Carter convoca una conferencia occidental sobre la situación en el estrecho de Ormuz
El presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, tomó ayer la iniciativa para convocar una conferencia entre los principales países occidentales, destinada al análisis de la situación en el golfo Pérsico, bajo sus aspectos de abastecimiento de petróleo y de garantías para la libre circulación marítima por el estrecho de Ormuz.
En un comunicado oficial, la Casa Blanca confirmó «la consulta a cierto número de naciones amigas sobre las necesidades en petróleo y las medidas para mantener la navegación abierta en el golfo Pérsico». Se trata sólo de una propuesta, precisaron medios norteamericanos, que «deberá concretarse, en cuanto a lugar y fecha», en caso de aceptación por las partes consultadas.Jody Powell, portavoz de la Casa Blanca, dijo que la propuesta no pretendía, en modo alguno, «una escalada» en el conflicto.
Las reacciones de los principales países europeos y Japón, principales interesados en el tema, son reservadas. Tokio fue el primero en comunicar a Carter que no desearía la creación de una «fuerza internacional» que vele por la seguridad de navegación en el estrecho de Ormuz. Entre los europeos, la postura parece también prudente, a juzgar por los comentarios de algunos ministros de Asuntos Exteriores presentes en Nueva York, desde donde informa nuestro corresponsal .
Caso de celebrarse la reunión propuesta por Carter, reuniría a los primeros mandatarios de los países occidentales que, una vez al año, se reúnen en sesión cumbre para deliberar sobre asuntos políticos y económicos. Se trata de EE UU, Canadá, Japón, República Federal de Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia.
Todo parece indicar que Washington no quiere actuar de forma aislada en caso de tener que utilizar la fuerza para proteger los intereses petroleros en el golfo Pérsico, por otra parte más vitales para Europa y Japón que para Estados Unidos, que cuenta con mayores reservas energéticas. Los aliados tampoco parecen dispuestos a iniciativas que puedan interpretarse en Moscú como una implicación occidental en el litigio entre Irak e Irán.
Alarma en Moscú
Moscú, por su parte, manifiesta una alarma creciente que los analistas más concienzudos consideran sincera- de que Washington emprenda algún tipo de acción so pretexto de proteger la ruta del petróleo vital para Occidente, y pese a las conversaciones entre los ministros de Exteriores Gromiko y Muskie la noche del jueves, en Nueva York, el viernes los medios soviéticos se centraban en tal eventualidad, rechazando de plano cualquier tipo de intervención norteamericana, según informa nuestro corresponsal interino en Moscú.
El órgano central Pravda, en un comentario cuidadosamente redactado, advertía una diferencia entre las palabras de las declaraciones con las que la Casa Blanca habla al máximo nivel de no interferencia y neutralidad estricta y los hechos reales.
Pravda señala la concentración naval de Estados Unidos en la zona de conflicto, la alerta de las fuerzas del «cuerpo de intervención rápida» y -citando al diario Washington Post- directrices secretas de la Casa Blanca al Pentágono para que prepare una variante del uso de armas nucleares en Oriente Próximo. En especial, denuncia Pravda que Estados Unidos «desearía arrastrar a los aliados de la OTAN a la aventura que se prepara intimidándoles con la carestía del petróleo», y crear así la apariencia de «aprobación internacional para la aventura».
El mismo día, la agencia oficial Tass remachaba el clavo: «Estados Unidos amamantan (sic) planes de interferencia armada en el conflicto Irán-Irak, bajo el falso pretexto de asegurar los suministros de petróleo».
Con estas inequívocas manifestaciones, los medios soviéticos corrigen la impresión de Muskie, tras su encuentro con Gromiko, de que la URSS y Estados Unidos podrían tomar cursos paralelos respecto al conflicto, sin acuerdo explícito para su solución.
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