La producción de alimentos del año 2000 deberá ser un 50% superior a la actual
Hacia finales de siglo, la población mundial superará los 6.000 millones de personas, cuando hace menos de veinte años era de 3.000 millones (hoy es de 4.300) para entonces, la fuerza laboral superará los 2.500 millones de personas, lo que supone el 40% más que en la actualidad. En el año 2000 habrá que cultivar casi el 50% más de alimentos, aunque sólo sea para mantener los índices actuales de nutrición; la FAO, preocupada por esta realidad, estudia estos días en Roma lo que ha de ser «la agricultura, hacia el año 2000", consciente de que ese aumento de la producción de alimentos y materias agrícolas no debe lograrse a costa de un uso indebido de la tierra y el mar.El estudio elaborado por el organismo de las Naciones Unidas no trata de predecir o pronosticar lo que sucederá a finales de siglo. Sencillamente, efectúa un análisis de las consecuencias para la agricultura si se quiere satisfacer la demanda resultante de una tasa deseable y relativamente alta de crecimiento general de los ingresos; trata de exponer, en la medida de lo posible, las necesidades de este proceso normativo de crecimiento.
El documento destaca como uno de los problemas prioritarios de política de la agricultura mundial la erradicación del hambre, acelerando la producción y promoviendo la demanda.
Una tasa sostenida de la producción sólo puede lograrse mediante una modernización del proceso productivo; deben comprarse más insumos y utilizarse los recursos con mayor intensidad, paralelamente a una expansión de la superficie de cultivo. Los fondos y las cantidades materiales necesarias son ingentes. Se calcula que el valor de los insumos corrientes procedentes de la agricultura para noventa países en desarrollo se duplicará entre 1980 y 1990, y para finales de siglo se habrá vuelto a duplicar.
Por otra parte, un aumento de los ingresos sin su redistribución elevaría la demanda efectiva. Sin embargo, esta mejora de la nutrición no acabaría con el problema del hambre, debido a la desigual distribución del ingreso.
El déficit alimentario teórico proyectado por la FAO será solamente de veintiocho millones de toneladas de equivalentes de cereales en 1990, y de veinte millones de toneladas en el año 2000. En la práctica, la cantidad seria mayor por causa de los problemas de distribución; pero, de cualquier modo, seguiría siendo reducida en relación con los niveles actuales de producción (el pronóstico provisional para 1978 es de 1.400 millones de producción mundial).
Por consiguiente, el problema normativo que se plantea consiste en redistribuir la capacidad adquisitiva, de forma que los países pobres puedan elevar su consumo de alimentos en 1990 por lo menos en una cantidad equivalente a un 2% de la producción mundial de cereales.
Factores de crecimiento de la producción
En 1975, la tierra cultivada cubría una superficie aproximada de 730 millones de hectáreas. Se calcula que en 1990 podrían haberse recuperado para la agricultura 100 millones de hectáreas más, y para el año 2000 otra superficie similar. Ello supondría un incremento aproximado del 28% durante un período de veinticinco años. Pero en este mismo período, la población agrícola debería aumentar también en un 130% aproximadamente. Es fácil deducir, por tanto, que una gran parte del crecimiento de la producción deberá originarse en el aumento de la producción por unidad de tierra cultivable.Para conseguirlo se deberá aumentar la intensidad de los cultivos, así como sus rendimientos. Los dos factores -asegura la FAO- dependen, fundamentalmente, de la expansión del riego. Una expansión del 60% de la superficie actual (unos 57 millones de hectáreas) se considera posible, aunque gran parte de la contribución de los riegos a la producción se basarla en la mejora de los sistemas existentes, que podría dar lugar en el año 2000 a que unas tres cuartas partes de las tierras de regadío perteneciesen a la categoría de «plenamente regadas» (aprovechamiento óptimo), cuando en la actualidad sólo pertenece el 50%.
Con un aumento de la intensidad de cultivo, la superficie cosechada podría aumentar mucho más deprisa que la zona cultivable. Por ejemplo, los rendimientos del trigo deberían duplicarse casi, hasta alcanzar el nivel de 2,3 toneladas por hectárea; y los rendimientos del arroz deberían aumentarse en un 60%, para alcanzar las 3,1 toneladas por hectárea a finales de siglo. En general, no sería arriesgado ,decir que la producción agrícola por hectárea de tierra cultivable (en valor bruto) podría aumentar en un 2,4%, aproximadamente, al año.
