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Inquietud en Washington por la "cumbre" germano-soviética

La entrevista Schmidt-Breznev, en Moscú, provoca cierta inquietud en los medios políticos y militares de Washington. Es la primera vez, después de la segunda guerra mundial, que un líder de Alemania Occidental inicia negociaciones directas con los soviéticos con relación al problema de la seguridad europea, incluidos sus aspectos nucleares.Aprovechando la relativa debilidad de Estados Unidos, tanto en política exterior como en situación económica, los europeos parecen dispuestos a jugar sus cartas con el propósito de reforzar su «independencia» respecto a Washington. Incluyen al mismo tiempo el capítulo de la defensa, que ha desencadenado serias críticas por parte estadounidense.

Dependientes del arsenal nuclear norteamericano para garantizar su seguridad frente al bloque del Este, los países de Europa occidental -excepto Francia, único Estado con cierta autonomía defensiva- limitaron hasta ahora sus ambiciones a «observar» las negociaciones entre Washington y Moscú, orientadas a limitar la proliferación de armas nucleares.

El inicio de la fabricación de cohetes SS-20 soviéticos, equipados con «cabezas» nucleares múltiples y destinados a objetivos situados en los países de Europa occidental, arrinconó gran parte del arsenal defensivo de la OTAN en materia nuclear. En su Consejo de Ministros de diciembre último, la OTAN aprobó la construcción e instalación en Europa occidental de 527 misiles de los modelos Crulse y Perhing 2, capaces de contrarrestar la amenaza soviética.

La iniciativa del canciller Helmut Schmidt consiste ahora en proponer a la URSS la «congelación» por tres años -tiempo necesario para que sean operativos los nuevos misiles de la OTAN- del plan de modernización nuclear occidental si, en contrapartida, la URSS hace lo propio con sus cohetes SS-20. Entre tanto, se abrirían negociaciones para limitar recíprocamente el armamento.

Probablemente, lo que más molesta en Washington en relación con la entrevista Schmidt-Breznev es el elemento «europeo» que supone la iniciativa de Bonn, en un campo tradicionalmente reservado sólo a las dos grandes potencias.

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