teresa Rovira y Jordi Sarsanedas. El más importante premio literario de Cataluila dotado con un millón de pesetas, se ha ido esta vez a Mallorca, de donde es natural Llompart y en donde ha realizado la práctica totalidad de su obra, cuyo mayor mérito es el trabajo de toda su vida en defensa y divulgación de la cultura y la lengua catalanas.
"Nací en Palma el 23 de mayo de 1925. Mi padre, que era coronel de Infantería, se trasladó a La Coruña año y medio después, y allí vivimos hasta que cumplí los cinco años. Ese es mi primer recuerdo infantil que, sin embargo, me provocó un especial cariño hacia Galicia. Siempre he apreciado el país y la cultura gallegos. He estado en otras ocasiones, ya adulto, y de estas experiencias hice un libro de traducciones de poesía gallega, publicado en 1976 y titulado Quince poetas gallegos", recuerda Llompart.Josep Maria Lloinpart, licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, ejerce un cargo burocrático en la dirección provincial del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo de Baleares, "porque de algo hay que vivir", según su propia expresión. Es asesor literario de la Editorial Moll y presidente de la Obra Cultural Balear, entidad fundada en 1962 con fines exclusivarnente socioculturales, aunque en la última etapa del franquismo sirviera de avanzadilla intelectual en contra del antiguo régimen. Además, Llompart es vicepresidente de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana en el archipiélago balear.
"En cuanto a mi obra", dice el escritor, "la obra poética está contenida en Poemas de Mondrago, publicado en 1961, con una segunda edición en 1972; La terra d'Argensa, que apareció en 1972 y que ahora está prácticamente agotada; Memories y confesions dun adolescent de casa bona, que creo que es de 1974; Mandrágora, de 1980, que fue distinguida con el Premio Nacional de la Crítica, y La capella deis dolors y otros poemas, de 1981, premiada hace ahora un mes con la Lletra D'Or".
Pero no sólo ha escrito poesía Llompart: "En este país extraño en que vivimos, todos tenemos que servir para todo. Yo, en un contexto normal, me hubiese dedicado a la poesía, y nada más. Sin embargo, he tenido que hacer crítica, ensayo e incluso mítines, dentro de ese contexto normal que padecemos".
Como historiador de la literatura, es autor de un libro publicado en 1964, "que, claro, ahora habría que revisarlo por completo", y que se llama Literatura moderna en las Baleares. Confereciante habitual en Cataluña, el País Valenciano y en las islas, últimamente ha publicado una colección de textos sobre poetas y poesía que estaban desperdigados, inéditos o de difícil acceso, reunida en dos volúmenes, que acaban de aparecer bajo el nombre de Retórica y poética; "en la nota introductora advierto que he querido recoger este viejo título, con resonancias aristotélicas, de la asignatura que cursaban nuestros abuelos y con todas las connotaciones que se quiera, incluso irónicas".
Pregunta. ¿Qué supone el premio para usted?
Respuesta. Evidentemente, una satisfacción, no voy a decir lo contrario, y también, una gran sorpresa para mí. Lo verdaderamente satisfactorio del premio es, como si dijésemos, tener billete; es decir, que a uno le tomen en consideración, que algún año se vea este éxito; es igual. Esto ya depende de muchos factores. Lo importante es que el nombre de uno haya salido de entre los posibles candidatos y junto a otras personas que, tarde o temprano, habrán de tenerlo también.
P. Sin embargo, su obra está calificada con anterioridad al premio. ¿Es necesario que la gente le conozca?
R. Yo no sé hasta qué punto puede influir. Hay premios que, plateados comercialmente, son capaces de lanzar, por ejemplo, una novela e incluso a un novelista. Ahora, esos premios no de principio, sino de culminación, quizá puedan aumentar el número de lectores, pero es necesario advertir que los lectores de poesía son minoritarios.
P. Usted lleva mucho tiempo trabajando cofi el lema "Luchemos por la lengua catalana".
R.Eso es a lo que he consagrado siempre mis esfuerzos y mis posibilidades. yo creo que existe una cultura de la que llamarnos, para abreviar, de los países catalanes, a los cuales no quiero yo atribuir una necesidad de estructura política, ni mucho menos, pero sí una unidad lingüística y cultural. Cada uno de nuestros países aporta su propia personalidad a este acerbo común que es la cultura catalana.
Grado de inmadurez
P.¿Cuál es el panorama cultural conjunto de estos países catalanes?R. Hemos de tener en cuenta que se trata de una cultura de ámbito restringido, como el de las culturas rumana o danesa. Dentro de ese ámbito restringido, la cultura catalana tiene un grado de madurez absolutamente envidiable y, en cuanto a la cultura literaria, sin duda alguna. Hace una serie de años recuerdo que se celebró un ciclo de conferencias bajo el título general de La poesía catalana, entre las primeras de Europa. Esto no era una mentira demasiado ostensible, en todo caso era una pequeña exageración chovinista. Dentro del contexto de la literatura europea, la catalana ocupa un lugar destacable.
P. En el País Valenciano, o en Baleares, ¿se va a la zaga de lo que se hace en Barcelona?
R. Hemos de tener en cuenta, en primer lugar, el peso que ejerce la capitalidad. Una ciudad como Barcelona, con sus posibilidades de promoción, divulgación, etcétera, es lógico que ejerza una irradiación sobre el resto del área cultural. Esto pasa en todos los sitios, pero yo no creo que nadie ande a la zaga. Por otra parte, tenemos que tener en cuenta la influencia de los escritores mallorquines con el proceso de lo que llamamos la Renaixenca, en el mismo sentido que los italianos tienen el Risorgimento, que fue de primera magnitud y, además, decisivo. Hoy, la cultura catalana, y concretamente su literatura, sería úna cosa diferente sin la aportación de los escritores mallorquines. Este premio es el reconocimiento de que esta aportación existe y de que tendrá su importancia, sin duda alguna. Por otra parte, no es ninguna novedad el que los premios barceloneses vayan a parar a manos mallorquinas. Precisamente, en el siglo pasado, en la época heroica y brillante de los juegos florales de Barcelona, hubo momentos en que los escritores catalanes protestaron por la cantidad de premios que se llevaban los mallorquines.
P. ¿Cómo valora la aportación de la literatura mallorquina, tanto a la catalana como a la nacional?
R. En los últimos diez o veinte años, la aportación de la literatura mallorquina a Cataluña era, sobre todo, poética, como un género con buena tradición, perfectamente consolidado y con primeras figuras. En cambio, quizá faltaban grandes diguras en la narrativa, porque desde Ramón Llull a Salvador Galmes y Lloreng Villalonga, ha habido siempre grandes narradores en Mallorca. Lo que ocurre es que no existía una narrativa insular. Era un género con individualidades pero carente de una verdadera producción. Esto se rompe a partir de los años 70, cuando incluso en Barcelona se llega a hablar del boom de la literatura mallorquina, comparánd ose a los narradores mallorquines con aquella entrada en tromba de los hispanoamericanos.
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