¡Queremos una Navidad en paz!
Se cierra otro año y con él una década. El balance que hacemos tal vez no pueda ser más negativo. Todos los periodistas presos en Argentina desde el golpe militar que encabezó el general Jorge Videla, y desde antes, así como los «desaparecidos» -a manos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad-, siguen siendo exactamente los mismos. Tal vez la unica excepción la constituya Jacobo Timmermann, ex,difector propietario del matutino porteño La Opinión, expulsado del país y privado de la nacionalidad argentina,Por cierto, debemos recordar que esta puesta en libertad provocó una profunda crisis militar y de gobierno, resuelta por la inferioridad de condiciones en que estaban los sectores más ultraconservadores, encabezados por el general Luciano B. Menéndez. A propósito de estos episodios, también cabe consignar que este alto que castrense intentó un levantamiento armado y que ante su fracaso sólo fue condenado a un arresto de noventa días. Este general, punible del delito de «subversión», recibió otro tratamiento jurídico y político, mientras que miles de supuestos «subversivos» permanecen desde hace muchos años en cárceles y campos de concentración.
Los periodistas españoles denunciaron, hace algo más de un año, en ocasión del viaje de los Reyes a Buenos Aires, en desplegados publicados por los principales periódicos, la grave situación de represión desatada contra el gremio de Prensa, proporcionalmente uno de los más represaliados por el Régimen militar. También se denunciaba, hace un año, desde la prensa española más de un centenar de clausuras y otras sanciones contra la prensa escrita, oral o televisiva, emprendidas por el gobierno castrense argentino. También se decía hace un año que cerca de medio millar de periodistas hablan sido obligados al exilio y un centenar de ellos residía en este país.
A un año de esta denuncia y a casi cuatro de instalado el Gobierno militar, amargamente decimos que esta situación no ha variado absolutamente nada. Los presos siguen cautivos; los «desaparecidos» aún no han sido asumidos por el poder castrense; los exiliados aún permanecen en el destierro, y los muertos, en lo más profundo de nuestro recuerdo y nuestro corazón...
Aunque,quitá aun año de esta denuncia podríamos decir que la situación continúa agravándose, en la medida en que Robert Cox, director del matutino Buenos Aires Herald, periódico de habla inglesa y editado para la comunidad anglosajona residente en aquella capital, ha debido abandonar el país ante las decenas de amenazas de muerte recibidas, no obstante haber sido un impulsor inequivoco del golpe militar. El señor Cox, que ya una vez fue detenido por las autoridades militares, desarrolló, al tiempo del episodio golpista, una campaña por la defensa de los vulnerados derechos humanos. También insistió ante el Gobierno del general Videla por el accionar de los grupos de secuestradores, asaltantes y violadores, integrados por fuerzas oficiales. El señor Cox indicó en forma sistemática, a travéi de sus editoriales, que el Gobierno debía acabar, de una vez y para siempre, con estos recursos, por lo salvaje que son en sí mismos y por la postura grotesca del Gobierno al hablar de «bandas incontrolables ».
Pese a esta situación irrefutable, él Gobierno militar habla «de la campaña internacional contra Argentina». El principal agente de desprestigio de la Junta Militar, y no de Argentina, es la propia Junta. Más de 10.000 denunciantes se presentaron ante la misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, en su visita a Buenos Aires y otras provincias, y existe información no publicada y estrictamente confidencial que dice que estos funcionarios continentales pudieron comprobar numerosas de las imputaciones, que también incluyen la existencia de. campos de concentración.
Como si todo esto fuera poco, hace un par de meses se denunció en París y con el respaldo del vicepresidente de la Asamblea Nacional francesa (Parlamento), señor Stasis -de cuya seriedad y serenidad no se puede dudar-, la existencia de un campo de con centración instalado desde el golpe militar de marzo de 1976 en la Escuela de Mecánica de la Armada, y por el cual también pasaron algunos periodistas que hoy figuran como «desaparecidos». También en París se dieron pruebas sobre algun os de los marinos torturadores, con nombre, apellido y hasta fotografías. Esta gravísima denuncia fue recogida puntualmente por EL PAIS y ,otras publicaciones españolas y europeas, sin que hasta la fecha se hayan refutado las imputaciones.
No obstante todo lo dicho, el Dueblo argentino -como cualquiera del mundo que no ha sido derrotado por la dictadura- ha sabido replegarse, reagruparse y juntar fuerzas para dar renovadas batallas contra la opresión y el nuevo despojo que significa la sanción de la ley de Asociaciones Profesionales, que favorece a las patronales, las transnacionales y al plan de superconcentración monopólica del ministro Martinez de Hoz y el Gobierno.
El gremio de Prensa, que está inserto en el conjunto del pueblo y la clase trabajadora, no es ajeno a esta situación. El Movimiento de Recuperación Gremial que se ha formado, se ha puesto a luchar por sus conquistas y reivindicar a los periodistas presos y «desaparecidos», simbolizados en los dirigentes Héctor Ernesto Demarchi, Roberto Reyna, Ignacio Ikonicoff, Enrique Raab, Eduardo Jozami, Alvaro Aragón y Luis Guagnini.
Desde España solamente nos queda por reclamar la intensificación de las campañas políticas y diplomáticas por parte de los partidos y Gobiernos democráticos, para lograr la plena vigencia de las libertades públicas, la vuelta al Estado de derecho, y la libertad de todos los presos y la aparición con vida de los «desaparecidos».
¡Queremos una Navidad en paz!
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