Un comité del Parlamento alemán pide la interrupción del programa nuclear
Dos días después de la mayor manifestación antinuclear en la historia de la República Federal de Alemania, y en la misma fecha en que se celebró en Bonn un Consejo de Ministros extraordinario sobre el impacto en la industria atómica alemana, tras la grave avería en la central norteamericana de Harrisburg, el canciller Helmut Schmidt inicia hoy, en Brasilia, conversaciones relativas al acuerdo germano-brasileño de 1975 por el que el país latinoamericano adquirirá ocho reactores nucleares, a fabricar por KWU, filial de Siemens.En la manifestación de Hannover, el pasado fin de semana, participaron 50.000 personas, que exigieron que no se construyese el depósito de Gorleben para desperdicios nucleares. Simultáneamente, un sector del Parlamento federal emplazó al canciller Schmidt para que, en los próximos meses, presente una declaración de gobierno con los pros y los contras del recurso a la tecnología nuclear.
El grupo de seguridad atómica de la comisión legislativa de Asuntos Interiores reclamó ayer, por su parte, que se interrumpa inmediatamente la construcción de centrales hasta que se encuentre un código de seguridad convincente. «El futuro económico de la RFA», comentó el diputado socialdemócrata Harold Schaefer, jefe del citado grupo, «no puede ir apoyado en la tecnología atómica sin estimular antes otros sectores energéticos»
El viaje a Brasil
Desde la visita del ex presidente Emesto Geisel a Bonn, el año pasado, durante la cual no escatimó posturas anti norteamericanas, Helmut Schmidt ha insistido en que el negocio nuclear con Brasil (57.000 millones de marcos) no va dirigido contra Estados Unidos.Bonn y Washington parecen ya dispuestos a acordar que sea la RFA quien ofrezca a Brasil -quizá más tarde a Argentina- su tecnología nuclear y que Estados Unidos mantenga en sus manos las riendas del uranio. Bonn cuenta con la última advertencia norteamericana en el sentido de que competir con la gran superpotencia en el mercado nuclear podría significar un boicot norteamericano en forma de restricciones de envío de uranio, lo cual cortaría a la RFA el paso a la «economía del plutonio». Esta advertencia alcanza de lleno al punto más controvertido de la exportación atómica alemana a Brasil: la tecnología a exportar incluye reactores reproductores, es decir, reactores que aprovechan al máximo el uranio empleado y producen plutonio.
Los alemanes más preocupados por el problema de ver convertido a su país en exportador de una tecnología discutida por ellos mismos atribuyen al Gobierno brasileño falta de las más elementales medidas de seguridad, como lo indica el que para la instalación de la central Angra 1 se haya elegido un terreno arenoso, a orillas del mar y a sólo cincuenta kilómetros de Río.
El grupo de seguridad atómica de la comisión de Asuntos Interiores reclamó ayer, por su parte, que se interrumpa inmediatamente la construcción de centrales hasta que se encuentre un código de seguridad convincente.
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