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La interrupcion del acuerdo con Marruecos revela los graves problemas pesqueros de Canarias

Esta es una historia de animales dotados de tentáculos, ventosas y cortinas de tinta para enturbiar el panorama cuando tienen problemas. La captura del cefalópodo (pulpo, calamar, jibia y choco) constituye, sin duda-con una facturación media anual superior a los 15.000 millones de pesetas-, la principal actividad pesquera de la flota española con base en Canarias y centro de operaciones extractivas en el banco sahariano. Unos doscientos pesqueros, el grueso de esta flota, abarrotan desde hace una semana el puerto grancanario de La Luz, como consecuencia del cese del acuerdo hispano-marroquí. La paralización de los buques ha coincidido con el enfrentamiento frontal entre un pool japonés, encabezado por la firma Taiyo, y la Asociación Nacional de Armadores de Buques Congeladores de Cefalópodos (Anacef), que monopoliza por parte española las capturas de estas especies en aguas del Sahara, en torno a los precios del pulpo en el mercado mundial. El kilo de pulpo ha bajado en poco más de un año de 340 pesetas a 95, lo que plantea serios problemas de rentabilidad a los armadores españoles. Pese a que muchos buques continuaban en los últimos días en el puerto de La Luz con sus bodegas repletas de cefalópodos, con el objetivo de no sacarlos a un mercado tan de y pese a que la Administración se ha hecho cargo del subsídio de desempleo de las tripulaciones y va a otorgarles una ayuda de 1.200 millones para financiar el almacenamiento de estas capturas, fuentes de Anacef desmintieron a EL PAIS que la transitoria paralización de actividades les beneficie.

La segunda actividad pesquera de importancia en aguas del Sahara se centra en la sardina. A esta modalidad se dedican 36 barcos con base en Canarias, de los que dieciséis pertenecen a la Agrupación Provincial de Pesca de Las Palmas (Agrupesca) que está dominada por Anacef. La interrupción del acuerdo hispano-marroquí sólo ha supuesto para esta flota, sin embargo, adelantar en unas semanas la paralización anual de actividades. Los buques sardineros descansan tradicionalmente desde mediados de febrero a mediados de mayo, aprovechando este tiempo para las reparaciones y para vacaciones de la tripulación.La flota más afectada por la prohibición de faenar en aquellas aguas es, al tiempo, la más modesta y la más autóctona de Canarias, la artesanal. Unos 45 buques, de los que once están integrados en Agrupesca, que facturan unos quinientos millones de pesetas al año (el 20% corresponde a Agrupesca) en base a especies de escama. La tripulación media de los artesanales está cifrada en ocho hombres, mientras que las de los sardineros se sitúan en treinta hombres y las de los arrastreros dedicados al cefalópodo, en dieciocho hombres.

El pez grande se come al chicoPara Hilario Estévez, representante de la Asociación de Armadores de Pesca Artesanal, «aunque se solucione el desacuerdo actual con Marruecos, no hay salida». Enemigo público número uno de Anacef, culpa a estos grandes armadores y a la Administración de la situación del sector pesquero canario. Los Ojeda, Lloret y Llinares, Alvarez Entrena, Diego Grimaldi, Rocar y Garavilla, lo controlan todo. Llegaron de la península al calor de las ayudas oficiales, muchos de ellos sin un duro, y hoy dominan la captura, comercialización y exportación de cefalópodos, la captura y manipulación (fábricas de conserva) de la sardina y los precios de las especies de escama,«ya que en Canarias no hay lonjas, porque lo de Tenerife y Las Palmas no puede llamarse tal».

Estévez denuncia el control de algunos de los armadores mencionados sobre el sector del frio industrial y del hielo en Canarias, así como las vinculaciones de los mismos con algunos consignatarios.

En esta situación, que más da el acuerdo con Marruecos, si el mar del Sahara continúa siendo un mar en guerra y «nosotros tenemos que faenar al lado de la costa».

