La Europa comunitaria, incapaz de seguir una política conjunta hacia Centroamérica
Los europeos occidentales -los diez de la Comunidad Económica Europea (CEE)- siguen copreocupación los acontecimientos de América Central, pero son incapaces, por el momento, de ponerse de acuerdo para desa rrollar una actividad política y económica conjunta.Los ministros de Asuntos Ex teriores de los países de la CEE trataron este tema en su última reunión de cooperación política, pero el plan elaborado por la comisión para acentuar, aunque sea en proporciones modestas, la presencia europea en esa zona del mundo continúa congelado.
Los ministros se comprome tieron a incluir nuevamente el problema centramericano en la agenda informal de su próxima reunión, a fin de mes, tal vez a espera de ver cómo evoluciona la situación en El Salvador y en Guatemala.
Malas perspectivas
Las perspectivas son, sin em bargo, malas, según los expertos de la CEE. Sólo Francia, de acuerdo con México, parece desarrollar una auténtica labor diplomática en la zona. La presión de Estados Unidos, que se niega a aceptar cualquier interferencia de los europeos en una región tan próximaa sus propias fronteras, es dificil. de soportar. Pero no se trata sólo de esta presión: los diez tienen, entre ellos mismos, posturas muy diversas.
Bélgica e ltalia, por ejemplo, tienen Gobiernos democristianos que mantienen buenas relaciones con la Junta de Napoleón Duarte, en El Salvador, y dudaron hasta el último momento sobre si enviar o no observadores a los peculiares comicios que tendrán lugar en esa república centroamericana el 28 de marzo.
Sólo la actitud de sus respectivas opiniones públicas y el hecho de que los grandes de Europa -incluido es-la vez el Reino Unido- se negaran a legalizarlos" con su presencia, hizo retroceder a Roma y Bruselas de su opción inicial.
Los enfrentamientos europeos a propósito de América Central quedan claramente de relieve en el Parlamento de Estrasburgo. Una vez tras otra, socialistas y democristianos presentan proyectos de resolución que no por carecer de poder ejecutivo levantan menos polvareda.
Mientras los primeros apoyan al Frente Democrático Revolucionario (FDR) de Guillermo Manuel Ungo y piden su incorporación a unas negociaciones pacificadoras, los segundos defienden a Duarte y declaran comprender la actitud de Estados Unidos "para impedir que se consolide una situación antidemocrática y antipluralista, como es el caso de los países vecinos, Nicaragua y Guatemala".
Como cabía esperar, los socialistas protestan por una comparación entre los regímenes de ambos países.
Pese a estas disputas, los diez tienen algunos puntos en común: evitar en lo posible la adopción, por parte de Washington, de decisiones que perjudiquen aún más la mala imagen de Norteamérica en Europa occidental, convencer a la Administración Reagan de la necesidad de buscar soluciones- políticas y convencerle, por todos los medios -incluidas las maniobras de la OTAN en el Caribe, que acaban de comenzar-, que son aliados fieles que no desean en absoluto ver a su "hermano mayor" comprometido.
Los diez -obligados por sus opiniones públicas, muy sensibilizadas ante el problema de América Central gracias a una continua y seria información facilitada por las televisioneshan sido capaces de resistir algunos duros envites norteamericanos.
Suspensión cancelada
Por ejemplo, en marzo de 1981, la Comisión Europea aceptó suspender la ayuda alimenticia a El Salvador. Washington estimaba que dicha ayuda iba a parar a los guerrilleros y no a la población no combatiente. Pocos días después, los diez volvieron las aguas a su cauce: la ayuda proseguiría, aunque, para evitar recelos, se realizaría a través de organismos internacionales solventes, tales como la Cruz Roja.
En 1981, la CEE envío más de 250 millones de pesetas en alimentos, así como cien más para los refugiados salvadoreños en Honduras. En -enero de este año se aprobó otra ayuda similar.
De hecho, los diez se han negado siempre a suspender la ayuda a Nicaragua, pese a que la Administración Reagan ha ejercido toda su influencia para aislar a los sandinistas. Desde la victoria de los guerrilleros, y hasta julio de 1981, la CEE ha proporcionado ayudas por valor de unos 25 millones de dólares, unos 2.500 millones de pesetas.
La CEE reconoce que no mantiene auténticas relaciones comerciales con Latinoamérica, aunque es cierto que el 39% y el 17%, respectivamente, de sus importaciones de café y plátanos proceden de dicha región. Estos dos productos son precisamente la principal fuente de riqueza centroamericana: el 40,5% de sus exportaciones.
Segundo mercado
Europa occidental -afirman los expertos- podría tener una presencia económica y política mucho mayor, porque, pese a estos modestos datos, constituye el segundo mercado para Centroamérica, después de Estados Unidos, y porque el 20% de las inversiones extranjeras en América Central procede de los diez países comunitarios (Estados Unidos supone el 73%). En la práctica no se ha realizado ningún avance importante, pese a que las circunstancias lo aconsejen, comenta el mismo funcionarío. Nicaragua necesita a Europa para no quedar bloqueada, y la capacidad de influencia de los diez es superior, desde un punto de vista exclusivamente político, que la de Washington.
Precisamente, cuando Estados Unidos se ha decidido a lanzar su miniplán Marshall para Centroamérica y el Caribe, los europeos parecen inmovilizados en conjunto, incapaces ni tan siquiera de dar luz verde a un proyecto de la Comisión que supone, más que un programa de ayudas concretas, una declaración filosófica de principios: apoyo a la integración centroamericana, deseo de colaborar en su d esarrollo favoreciendo iniciativas con otros países latinoamericanos, y respeto a los derechos humanos.
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