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Primera edición española de la novela "Bajo el volcán", escrita por Malcolm Lowry

Presentadas también las últimas obras de García Márquez y Rosa Chacel

Guillermo Cabrera Infante, el autor de Tres tristes tigres, y Jorge Semprún, autor de La segunda muerte de Ramón Mercader, coincidieron anteayer en Madrid en calificar la novela Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, cuya primera edición española acaba de aparecer, como una de las más grandes novelas del siglo XX; «por muchos lectores que tenga, nunca tendrá bastantes», dijo Cabrera Infante, en el curso de la presentación de ése y de otros libros editados por Bruguera. Textos costeños, de Gabriel García Márquez, y Novelas antes de tiempo, de Rosa Chacel, fueron los restantes libros presentados, en un acto celebrado en el Instituto de Cooperación Iberoamericana y en el que, además de los citados, intervinieron Jacques Girald, Carlos Barral y J. J. Armas Marcelo, que actuó como moderador.Moderado en el tiempo, Armas Marcelo buscó de entrada el contrapunto en la inmoderación colorista al señalar, con arriesgado tino, la ínvoluntaria pertinencia de los colores elegidos para cada portada: azul y amarillo, propios de las volcánicas islas Canarias, en el caso de Lowry; la bandera rojigualda para Rosa Chacel; naranja y verde, en fin, como UCD, para García Márquez.

Pasando del continente al contenido, Jaeques Gilard puso de relieve la importancia germinal de los primeros textos periodísticos del célebre escritor colombiano, subrayando también la capacidad sarcástica de los mismos.

Carlos Barral, tras prometer ser escueto y preciso, acabó reconociendo que había sido confuso a la hora de explicar la dificultad y la importancia del volumen de Rosa Chacel, «un experimento curioso, donde se trata de concluir, de forma metafórica, unos libros que fueron largamente meditados y que no fueron nunca escritos».

Empezó Jorge Semprún señalando que iba a hacer una cosa que hacía veinte años que no practicaba: la autocrítica. Esta iba dirigida contra la primera idea de construir una larguisima conferencia en torno a sus peculiares relaciones con Bajo el volcán, novela que leyó por vez primera durante un viaje clandestino y que luego intentó convertir en guión cinematográfico.

Al dejar de lado esa idea, se dispuso a improvisar diversas presentaciones. Una, brevísima y autoritaria: «Hay que obligar a los que no conocen esta novela a leerla y releerla». Otra, más funciona! y adecuada: divulgar la carta que Malcolm Lowry escribiera a su editor el 2 de enero de 1946 explicándole, con angustiosa lucidez, el sentido de su obra.

La primera palabra entresacada fue compañero, enormemente significativa si tenemos en cuenta que la acción se desarrolla en el momento en que se está perdiendo la batalla del Ebro. El autor de El largo viaje se apresuró, no obstante, a indicar que sería abusivo retener Bajo el volcán como libro político, pues su compromiso da la espalda a una literatura de propaganda. Estableció después una analogía entre los policías mexicanos semifascistas, que asesinan en la novela «en nombre de Cristo Rey», Y otros personajes más cercanos «también con mostacho, correaje y pistola».

Finalmente, Semprún evocó el interés de Lowry por. la idea que Ortega tenía del escritor como novelista de sí mismo. Personaje de su obra y obra de su persona, Lowry muere en soledad, «sin que nadie se, le acerque para decirle: compañero».

Cuando le llegó su turno, Cabrera infante se sorprendió de que hubiera.sido el único orador al que le habían colocado una lámpara, biombo censor entre el público y él.

Esta festiva entrada en materia quedó aclarada al instante por medio de una anécdota: «En el bajo barrio chino de La Habana, que era verdadero, y no falso como el de Barcelona, había ocasiones en que venía la Opera de Pekín. La trama de lo representado era, por China, inexcrutable. Los espectadores chinos contemplaban todo con suma devoción. Pero había un cubano que se reía cada vez que había un ruido en el escenario. El chino de al lado le miraba asustado. El cubano seguía riéndose. Cansado, al fin, de tanta risa, díjole el chino al cubano: "No lía, cubano, ¿no ve que son tlistezas?"».

Cabrera Infante añadió que lo mismo intenta hacer él con Bajo el volcán: «Es tan triste que procuro reírme». Para el creador de Tres tristes tigres esta obra supuso su retorno a la literatura y su viaje a la locura. Resaltó que era como la vida, vista desde el fondo de una botella de mezcal. Novela isabelina, aullido dantesco y libro circular.

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