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Reportaje:

Macondo existe, yo estuve allí

'García Marquez: la magia de lo real', documental de la reportera de Televisión Ana Cristina Navarro.

Macondo existe. Los cangrejos azules existen. Los había por docenas en una playa solitaria del Caribe colombiano. Todo lo que cuenta, con magistral habilidad narrativa, Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad o en cada una de sus innumerables historias, forma parte de la vida cotidiana de un pueblo caribeño, por muy irreal que les parezca a los occidentales. Es "la magia de lo real", según Ana Cristina Navarro, autora de un largometraje sobre esos escenarios. "La gente cree", afirma esta reportera de Televisión Española, "que reproducir a García Márquez sólo se puede hacer con el cine de ficción porque piensa que lo que cuenta es mentira , que sólo existe en su fantasía e imaginación". Pero no. Macondo existe, Ana Cristina Navarro estuvo allí.

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"Cuando observaba algunas fotografías de ciertos paisajes del Caribe colombiano o cuando leía sus historias, algunas que a nosotros los colombianos nos dan risaporque sabemos que forman parte de la vida cotidina, me planteé que eso se podía reproducir en un documental". Así explica la génesis de su trabajo Aria Cristina Navarro, colombiana de 32 años, autora del largometraje Gabriel García Márquez: la magia de lo real.Ana Cristina Navarro lleva trece años en España, diez de los cuales como reportera volante en RTVE, y es, asimismo, autora del cortometraje Retratos, que obtuvo el año pasado el premio a la calidad otorgado por la Dirección General de Cine. "Gabriel García Márquez: la magia de lo real es una coproducción que he hecho con una productora americana que realiza películas con fines didácticos y divulgativos que sirve de material de estudio para estudiantes de lengua y literatura castellana en las universidades norteamericanas. El segundo paso sería venderlo a otras televisiones porque es una buena forma de conocer la realidad que describe García Márquez".

"En este documental a veces tengo que recurrir a la imagen, la única imagen del autor que es la de una entrevista que concedió a una cadena colombiana y que se la realizó el periodista Germán Castro Caicedo. En un principio conté con la posibilidad de que accediera a una entrevista, pero García Márquez no ha concedido más que esa, y de eso hace ya varios años.

Retratar lo cotidiano

De ahí que el guión esté elaborado en sus múltiples declaraciones escritas sobre toda una serie de aspectos de su vida, su mundo y su creación. De todas formas, recojo pocos textos suyos, ya que, por un problema legal, no pude utilizar todos los que quería".

Lo que subyace en la película es que no sólo el novelista tiene una enorme capacidad imaginativa, sino que además es producto de un país como Colombia, en el que la magia es cotidiana porque se aúnan una serie de raíces culturales, étnicas, geográficas históricas que determinan que sea así. "Hay una doble visión sobre cómo es este país a través de García Márquez y cómo el novelista, que reúne una gran capacidad de fantasía, es fruto de una realidad geográfica".

Antes de filmar, Ana Cristina Navarro viajó a la zona del Caribe colombiano, lugar donde se pueden reconocer muchas descripciones en las novelas del autor costeño, y su labor se simplificó. "Como es un hombre que ha viajado muchísimo por el país, yo sabía que tenía referencias directas muy claras. Cuando hablaba con personas de allí encontré a una serie de ellas que de alguna manera me recordaban sus personajes. Creo que lo más difícil fue retratar lo cotidiano porque para mí había muchas cosas que eran absolutamente normales, y cotidianas, que no tenían un valor especial. Pero poco a poco, y después de hablar con personas que le conocen y de releer sus obras, me di cuenta que tenían un atractivo muy grande".

"Retratar lo cotidiano es muy difícil, y que tenga poesía, aún más", afirma Ana Cristina Navarro. "Pero ahí está, por ejemplo, la conversación que mantuve con La madame, una anciana de 88 años que en tiempos fue la dueña de un burdel en Aracataca, el pueblo donde nació García Márquez. Originaria de las Antillas Francesas, se casó con un capataz de esclavos. Me recordó en seguida a la reina de la Cumbiana, ese personaje de García Márquez al que todos deseaban, era la reina del Carnaval; cuando los ricos del pueblo bailaban con ella con antorchas hechas con billetes de banco. Ella fue copartícipe del apogeo de las bananeras cuando llegaron los americanos, y ella también vivió la matanza de los obreros cuando se negaron a trabajar en condiciones inafrahumanas".

Gabriel García Márquez: la magia de lo real tiene la estructura de Cien años de soledad, que, como dice su autora, "tiene tres etapas bien diferenciadas: finales del siglo pasado con la guerra civil; los años veinte con la llegada, en 1928, de la United Fruit, que es, a su vez la primera vez que llega clara y abiertamente el capital extranjero, así como el nacimiento del movimiento revolucionario, y los años de la violencia, que son consecuencia de El bogotazo, la muerte del líder liberal a cargo de los conservadores".

