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Kennedy apoya la respuesta de Carter a la URSS

, El discurso del presidente Jimmy Carter sobre la presencia de tropas soviéticas en Cuba fue recibido con división de opiniones en los círculos políticos norteamericanos. Sin embargo, una mayoría de los senadores, entre ellos Edward Kennedy, parecían satisfechos ayer con las medidas anunciadas por Carter para «responder» al «desafío» de la URSS.

Durante los veinte minutos que duró su alocución televisada, un Carter con semblante serio y ademanes firmes se esforzó en hacer comprender a los norteamericanos que el incremento de la presencia militar de Estados Unidos en el Caribe y la ratificación por el Senado del Tratado de Limitación de Armamento Estratégico son dos caras de la misma moneda: mantener la seguridad de Norteamérica y la paz mundial.

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Los sectores conservadores acusan a Carter de haber cedido ante la Unión Soviética

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El discurso de Carter, cuidadosamente preparado durante los últimos días, tras innumerables consultas y deliberaciones, iba más claramente destinado al Senado que a la opinión pública. El presidente parecía dedicado a ofrecer un pretexto a los legisladores que han vinculado la ratificación del SALT II con la unidad rusa en Cuba, para que, conjurado este peligro, puedan dar su aprobación al pacto con la URSS. Un diario de Washington decía ayer con frase feliz que el discurso iba dirigido a una audiencia de cien (el Senado), pero fue escuchado por varios millones de personas.

El efecto que sobre la ya deteriorada imagen pública del presidente pueda haber tenido su intervención ante las cámaras era objeto ayer de opiniones encontradas. Para muchos, Carter dio la respuesta correspondiente a la magnitud del problema, de forma mesurada y tranquila. Para otros, el presidente aceptó el lunes por la noche que lo que había afirmado antes era inaceptable, el statu quo en Cuba. El Washington Star titulaba ayer a toda página: «La brigada rusa permanecerá en Cuba.»

Efectivamente, Carter dijo el pasado 8 de septiembre que la situación era «inaceptable» para Estados Unidos. En su discurso televisado, el presidente habló de garantías ofrecidas por Brejnev y Gromiko de que la unidad soviética basada en Cuba es de entrenamiento y no amenaza ni a Norteamérica ni a ningún otro país del área. Pero Jimmy Carter enumeró cinco medidas para contrarrestar la presencia de esa unidad que Estados Unidos asegura es un cuerpo de combate, lo que significa que la brigada o el centro de instrucción permanecerá en Cuba, pese a las protestas norteamericanas.

Esta aceptación del status quo por Carter era destacada ayer por los sectores más conservadores del Congreso y del Partido Republicano. Para el ultraconservador Robert Dole, Carter no cumplió su promesa, y acepta ahora la presencia de la brigada, mientras para el senador Richard Stone, de Florida, el presidente no ha ido lo suficientemente lejos en su respuesta. El candidato republicano John Connally se quejaba ayer de que Carter no ha sabido «trazar una raya» al aventurerismo militar soviético-cubano.

Por otra parte, los defensores del presidente mantienen que el statu quo ha sido modificado, o va a serlo en breve, con las cinco medidas anunciadas por Carter, que incluyen maniobras navales en el Caribe, vigilancia de Cuba y el establecimiento de una fuerza especial en Key West. Las maniobras, con dieciséis navíos, ya han empezado y dentro de una o dos semanas 1.500 marines desembarcarán en la base de Guantánamo.

El ataque más duro sufrido por el discurso de Carter vino ayer del ex secretario de Estado, Henry Kissinger, quien curiosamente había sido consultado la semana pasada sobre el problema de la Casa Blanca. Para Kissinger, el presidente no ha ido lo suficientemente lejos en su respuesta y, lo que es más, ha aceptado un peligroso precedente: la presencia de una fuerza de combate soviética en el hernisferio occidental, en contradicción con la doctrina Monroe.

Para el hombre que dirigió la política exterior norteamericana en las administraciones de Nixon y Ford, habría que haber buscado una «confrontación más fuerte» con la Unión Soviética. Carter había destacado en su discurso que la presencia de 2.000 ó 3.000 soldados rusos en Cuba no es motivo «para volver a la guerra fría».

El senador Edward Kennedy, un casi seguro enemigo de Carter en la campaña electoral de 1980, dijo ayer que el discurso del presidente debía dar por zanjado el asunto de modo que el Senado pueda dedicarse a estudiar la ratificación del tratado SALT II. El muy influyente líder de la mayoría demócrata, Robert Byrd, se mostró satisfecho por las medidas anunciadas por Carter.

Salvar el tratado SALT II ala vez que se da impresión de firmeza ante la opinión pública doméstica y se adoptan medidas cuidadosas que no provoquen una reacción de la Unión Soviética o Cuba, no era tarea fácil. Carter optó por resaltar las «garantías» que dice le han dado los dirigentes del Kremlin, por atacar a Cuba más que a la URSS, aunque evitando repetir la acusación de «marioneta», y por anunciar una serie de medidas en el Caribe, en el Índico y a nivel general de recolección de inteligencia para «contrarrestar» algo que su diplomacia no ha podido convencer en tres semanas que retiraran de Cuba los soviéticos.

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