El aumento del rendimiento tiene que estar respaldado también por un incremento considerable de la utilización de otros insumos (fertilizantes, plaguicidas, semillas, energía mecánica), además del agua. Una estimación realizada por la FAO de las necesidades por cultivos y por países que la utilización total de insumos para la producción debería aumentar a un ritmo anual aproximado del 5,4%, esto es, que para elevar la producción agrícola en un 1%, los gastos de insumos deben aumentar en un 1,8%.
Investigación y tecnología
Sin embargo, una gran parte del aumento de la productividad a que tienden los programas agrícolas de los países debe basarse en una mejora de la tecnología y en una aplicación más amplia de la misma. Amén, por supuesto, de hacerlo en la investigación para encontrar tecnologías nuevas. Gran parte de la tecnología que debe emplearse se conoce ya y puede utilizarse; los problemas más grandes para hacerlo son la adaptación y la difusión.En su intervención ante la XX Conferencia Mundial de la FAO, que se celebra en Roma, el director general de este organismo, Edouard. Saourna, aseguró que es necesario aprovechar al máximo los recursos tecnológicos y científicos existentes; «pero, ni los países pobres ni los ricos -aseguró- encontrarán la respuesta al problema alimentario en un retorno a la naturaleza idealista y sentimental». Y en otro momento recomendó a los países en vías de desarrollo que no imiten tecnologías de los países desarrollados (basadas en abundancia de capital y escaso uso de mano de obra) ni recurran a sistemas de segunda mano descartados por éstos.
Recordó Saourna que el futuro nos ofrece promesas de progresos científicos, pero que esto no basta para acometer reformas sociológicas profundas, que son las necesitadas. «El mundo», dijo, «debe buscar una convergencia de las prácticas de cultivo tradicionales en el Tercer Mundo con la moderna tecnología agrícola. Antes la cosechadora que el Cadillac.»
Las inversiones en el sector de la investigación y sus aplicaciones sólo son efectivas cuando existe un personal capacitado que las lleve a la práctica; y esto pone de relieve otra clara necesidad: la creación de cuadros capacitados de investigadores, científicos y técnicos de la investigación aplicada.
En este sentido, las inversiones brutas totales con arreglo a la definición estricta de la OCDE alcanzan los 57.000 millones de dólares para 1990 y unos 78.000 para el año 2000 (a una tasa de crecimiento anual del 3,6% para el período 1980-2000). Dentro del total, el crecimiento relativamente lento de las inversiones en fomento de tierras y riegos (2% en el mismo período) y animales de tiro y mano de obra (0,6%) resulta compensada por el rápido crecimiento de los tractores y la maquinaria (7,1%) y las inversiones pecuarias (5,9%).
Cooperación internacional
Es un hecho reconocido que la agricultura tiene un papel de protagonista a desempeñar en los esfuerzos encaminados al nuevo orden económico internacional. Y el análisis cuantitativo del informe de la FAO transmite el claro mensaje de que no se logrará una importante aceleración de la producción agrícola si no se incrementa la utilización de insumos ajenos al sector agrícola, tanto de capital como corrientes, y no se establece una estrecha colaboración entre los Gobiernos del mundo.Una gran parte del componente en divisas de estos insumos deberán proporcionarlos los propios países en desarrollo; ello pone de relieve la necesidad de facilitar a estos países mayores oportunidades de obtener divisas: inversión y comercio son dos caras de la misma moneda. Sin embargo, parte de estas necesidades deben cubrirse con la asistencia externa. El informe calcula que las necesidades anuales, en comparación con los compromisos real es de 1977 (4.300 millones de dólares), aumentarán a 12.700 millones en 1990 ya 16.800 a finales de siglo.
En definitiva, el estudio que analiza la FAO estos días en Roma constituye un reconocimiento del futuro. Y lanza un reto: el mundo podría liberarse en gran parte del hambre que padece, mediante un progreso de la producción de alimentos en los países «pobres». Pero el futuro próximo (cinco o diez años) no se presenta demasiado optimista. Saourna anunció que para el año 2000 «todavía habrá 250 millones de desnutridos en todo el mundo".
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