El apogeo de la marihuana

El novelista no hace referencia a Colombia más allá de los años cincuenta, pero Ana Cristina Navarro confirma que los años sesenta, están plagados de historias y leyendas que al autor no le sería difícil plasmarlas en una obra. "Tiene que escribir, y estoy segura de que lo hará sobre cómo un país se transforma por un comercio tan especial como la marihuana, que se produce precisamente en la zona de la Guajira, de donde eran oriundos. sus abuelos, y región y población a las que él dedica muchos de sus relatos. A partir de los sesenta esta región se transformó radicalmente hasta el punto de que desaparecieron los obreros, ya que era mucho más rentable hacer una cola. Me explicaré: cuando la gran avalancha de dólares producidos por el comercio de la marihuana, el Gobierno creó la llamada ventanilla siniestra, donde se podía cambiar mil dólares al día. Muchas personas hicieron su economía a base de permanecer en la cola por cuenta de otras personas. Luego está la historia ocurrida en Rioacha, la capital de la Guajira donde un marihuanero ató a la pata de la cama, frente a una ventana, a un americano que no le había pagado el alijo. Allí permaneció durante cuatro meses bien comido y bien dormido, mientras la población iba a mirarle. O el hecho de que el altar mayor de la iglesia de Rioacha está cubierto de plata, donación de los capitostes de la mafia. O cómo los pocos campos, sembrados fueron conver tidos en pistas de aterrizaje, mucho más rentables y necesarias para las avionetas clandestinas del contrabando de marihuana. Claro que todo eso va desapareciendo, aunque los grandes mafiosos han logrado ir integrándose en la alta burguesía. Yo estoy segura que escribirá sobre esa época, no tiene más que leer los periódicos de la época". Ana Cristina Navarro cree que los libros de García Márquez son producto no sólo de su increíble y personal visión de su mundo, sino también de su condición de periodista. "Considero al autor de La hojarasca un juglar, un recopilador que adorna y reestructura un montón de datos cifrados de la vida de un país, y sobre todo del Caribe, donde viven unas personas mezcla de Andalucía, Galicia, Africa y la población indígena".

"Sin embargo", añade Ana Cristina Navarro, "no me explico muy bien por qué no suele hacer referencia a la población negra, que, aunque no tan abundante como en la costa del Pacífico, también en la costa atlántica es importante. Debe ser verdad eso que dice que él ha descubierto hace muy poco que tiene raíces africanas, pero debe de ser difícil reconocerse como tal en una sociedad como la del Caribe, donde el negro es una clase, el mestizo es otra, y el mulato, otra muy distinta. La misma Madame que aparece en la película y que para mí es negra afirma que no se considera negra porque uno de sus padres era mestizo".

Violencia cotidiana

Colombiana de Medellín, el Bilbao de Colombia, Ana Cristina Navarro no deja de sorprenderse de muchas cosas que perviven en su país. Un día vieron un letrero que decía: Prohibido tirar cadáveres en este potrero (campo), y es que la violencia sigue siendo una de las constantes. Mientras rodábamos observamos cerca de nosotros un corrillo de gente. "En ciertas zonas del país se ha prohibido llevar la ruana, como allí se llama al poncho, la ropa de abrigo de todos los campesinos, porque dicen que es una forma de evitar que se oculte el machete asesino, o en Medellín se ha prohibido el casco a los motoristas, porque la policía dice que así es más fácil reconocer a los asesinos. También vimos un cadáver en medio de la plaza de un pueblo, a treinta grados a lo sombra. Es la costumbre cuando no se reconoce al fallecido para que así lo pueda ver todo el mundo y alguien pueda dar una pista de quién es. Pero frente a esa violencia, nada mágica, hay cosas como el Festival de los Culebreros. Todos los años se celebra esa fiesta a la que acuden los mejores culebreros del país. La prueba consiste en contar historias y el hacer cosas alucinantes con las culebras. Todos llevan una mujer que se supone son videntes y te adivinan cosas como cuál es el número de tu carné de identidad o tu número de teléfono. Ah, se me olvidaba. Todas las culebras se llaman Margarita".

Una hacienda llamada Macondo

Ana Cristina Navarro cree que Macondo le sugirió a García Márquez una hacienda del mismo nombre que hay cerca de Aracataca, el pueblo donde nació y vivió algunos años el autor de Cien años de soledad. Ciénaga también es un lugar que cita García Márquez, y todavía quedan en ese lugar casas a imitación de los palacios italianos. En sus interiores, con piso de cemento, todavía puedes encontrar lámparas de Murano o pianos de cola. Son los restos del apogeo de las bananeras. Pero ahora en Ciénaga el cultivo es de palma y de cacao, y, por supuesto, la economía es mucho más pobre que en la época que dominaba la United Fruit, que ahora se ha desplazado a la zona del Pacífico, al golfo de Urabá, lindante con Panamá".

El proceso de creación del largometraje le sugirió "una frase que le leí a García Márquez que decía 'la realidad copia a los sueños'. Y yo he procurado poner la cámara donde están los sueños".

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