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La crisis polaca

La Unión Soviética rechaza "el 'diktat' sin precedentes" de Estados Unidos"

Estados Unidos intenta minar la distensión y Polonia le sirve de pretexto. Esta es, en resumen, la interpretación dada en Moscú a las sanciones norteamericanas contra la Unión Soviética, acusada por el presidente Ronald Reagan de tener "aplastantes y directas responsabilidades en la represión" en Polonia. La reacción oficial de Moscú ha sido rápida. La agencia soviética de noticias Tass calificó ayer las sanciones norteamericanas de "diktat sin precedentes, totalmente inaceptable". Tass opina que Reagan interfiere en los asuntos internos polacos y que quiere "sabotear lo conseguido tras años de esfuerzo por parte de la URSS y Estados Unidos", es decir, la distensión y la coexistencia pacífica.

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La agencia acusa también al presidente estadounidense de atizar "una campaña de odio contra los países socialistas y, en primer lugar, contra la URSS". Moscú descarta las "motivaciones humanitarias" de la Casa Blanca. Washington utiliza el pretexto polaco para acentuar la polémica con el Este, "para castigar a estos países por ser socialistas", escribe Tass, que lamenta "el carácter discriminatorío de estas medidas".El Kremlin opina que Estados Unidos utiliza dos pesos y dos medidas en su política: "Washington recurre a medidas antihumanitarías al cesar de abastecer en alimentos a Polonia, pero refuerza al mismo tiempo sus relaciones con Africa del Sur, país que practica el terrorismo dentro y fuera de sus fronteras", afirma Tass.

Esta nueva polémica confirma la dificultad del diálogo entre Estados Unidos y la URSS. Tras el asunto afgano y la crisis polaca, bastaría con la aparición de un tercer punto conflictivo para dar al traste con lo poco que aún subsiste de la distensión.

El lunes pasado las relaciones entre Moscú y Washington experimentaron un nuevo deterioro. El ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Grormiko, declaró al embajador norteamericano en Moscú, Arthur Hartman, que "Estados Unidos debe poner término a sus injerencias en Varsovia".

Por su parte, Tass afirmó sin rodeos que la URSS no tolerará ninguna interferencia occidental en la crisis polaca, y recordó que Polonia formaba parte de la esfera de influencia soviética. Tass recordó a este propósito, y por primera vez, el reparto del mundo en zonas de influencia acordado en la Conferencia de Yalta en 1945.

Pero, mas allá de la polémica política, la nueva guerra económica preocupa también a Moscú. Ayer los círculos oficiosos de la capital soviética restaban importancia al alcance de las sanciones norteamericanas. "En 1980, el boicoteo decretado por Jimmy Carter tuvo aquí pocos efectos", recordó un analista soviético. Los mismos círculos se declaran convencidos de que "los europeos no respaldarán a Reagan, porque sus intereses están demasiado vinculados a los nuestros".

La suspensión de la ayuda alimenticia norteamericana a Polonia plantea un serio problema a la URSS, opinan los expertos occidentales. Moscú va a verse obliga do a sustituir parcialmente a Washington y enviar hasta 8.000 toneladas de alimentos al día a Varsovia. Breznev reconoció, sin embargo, que para la URSS la gran incognita de los años ochenta es el problema alimenticio. La penuria tiende a incrementarse en Moscú, mientras, según reconocen las autoridades, un racionamiento oficial ha sido instaurado en numerosasa regiones del país. Los polacos contestatarios tienen, por tanto, muy mala fama entre la opinión pública soviética.

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