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ECOLOGIA

Protestas ante la posible instalación de un basurero radiactivo en el Atlántico

El proyecto de creación de cementerios de residuos radiactivos en las profundidades del océano Atlántico (véase EL PAÍS de 29-11-1980), entre Azores y Canarias, que realiza el buque oceanográfico Tydeman, de la Armada holandesa, entraña serios riesgos para el equilibrio ecológico del área, han declarado a EL PAÍS científicos canarios de la Universidad de La Laguna.

Según se ha podido saber, el reciente terremoto ocurrido en Argelia fue un factor que hizo dudar personalmente al jefe del departamento científico del citado buque, B. J. Collette, durante su estancia en Tenerife. La elección de la citada zona atlántica se debe, en opinión de los investigadores holandeses, a la existencia en sus fondos marinos de sedimentos de grueso espesor capaces de almacenar a presión cimientos de residuos procedentes de centrales termonucleares de distintas partes del mundo.La presumible inactividad geológica en las profundidades de esta zona del planeta ha sido hasta este momento uno de los argumentos para la designación del lugar. Sin embargo, el citado terremoto ha puesto en cuestión la fiabilidad de tal hipótesis y, según ha señalado a este periódico el geólogo Telesforo Bravo, los sedimentos estudiados sufren periódicamente movimientos sísmicos de relativa intensidad que se eleva en los lugares más próximos a la zanja divisoria de los continentes americano y africano, conocida con el nombre de Reeft. Esta franja de gran profundidad no es aconsejable para la instalación de basureros radiactivos, porque su actividad eructiva y sísmica es permanente.

El flujo de magma en estos fondos marinos provoca altas temperaturas, que los hace poco recomendables para la empresa prevista. Según el citado geólogo, tampoco parecen absolutamente convenientes las llanuras de sedimentos localizadas entre el Reeft y la costa africana, ya que en las mismas se aprecian movimientos sísmicos de cierta frecuencia.

Por su parte, el jefe del departamento de Botánica de la Universidad de La Laguna, Wolfredo Wildpret, opina que en el caso de que los residuos radiactivos depositados bajo el mar llegaran a abandonar sus fosas por una perturbación geológica, las consecuencias para la flora y fauna de la zona serían desastrosas. «Las corrientes marinas están orientadas en dirección hacia el noroeste de África y atraviesan el archipiélago canario. Cualquier expansión de energía radiactiva tendría repercusiones negativas en las propias islas», declaró.

Tres zonas del planeta son investigadas hoy para la futura ubicación de cementerios radiactivos marinos: fosa macaronésica del Atlántico, aguas del Japón, en el Pacífico, y Triángulo de las Bermudas, en el Caribe. En la primera, donde se encuentran situadas las islas Azores y Canarias, trabaja en la actualidad el Tydeman, que cuenta con una dotación de sesenta marineros y doce científicos de alta cualificación. La investigación, que durará veinte años, es financiada por la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE). Hace siete años el buque oceanográfico alemán Meteor localizó entre las islas de Gran Canaria y Fuerteventura, del archipiélago canario, y la costa de África fosas con sedimento de hasta ocho kilómetros de espesor, que confirman el interés del estudio del buque holandés.

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