La pesca artesanal es la de mayor rentabilidad social, según Estévez, ya que es más un medio de vida que un negocio. Y es el último reducto de los armadores canarios, ya que los sardineros independientes -afirma- están subyugados por Agrupesca, que al controlar buena parte de la flota y las industrias conserveras «paga lo que le da la gana y compra cuando quiere». «Normalmente», añade, «por aquello de nuestra proximidad a los caladeros, pagan la sardina a un tercio del precio que abonan en la península y destinan a subproducto en vez de a conserva, cuando les conviene, las capturas de los sardineros independientes».

Hilario Estevez culpa a Anacef y Agrupesca («que es un monopolio casi gallego») de haber roto el acuerdo con Mauritania «por sus modos colorialistas de querer engañar siempre al moro». Los grandes armadores se negaron a suministrar a Mauritania las capturas acordadas con este país, previas al cierre por el INI de la empresa mixta radicada en aquel pais, IMAPEC. Cierre que supuso la pérdida de un caladero «que era para nosotros más rentable que el del Sahara norte ».

La exportación, siempre según el representante de los artesanales, también está monopolizada por los grandes de Anacef. Consico, Pevegasa, Alvarez Entrena, Pescanova, Freire Mar, Diego Grimaldi y Diego Nippon (es el mismo en ambas empresas, y Luis Campanario (consignatario-exportador).

Fin de la pesca libre en el Sahara

José Ramón Fontán, gerente de Anacef, expuso a EL PAIS los graves problemas que atraviesa el sector pesquero canario, que, a su juicio, se centran en la paralización actual de la fleta por el acuerdo con Marruecos y en la caída de precios de los cefalópodos.

En cuanto al primer tema, los arrastreros que actuaban en los caladeros del ex Sahara español y Mauritania perdieron el año pasado este último. «Querían una flota particular, adscrita allí. No podíamos ir a un acuerdo antirrentable. Los armadores hubiéramos tenido que pagar diez millones de dólares y España en conjunto (había otras ayudas) dieciséis millones de dólares. Además exigían que lleváramos 490 mauritanos a bordo y que diéramos formación a otros seiscientos, todo ello de forma provisional y con unas exigencias mayores (cuarenta millones de dólares anuales y el 35% de mauritanos en las tripulaciones) a medio plazo. Dijeron que les engañábamos y no quisieron recibir a una delegación oficial española. Este grave incidente diplomático selló la ruptura».

El acuerdo tripartito de Madrid -que supuso el abandono del Sahara por España en 1975- «permitía a ochocientas unidades pescar libremente durante cinco años en aguas del Sahara y podía ser prorrogado en condiciones privilegiadas otros quince años». Tras el acuerdo, según Fontán, hubo unas 1.200 solicitudes para aquellas ochocientas licencias. «Presentaron barcos, incluso, que hacía tiempo que habían sido hundidos. Denunciamos esta situación a la Administración y, al final, sólo quedaron 640, de los que cuatrocientos eran de ANACEF». Los problemas siguieron, no obstante, para la flota del sur y sureste de la Península que faena en las aguas marroquíes (no en las del Sahara), y Víctor Moro, responsable de pesca en 1977, negoció un acuerdo «que en función de los intereses globales de España, aunque nos perjudicaba a los congeladores por la marroquización de la flota, aceptamos». Este acuerdo, sin embargo, no sería ratificado por el propio Parlamento marroquí. En 1979, Aldasoro, subsecretario de Pesca, «se inventa un acuerdo transitorio de pesca que nos incluye y que nosotros no aceptamos -estuvimos seis meses pescando en rebeldía-, ya que entendíamos que el acuerdo tripartito de Madrid estaba en vigor y nos facultaba a faenar libremente en las aguas del Sahara».

La situación cambió y el doce de noviembre de 1979 fue capturado un barco de ANACEF por los marroquíes en aguas del Sahara, y posteriormente esta flota se vio sometida a igual régimen que la peninsular.Posturas previas a la no renovación

Las últimas posturas de ambos países en las negociaciones de renovación del acuerdo pesquero, según Fontán, habían coincidido en la duración del mismo (un año), en el incremento del canon (50%; de este porcentaje un 20% correría a cargo de los armadores, que es prácticamente la inflación, y un 30% sería satisfecho por el Gobierno mediante contrapartidas), en las seis millas de la costa para faenar los arrastreros-congeladores y en la reducción de las mayas a sesenta milímetros para estos mismos barcos (antes era cuarenta milímetros).

