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Espectación tras la visita de Schmidt a Moscú

Malhumor en los medios oficiosos de la OTAN por el optimismo alemán

Soledad Gallego-Díaz

Malhumor en medios norteamericanos y «del aparato» de la organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y prudente satisfacción en medios europeos son las dos reacciones contradictorias que el viaje del canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Schmidt, despierta en Bruselas, sede central de la Alianza Atlántica.

Los aliados europeos -excepción hecha de Francia- no disponen aún de información «de primera mano» sobre el resultado del viaje, ya que una reunión extraordinaria a nivel de embajadores, convocada para ayer en el cuartel de Evere, fue aplazada hasta hoy. El secretario de Estado para Asuntos Exteriores de la RFA, Gunther van Well, que debía desplazarse a Bruselas para informar a sus colegas, fue reclamado en el último momento por el ministro federal, Hans Dietrich Gensher, a fin de que le acompañara a Washington.Medios oficiosos próximos a la delegación norteamericana y al «aparato» atlantista se apresuraron a hacer llegar su reacción negativa ante las esperanzadoras declaraciones del canciller federal Schmidt. Se trata -aseguraron- de una nueva maniobra propagandística soviética. Las declaraciones del líder de la URSS, Leónidas Breznev, no aportan nada nuevo a lo ya conocido.

Para dichos medios, los aspectos más «preocupantes» de la entrevista germano-soviética son los relativos a una hipotética negociación sobre los euromisiles, así como la concepción «parcial» de distensión que se podría adivinar en el comunicado conjunto final. Tanto Estados Unidos como el secretario general de la OTAN, el holandés Joseph Luns, estiman que no es posible ni conveniente negociar con la Unión Soviética «antes» de haber fabricado y desplegado en Europa los Pershing 2 y Cruise, capaces de hacer blanco en el interior del territorio de la URSS.

Unos y otros han intentado repetidas veces comprometer a los aliados europeos en la defensa efectiva y no simplemente dialéctica del concepto de distensión «global»; esto supone que cualquier acción soviética en cualquier parte del globo se interpreta como un atentado contra la distensión también en Europa. El canciller de la RFA, cuyo país tiene una larga frontera con los países del Este, parece, sin embargo, interesado en salvar, en la medida de lo posible, las buenas relaciones con la Unión Soviética en la esfera europea. La misma actitud mantiene Francia.

Fuentes diplomáticas oficiosas estimaban que el ministro de Asuntos Exteriores de la RFA, Genscher, debería hacer un serio esfuerzo en Washington para despejar los temores norteamericanos, fundamentalmente en lo que afecta a la imagen del liderazgo de Estados Unidos en Europa. Medios de la RFA y de Francia no ocultan que dicha imagen está maltrecha, como consecuencia de la «oscilante» política exterior del presidente Carter. Un político socialdemócrata de la RFA confesaba recientemente que si Bonn se arriesgaba a tomar la iniciativa en problemas políticos y estratégicos de índole mundial, se debía exclusivamente a un sentimiento de responsabilidad ante la conciencia de que Estados Unidos «oscilaba» y dejaba un importante hueco Nosotros -añadía- no estamos en absoluto interesados en deteriorar la imagen de Norteamérica, un aliado vital para toda Europa occidental, pero tampoco podemos arriesgarnos a que repetidas interpretaciones erróneas nos conduzcan a callejones sin salida.

Los medios oficiosos europeos consultados se mostraban «prudentemente optimistas» respecto a los resultados del viaje a Moscú del canciller federal Schmidt, subrayando que las declaraciones del presidente soviético, Breznev, dejaban traslucir, al menos sobre el papel, «indicios de una mayor flexibilidad de Moscú», especial mente en cuanto a la distensión en Europa se refiere. Este «prudente optimismo» se basaba también en el hecho de que, al parecer, Helmut Schmidt se ha expresado en Moscú con toda dureza. Sin embargo, las mismas fuentes estimaron que, a falta de una información más precisa de boca del secretario de Estado de la RFA, las primeras reacciones debían ser forzosamente ambiguas, a fin de no despertar en la ya sensibilizada opinión pública europea expectativas que luego se demuestren falsas.

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En Bélgica, la prensa ha seguido con gran atención el desarrollo del viaje del canciller de la RFA. Bélgica y Holanda fueron los dos únicos países que exigieron una demora antes de conceder la autorización para que la OTAN despliegue en su territorio los 49 Cruise que le corresponden a cada uno de ellos.

Diferencias en la prensa británica

Por otra parte, la prensa británica de ayer estuvo dividida en sus análisis sobre la visita de 'Schmidt a Moscú. Para el Daily Telegraph, fue «un juego para Breznev», puesto que el canciller federal alemán, «a pesar de sus esfuerzos, no consiguió el menor signo a favor de la retirada soviética de Afganistán».

Más moderado, el Financial Times afirmó que Schmidt mostró a los soviéticos que «Occidente ha sabido sacar conclusiones de los últimos acontecimientos». El conservador Daily Express calificó la cumbre corno «una llamada simbólica de la URSS acerca de que nadie puede estar a favor de una nueva guerra».

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