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El nuevo presupuesto militar norteamericano supone un cambio radical en las prioridades nacionales

El nuevo presupuesto de Defensa de Reagan, que llega quince días después de los recortes presupuestarios en temas sociales, supone un cambio de prioridades nacionales tan básico y significativo como los programas de la gran sociedad de Lyndon Johnson, en la mitad de la década de los sesenta. El incremento de 32.600 millones de dólares solicitado para el año fiscal 1981-1982 reforzará, según el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, «significativa y rápidamente nuestra capacidad para responder a la amenaza soviética a todos los niveles de conflicto y en todas las regiones del mundo vitales para nuestro interés nacional».

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Estados Unidos se propone incrementar su presupuesto defensivo en el 16% para el año próximo, pasando de los 178.000 millones de dólares previstos para 1981 (15,5 billones de pesetas, aproximadamente) a 222.200 millones (diecinueve billones de pesetas) en 1982. Destacan entre los nuevos proyectos la decisión de fabricar el nuevo superbombardero B-1, un nuevo portaviones nuclear y varios barcos de guerra, junto con un aumento del salarlo para el personal militar estadounidense.Caspar Weinberger, secretario de Defensa, presentó al Congreso, en nombre del presidente, Ronald Reagan, el plan de gasto defensivo norteamericano, único que escapa a los recortes presupuestarlos de la actual Administración republicana. El desequilibrio EE UU-URSS en el sector militar justifica, para Weinberger, la necesidad de un esfuerzo suplementario para superar el bache sufrido por la defensa de EE UU durante los últimos cuatro años bajo la Administración demócrata.

Crítica de Weinberger a la Administración Carter

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Weinberger criticó a Carter, que no tuvo en cuenta el factor inflación para las previsiones del presupuesto militar. La nueva Administración se propone mantener un incremento anual mínimo del 7% para la defensa (5% en las previsiones de Carter) en los próximos cinco años fiscales. Lo que supondrá un disparo del gasto defensivo estadounidense, que pasará de los 178.000 millones actuales a 368.000 millones en 1986. En porcentaje, en relación con el presupuesto general, la defensa crecerá del 24% actual al 32 % en 1984.

Las fuerzas aéreas y la Marina reciben prioridad en el nuevo presupuesto. Unos 2.500 millones de dólares adicionales van destinados al programa de fabricación de la nueva serie de superbombarderos B-1 (cancelado por Carter por su elevado coste), que deberán sustituir paulatinamente a los actuales B-52. Otros 4.200 millones de dólares suplementarios van para la Marina.

Destaca que el polémico proyecto de sustituir los actuales misiles fijos por los nuevos misiles móviles del tipo MX recibe sólo una atención marginal.

Fuerza de intervención rápida

El contingente de Fuerzas de Intervención Rápida (Rapid Deployment Forcess), destinado a actuar en cualquier parte del mundo, con entrenamientos regulares para una eventual guerra en el desierto (zona del golfo Pérsico), ven también una mejora de su presupuesto, que pasa de los mil millones actuales a 4.200 millones para 1982.

El potencial humano del Ejército estadounidense -país donde no existe el servicio militar obligatorio- recibirá un aumento de salario del orden del 17% en el año en curso, más otra subida adicional del 9,1%, en 1982. Las diferencias de salarios entre el Ejército y el sector civil, sobre todo en personal especializado, provocó una importante «deserción» de personal entre las filas de la defensa

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