El desacuerdo subsistió, sin embargo, en la reducción a cincuenta milímetros de las mallas de la flota de arrastre en fresco andaluza y en la prohibición de pescar en las seis millas próximas a la costa para artesanales y sardineros.

«No se puede negociar contra reloj siempre; pero tienen tanto que perder las dos partes que después de estos días de reflexión, que a nosotros nos hacen polvo, habrá de llegarse a un acuerdo», opina el gerente de ANACEF. «Nosotros propugnamos y exigimos, entre tanto, que se impida la importación de pescado de Marruecos y de las flotas que nos sustituyen en nuestra función. No es lógico que cuando el 50% del mercado de los cefalópodos está en España, se beneficien flotas extranjeras de esta situación, y tampoco lo es el que se utilicen las instalaciones del puerto de Las Palmas por aquellas flotas que nos están sustituyendo».

Las presiones de ANACEF consiguieron ya que a mediados de la semana pasada se hiciera abandonar los muelles a los pesqueros marroquíes, y atracar en la bahía, asimismo se impidió que descargaran sus capturas.

José Ramón Fontán insistió en

La interrupción del acuerdo con Marruecos revela los grave problemas pesqueros de Canarias

que la actual situación les perjudica y manifestó que un barco parado les supone de 120.000 a 130.000 pesetas diarias.

Represalias contra Marruecos

Estas pretensiones de expulsión de las flotas extranjeras han sido fuertemente contestadas por medios sindicales y por el representante de los artesanales. Este último, Hilario Estévez, ha llegado a manifestar que la flota extranjera deja más dinero en Las Palmas que la de ANACEF «porque emplea más manos en las descargas (cada mano tiene veinte hombres), paga a mayor precio el petróleo, y le cuestan más las reparaciones y el avituallamiento ».

Francisco García Camacho, comprador de pescado del muelle, opina lo contrario: «Los japoneses están trabajando con coreanos como tripulación y los marroquíes hacen lo mismo. ¿Por qué los vamos a dejar que sigan utilizando nuestro puerto cuando nos están fastidiando con el precio del pulpo y no dejándonos pescar en el Sahara? No lo entiendo. Yo llevo aquí trabajando veinte años, y antes lo hicieron mi padre y mi abuelo, y soy, primero, canario, y después, español. Por ello no entiendo que cuando hay tanto compatriota parado se les dé facilidades a estos coreanos, que son unos muertos de hambre, se alimentan sólo de vegetales y arroz, y no nos dejan una peseta en las islas».

Una veintena de marroquíes, parte de los 340 aprendices de aquella nación que merced al anterior acuerdo de pesca estaban enrolados en las tripulaciones españolas, tampoco lo entendían el viernes, cuando se agolpaban ante el vicecónsul de su país, en presencia de un redactor de EL PAIS, para denunciar que los habían echado del barco y que no les habían pagado. El vicecónsul, según pudo saber este diario, gestionó una solución de compromiso con los armadores. Estos consintieron finalmente pagarles un hotel y mantenerlos hasta el próximo jueves, fecha en que serán enviados a su país si no hay acuerdo pesquero. Lo dramático, sin embargo, es que durante días han deambulado por las calles de Las Palmas algunos de estos aprendices marroquíes, sin dinero ni manutención, «porque el consulado no dispone de fondos para estas circunstancias especiales», según indicaron a EL PAIS fuentes próximas a aquella oficina diplomática.

Sin derecho a subsidio

Algunos españoles, según la Federación de Traba adores del Mar, también han sido desenrolados y no tendrán derecho a subsidio por no haber alcanzado la categoría de fijos (para ello hay que participar en dos mareas consecutivas). El grueso de las tripulaciones peninsulares, unos 1.400 hombres, han sido enviados a la península en vuelos charters para evitar brotes de tensión o violencia en los muelles. Los viajes han sido sufragados por el Ministerio de Agricultura.

