Presentado un libro de Pablo Lizcano sobre la oposición universitaria al régimen franquista

«Un movimiento de estudiantes de la Universidad de Madrid, que alcanzó su máxima operatividad en la década de los cincuenta, consiguió inquietar por primera vez al franquismo, no sólo porque provocó la primera crisis del sistema desencadenada por factores exógenos, sino también porque logró unir a casi todas las fuerzas democráticas de oposición al anterior régimen en una acción que, mediante el diálogo cultural, planteaba por primera vez una España abierta a las más diversas tendencias, sin la referencia a la dialéctica de vencedores o vencidos».La historia de este movimiento, materializada en el libro La generación del 56. La universidad contra Franco, del que es autor Pablo Lizcano, fue presentada y discutida el viernes pasado en el Club Internacional de Prensa de Madrid. En el acto intervinieron algunos de los protagonistas de esta generación que hoy ocupan cargos relevantes en la vida pública española, como José Luis Leal, Enrique Múgica, Javier Pradera, Clemente Auger, Carlos Zayas y Carlos Bústelo.

El libro de Lizcano recoge, según explicó en la presentación el propio autor, un relato de los acontecimientos concretos acaecidos en la Universidad de Madrid en la década de los cincuenta. «Aquel grupo de estudiantes que rondaban los veintiséis años, cargados de ideales, que provocaron la primera crisis exógena del franquismo, son los mismos que propiciaron la transición a la democracia ».

Para José Luis Leal, ex ministro de Economía y asesor actualmente del Banco de Vizcaya, la principal lección que ha quedado de aquella generación es la de que existe siempre una necesidad de luchar por la democracia,

Enrique Múgica, diputado hoy del PSOE y militante entonces del PCE, y que llegó a escribir en aquel tiempo «una oda al padre Stalin», recordó «aquellos viejos tiempos entrañables, cargados de ilusiones».

Clemente Auger, magistrado juez de instrucción de Madrid, se confesó, más que autor, testigo de los hechos de la generación del 56. «No participé en aquellas acciones, aunque a veces fui cómplice, porque creía que la sociedad franquista era impermeable. Ahora sé que me equivoqué».

Para Javier Pradera, jefe de la sección de Opinión de EL PAÍS, y que ejerció entonces un destacado papel intelectual en el movimiento desde su condición de militante del PCE, partido que abandonó más adelante, de la lectura del libro de Pablo Lizcano se deduce que este movimiento superó los planteamientos de la guerra civil,

Javier Pradera ve, no obstante, algunos aspectos negativos que tuvo este grupo, de los que se ha derivado después una práctica política perniciosa para este país. «Eramos un grupo de intrigantes, probablemente porque la clandestinidad era dura y por la resistencia de la sociedad española a este tipo de movimientos; pero esta furia conspiratoria y de intrigas ha sido negativa para la posterior práctica política, puesto que de aquella actitud surgió una gramática, un lenguaje de la política como ocupación del poder y alejada totalmente de las exigencias sociales».