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Nuevos datos nicaragüenses sobre un compló de la CIA

El ministro nicaragüense del Interior, comandante Tomás Borge, ha denunciando la existencia de una trama de la CIA para desestabilizar el proceso político sandinista, a fin de justificar una intervención exterior. En el plan aparecen implicados diplomáticos venezolanos, militares argentinos, hondureños y salvadoreños, además de varias personas próximas al Departamento de Estado norteamericano.

El compló fue descubierto la pasada semana, tras la detención de dos venezolanos que, aparentemente, encabezarían un comando de saboteadores. Uno de ellos, William Baltodano, estudiante de Ingeniería, fue presentado a los periodistas y relató pormenorizadamente sus actividades desde que fue captado en San José (Costa Rica) por los hermanos Edmundo y Fernando Chamorro, dirigentes de la Unión Democrática Nicaragüense (UDN).Acerca de las declaraciones del otro detenido, Julio González Cerrón, venezolano de origen español, residente en Managua desde 1976, se proyectó a la Prensa una cinta de vídeo en la que reconoce que actuaba como intermediario de los agregados militares de la Embajada de Venezuela y grupos de oposición nicaragüenses.

El jefe de la Seguridad del Estado de Nicaragua, comandante Lenin Cerna, señaló que Julio González tiene credencial como agente del servicio de inteligencia militar de Venezuela, pero que en realidad presta servicio a la CIA.

Entre los planes de los detenidos figuraba dinamitar la refinería de Managua (única de todo el país) y una importante empresa cementera radicada también en la capital.

Baltodano explicó que los hermanos Chamorro habían sostenido entrevistas en San José con políticos opositores nicaragüenses, entre ellos Alfonso Robelo, ex miembro de la primera Junta de Gobierno nombrada tras la caída del régimen socialista. El estudiante de Ingeniería habría sido contratado por su conocimiento del manejo de explosivos.

Tras este primer encuentro, viajó a Honduras, donde pudo comprobar que las casas de seguridad de los somocistas y los campamentos de entrenamiento estaban protegidos por antiguos miembros de la Escuela Básica de Infantería, que dirigía el hijo de Anastasio Somoza.

En compañía de los hermanos Chamorro, dijo Baldotano que había viajado a Buenos Aires, después de hacer escala en Miami. En la capital argentina les habría recibido un general apellidado Balin y el coronel de Estado Mayor Mario Davico, que les entregó (siempre según el relato de Baltodano) 50.000 dólares (cinco millones de pesetas) para la compra de armas. El general les habría dicho que ese era sólo el comienzo para que el asunto echase a andar y que la acción debería ser rápida.

Desde Buenos Aires se trasladaron a Caracas, donde establecieron nuevos contactos con militares y personas vinculadas al Gobierno, aunque en este caso Baltodano no dio nombres . Según su versión, otros dirigentes de la UDN realizaban gestiones similares en Colombia y Chile, en tanto que una tercera comisión establecía contacto en Washington con asesores de Thomas Enders, subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos.

Baltodano añadió que con los 50.000 dólares se compraron armas en Miami, para ser enviadas a Honduras, a nombre de las fuerzas de seguridad pública de este país, de acuerdo con militares adscritos a este organismo, y concretamente con el capitán Alexander Hernández. Este se encargaría de distribuirlas a ex guardias somocistas.

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