Catorce empresas japonesas, capitaneadas por la Taiyo, han propiciado la caída de precios del pulpo. Aquel país consume el 50% de las capturas de ANACEF, y el kilo de pulpo ha descendido en poco más de un año de unas 340 pesetas a95.

La Taiyo, según Fontán, habría, procedido a una operación especulativa. Esta firma guardó unas 8.000 toneladas de cefalópodos y el resto del pool subió las reservas japonesas a unas 20.000 toneladas. La operación podría salirles mal, ya que los armadores españoles están dispuestos a resistir y a negociar directamente con los cocederos independientes de pulpo de Japón.

La industria conservera de la sardina también padece dificultades periódicas, ya que, de una facturación media de 7.000 millones de pesetas, el 75% está destinado a la exportación. Y ésta, a su vez, está muy hipotecada a las disponibilidades de divisas de algunos países del Africa negra.

ANACEF, en lo relativo a cefalópodos, ha gestionado una ayuda de 1.200 millones de la Administración para financiar el almacenamiento de las capturas.

Desempleo y salario mínimo

En los últimos días han llegado los primeros expedientes, previos al abono del subsidio de desempleo, a la Delegación de Trabajo de Las Palmas. Fuentes de este departamento informaron a EL PAIS que los subsidios pueden alcanzar, haciendo estimaciones sobre unas 2.000 pesetas diarias de media y unos 5.500 beneficiarios, a unos once millones de pesetas diarias.

Esta cifra corresponde sólo a los marineros que tienen subsidio de desempleo, que son los que trabajan en barcos con más de 150.000 toneladas de registro bruto. Las embarcaciones menores, pese a no cotizar por este concepto, disfrutarán también a través del Instituto Social de la Marina, por acuerdo del Gobierno, del salario mínimo interprofesional mientras dure la paralización de la flota.

Fuentes del Sindicato de Trabajadores del Mar manifestaban, sin embargo, sus dudas sobre la capacidad administrativa y de personal del Instituto Social de la Marina para hacer frente a una situación tan excepcional. Asimismo denunciaban los despidos que se habían producido en las últimas horas en algunos buques.

Medios de la Delegación de Trabajo, consultados por EL PAIS, estimaban como total de personal afectado por la paralización de la flota -calculando un empleo inducido de dos puestos en tierra por uno de mar- en más de 10.000 personas.

El cura del "Garmomar"

Hernández Francés, que dirige el Apostolado del Mar de Las Palmas en unos locales destartalados junto a la parroquia de La Luz, y que ha convertido el mismo en una especie de sindicato con mayor presencia en el sector que el de las centrales tradicionales, opina que «el Gobierno tendrá que definir de una vez por todas si España va a seguir siendo o no un país pesquero. La impresión que tenemos es que este sector le está produciendo demasiados problemas de política exterior y que quiere quitárselo de encima».

Este sacerdote, muy criticado por los armadores por sus contactos con el Polisario y por su participación en el rescate de los secuestrados del Garmomar, recuerda las continuas preguntas e interpelaciones al Gobierno en el Parlamento sobre este tema y la respuesta ambigua del Gabinete; es imposible proceder a cualquier reorganización mientras existe incertidumbre sobre los caladeros de la CEE, Portugal, Marruecos y Mauritania.

Para Hernández Francés, según comentó a este diario, habría que elaborar un plan conjunto (armadores, sindicatos y Administración) para reestructuración del sector; programar un nuevo sistema de relaciones laborales y retribuciones en el mar; jubilación de los pescadores a los cincuenta años y garantía de puesto de trabajo o subsidio de desempleo para los afectados por la reestructuración.

En estos momentos, según Hernández Francés, hay 1.200 parados entre los pescadores canarios, sin contar con los derivados de la actual situación de paralización de la flota. Asimismo comentó la llegada de los grandes armadores peninsulares a la sombra de unos créditos concedidos en los años sesenta. «Querían desarrollar los astilleros y para ello arbitraron unos créditos, que eran prácticamente a fondo perdido, para la construción y congeladores. De ahí proceden los que ahora controlan el sector en Canarias».

