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Calvo Sotelo promete un ayuda "generosa" a los temas culturales

Entrega de los premios nacionales de literatura, música, teatro y cine

«En la Moncloa hay más teléfonos que libros», dijo el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, en el acto de entrega de los premios nacionales de literatura, en creación y traducción, de cine, música y teatro, que tuvo lugar anteanoche en un hotel madrileño. El presidente se quejaba de este modo de las escasas oportunidades que su actual empleo, la infraestructura que le rodea le dejan para practicar la cultura. «Hay más salas de visita en la Moncloa que salas de lectura», recalcó en otro momento de su discurso.Fue indudablemente un gesto el de Calvo Sotelo el acudir a la entrega de estos premios tras una jornada en la que había visitado, durante el día, Cáceres, Sevilla y Córdoba. Pero, tras su viaje relámpago, Calvo Sotelo no se limitó a presidir la cena, sino que la clausuró con un sabroso discurso, repleto de humor y cultura, en el que no dejó de distanciarse de las labores propias de su oficio. Y hasta corrigió algún extremo infundado de la biografía que algunos periodistas le atribuyeron a su acceso a la Jefatura del Gobierno. «Nunca arranqué carteles de la película Gilda», dijo el presidente. Por el contrario, el joven Calvo Sotelo fue a verla en su tiempo con regocijo, y fueron algunos de sus antiguos compañeros del Centro de Jóvenes Propagandistas los que desencadenaron las arremetidas contra la película. «Muchos de ellos», dijo el presidente, «han seguido después carreras políticas más progresistas que la mía, y hoy están casi todos a mi izquierda».

Los premiados, que recibieron en persona sus galardones, a excepción de Andrés Segovia, a quien representó su esposa; de Fernando Remacha, cuyo hijo recogió el premio, y de Jaime Salinas que recibió el de Pere Gimferrer, han sido los siguientes: en literatura, Carlos Sahagún, de poesía; Alonso Zamora Vicente, de novela, y Andrés Amorós, en ensayo. Por cierto que, a este último, Calvo Sotelo, recordando su labor en su examen de Troteras y danzaderas, buscando los nombres reales que corresponden a los seudónimos empleados por Pérez de Ayala, le ofreció un puesto, si deseaba cambiar de trabajo, en los servicios de información, «a veces tan mal llamados de inteligencia».

En traducción recibieron sus premios Mauro Armiño y Jaime Salinas, en representación de Pere Gimferrer, por sus versiones de Rosalía de Castro y Ausias March al castellano, así como José Luis López Muñoz y Félix Fernández Murga. En cine resultó premiado Luis García Berlanga, y en teatro, la actriz Carmen Carbonell y el dramaturgo Antonio Buero Vallejo. En música fueron Andrés Segovia y Fernando Remacha los premiados.

Alonso Zamora Vicente, secretario perpetuo de la Real Academia Española, premiado con el galardón de novela, agradeció en nombre de los galardonados el acto y trazó una semblanza de sus compañeros en un estilo coloquial, «en el habla de la esquina». Por su parte, el ministro de Cultura, Iñigo Cavero, pronunció un discurso en el que comenzó destacando las tres novedades de la cena: la unión de los diversos sectores -literatura, traducción, música, teatro y cine-, en primer lugar; la presencia del presidente Calvo Sotelo, después, y, finalmente, la austeridad del acto: no hubo invitaciones para las señoras de los asistentes. Calvo Sotelo le respondió después, reprochándoselo.

«España necesita un nuevo impulso vital, una actualización de su identidad cultural», señaló el ministro. «Circunstancias históricas determinaron cierta falta de sintonía con las corrientes actuales de las artes, del pensamiento y las ciencias», y es preciso restablecerla. «En Europa, los bienes de la cultura se incardinan en la libertad, y no hay democracia sin cultura». En este tiempo de crisis es preciso fomentar la cultura, señaló Cavero, quien pidió más compromiso y protagonismo a la clase intelectual. Por último destacó que «la cultura no debe rebajarse a instrumento de autonomismo, que no se degrade a propaganda, sino que cree formas y profundice soluciones estéticas y éticas. Concebir a la cultura como arma arrojadiza es desnaturalizarla, mancillarla». Finalmente, el presidente Calvo Sotelo prometió «ostentosamente» que se ayudará bajo su mandato generosamente a la cultura.

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