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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Telesforo Monzón

CON TELESFORO Monzón, fallecido el lunes pasado en Bayona, desaparece la única personalidad del nacionalismo vasco histórico que había trasladado sus fidelidades desde la moderación del PNV hasta el radicalismo de ETA. La larga vida del desaparecido líder abundó en virajes y mudanzas. Tal vez sólo su condición de católico actuante y un tanto excéntrico y su aproximación emocional y retórica a la vida pública dieron continuidad a su figura.Su primera juventud estuvo dominada, según sus propias palabras, por sentimientos «monárquicos y españolistas». La ruptura casi mística con esas iniciales creencias la realizó Monzón con la furia del converso, que le llevó a un nacionalismo vasco de fuerte colorido pasional. Ministro del Gobierno de Euskadi durante la guerra civil, Telesforo Monzón rompió en el exilio don el lendakari Aguirre y lanzó, durante la década de los cincuenta, la propuesta de sustituir las alianzas del PN V con el PSOE y con los partidos republicanos exiliados por un pacto bilateral con los monárquicos. Años después, el veterano líder, separado de su antiguo partido, y tal vez frustrado en sus ilusiones de sustituir a Aguirre como lendakari, realizó una aproximación a la primitiva ETA, con el propósito de vincular las tradiciones sabinianas y las nuevas generaciones.

Tras la muerte de Franco, la insólita imagen que ofrecía este católico conservador enarbolando su bastón en las manifestaciones y actos públicos en medio de un bosque de puños cerrados y banderas rojas, puso todavía más de relieve las dimensiones paradójicas de su figura. Telesforo Monzón ofreció a ETA su pasado, su catolicismo, su prestigio de hombre letrado y de poeta, su porte distinguido y su nacionalismo intransigente para presidir, como líder histórico, Herri Batasuna y para soldar las grietas que separan dentro de esa coalición a las corrientes revolucionarías y tercermundistas de los votantes integristas y ultranacionalistas. Su único mensaje traducible al lenguaje de las ideas fue -en la órbita del más depurado racismo- que vasco es sinónimo de nacionalista vasco, al igual que los fascistas reservan la condición de españoles exclusivamente a quienes comulgan con sus concepciones energuménicas y tridentinas de España. Mientras José Antonio Aguirre, Manuel de Irujo y Ajuriaguerra comprendieron que una Euskadi autónoma sólo podría construirse mediante la colaboración de los vascos nacionalistas del PNV y los vascos no nacionalistas del PSOE, Telesforo Monzón fue el profeta de esa ominosa doctrina que sustituye a los hombres y mujeres de carne y hueso por esencias invisibles, y que convierte a las patrias en implacables madrastras de los seres que las habitan. Así como en la anti-España figuran los millones de españoles que rechazan la dictadura, así la anti-Euskadi se halla poblada por los vascos que no se identifican con el abertzalismo.

Telesforo Monzón reconoció en alguna ocasión que « la política en sí misma no le interesaba». Quizá por esa razón se preocupó menos por las ideal que por los ademanes y tendió a recubrir la ausencia de rigor en el razonamiento con juegos de palabras, aforismos y frases, ingeniosas. En una sociedad dominada por el gesto, que no apoya al pensamiento, sino que lo sustituye, la influencia de Monzón, dotado para la retórica y para la escenificación y dramatización de la vida pública, tenía que ser forzosamente devastadora. En este sentido, este viejo líder, prisionero de una dinámica populista que colmó sus ambiciones en los últimos años de su vida y que te permitió encabezar una coalición electoral gracias a su carisma personal. Herri Batasuna, en donde confluyen los cómplices de ETA, los intermediarios y beneficiarios de las extorsiones mafiosas, los revolucionarios grupusculares, los trabajadores sin empleo, los ultranacionalistas sabinianos y los asambleístas, es la organización política de un gigantesco equívoco ideológico en el que cada cual cree engañar al vecino, y a la que sólo figuras retóricas como Telesforo Monzón pueden mantener en su inestable equilibrio.

El fallecimiento de este poeta metido a político y de este aspirante a aristócrata convertido en líder populista deja abierta la interrogante del futuro de Herri Batasuna, al margen sus vinculaciones con ETA Militar. La desaparición del líder implica la definitiva cancelación de la posibilidad de diálogo con una destacada figura del nacionalismo radical, pero también deja un hueco muy difícil de cubrir en el liderazgo de Herri Batasuna. Las perspectivas de que la división interna de la coalición aboquen a una radicalización aún mayor de algunos sectores enlazados con el bandolerismo político ensombrecen así nuevamente el panorama de Euskadi.

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