Asimismo se refirió a la necesidad de concretar acuerdos con los países afectados como están haciendo otros países e incluso ir con países terceros a empresas mixtas, como es el caso de la empresa Lispafish (hispano -libia), que está faenando y capturando seis toneladas diarias pese al desacuerdo hispano-marroquí.

Los marineros, según las modalidades de pesca y según su cualificación, cobran un porcentaje -el sistema llamado a la parte- sobre la venta de las capturas. Este porcentaje, siempre variable, oscila entre las 60.000 y las 100.000 pesetas. El subsidio de desempleo, y mucho más el salario mínimo interprofesional para quienes navegan en buques de pequeño tonelaje, va a quedar muy por debajo de estas cantidades. Ello hace que, de prolongarse la paralización de la flota, puedan surgir tensiones. El problema más grave se plantearía en Lanzarote, donde el peso de la pesca en la economía isleña -por las fábricas de conservas- es mayor. A excepción de Gran Canaria y Fuerteventura, las demás islas prácticamente no están afectadas por este conflicto.

Cuatro siglos de pesca en el Sahara

Los primeros datos sobre pesquerías canarias en aguas de Africa noroccidental se remontan al siglo XVI. Durante cuatro siglos, la pesca en el banco canario -sahariano (entre los paralelos 30º -sur del Atlas- y 20º 30º -cabo Blanco-, con una extensión de seiscientas millas) ha permanecido, en cuanto de embarcaciones, sistemas de pesca y salazón y estructura del sector, prácticamente inalterada, según apunta Martín Alejo en un estudio sobre «Pasado, presente y futuro de la pesca canaria en el Sahara» (rev. Hombres del Mar, número 1, 1978).

El primer tercio del siglo XX, con la aplicación del vapor a las embarcaciones pesqueras, la introducción del hielo para la conservación del pescado, así como el perfeccionamiento de las artes de arrastre, mediante parejas, supone un cambio radical para Canarias. Tan revolucionarias novedades llegan de la mano de armadores levantinos y gaditanos, fundamentalmente, así como algunos italianos. Nombres como Lloret y Llinares, Ojeda, Lamberti y Montenegro -que hoy lo son casi todo en la pesca canaria- aparecen por primera vez en estas islas. Es el origen de los monopolios y de la agonía de la pesca artesanal.

A mediados de los años cincuenta se produce un hecho decisivo: la irrupción en el banco de la flota japonesa. Con nuevas técnicas pesqueras y de congelación y, sobre todo, con una numerosísima flota, terminan prácticamente con las especies de «párgidos», con lo que la pesca autóctona desaparece, salvo las escasas unidades que faenan al sur del cabo Blanco y con bases en Lanzarote y Fuerteventura.

La desaparición de los «párgidos» provoca, por efecto de rebote, una superproducción de cefalópodos (pulpo, calamar y choco), de cuyas larvas se alimentaban las especies extinguidas. Se produce así un auténtico El dorado en estas aguas, a mitad de los años sesenta, en que los barcos llegan a capturar un promedio de diez toneladas diarias de cefalópodos.

Es en esta época cuando se produce la creación de una superflota congeladora española para la pesca del cefalópodo. Al calor de la riqueza de este banco, y con las facilidades crediticias que se otorgan en esos años a la construcción naval, un sinfín de armadores peninsulares agresivos se trasladan a estas islas. Las grandes firmas aparecen en Canarias: Hijos de Angel Ojeda, Lloret y Llinares, Diego Grimaldi, Altapesca, Alvarez Entrena y Pescanova, entre otras.

El sector sardinero, con desarrollo posterior y base principal en Lanzarote, recibe también la influencia de las firmas mencionadas y muy pronto las de los conserveros.

Los acontecimientos posteriores son ya relativamente cercanos y se circunscriben al abandono del Sahara por España y a los sucesivos contenciosos con Marruecos y Mauritania.

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