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Isaac Montero: "La memoria de la posguerra no es patrimonio de la ultraderecha"

Entrevista con el autor de "Necesidad de un nombre propio"

Necesidad de un nombre propio es el título del tercer volumen y cuarto relato de los Documentos Secretos, de Isaac Montero, esa serie de novelas que va edificando, en el mundo de la ficción, la memoria de la posguerra española. Necesidad de un nombre propio, que se presenta hoy en Madrid, es un buceo más de los del novelista para nombrar una época para él crucial y particularmente identificable. «La posguerra es una de esas materias en que un novelista español puede trabajar hoy de manera más rica, más personal y más nuestra, y, por tanto, más universal.

«La guerra -dijo Isaac Montero a EL PALS- no es privativa de los españoles; la posguerra, sí. Ningún país ha presentado los rasgos de este dilatado período de coacción en que la mitad de los españoles vivían en territorio ocupado, en que tenían que reconvertir sus expectativas, sus proyectos, sus posiciones vitales, intelectuales y de todo tipo, a esa doble realidad de vencedores y vencidos.»«Además -dice Isaac Montero-, la posguerra se señala en ciertas aberraciones de la conducta, desviaciones nimias, escondidas, pero que revelan las peculiaridades de esta larga época. Nombrar la posguerra española me parecía, cuando empecé estos Documentos Secretos, y me sigue pareciendo ahora, no sólo un filón riquísimo, sino absolutamente necesario. Y no por ningún afán de desquite, sino por algo mucho más íntimo: la recuperación del recuerdo. La memoria, tanto al menos como la percepción de los sentidos, da la medida de nuestra identidad. Si te falta la memoria es difícil saber quién eres, qué quieres o qué rechazas. A mi modo de ver, la posguerra es ya un capítulo de la memoria de los españoles, y nombrarla es un deber de los escritores -suponiendo que los escritores tengan algún deber. »

Para Isaac Montero hace ya mucho que la época franquista se planteaba como el gran tema de la vida cultural española: «Creo sinceramente que mi interés como escritor por la posguerra española está bien enraizado en nuestra vida cultural. De un lado, como síntoma, el único best-seller español, que es Vizcaíno Casas, trata precisamente esta época. Y estamos asistiendo a la creación de un público que gusta de los trabajos de, por ejemplo, Daniel Sueiro, o todos esos ensayos sobre esta época. Es un público que a veces se limita a sacar del cajón el carnet del PSOE que escondía desde 1939, o ni siquiera: simplemente a recordar, cada uno a su manera. En cualquier caso, creo que es deber del escritor sacar ese monopolio de la mem.on a de la época de la ultraderecha, que hasta ahora, y concretamente el caso de Vizcaíno, la está manteníendo.»

La novela de la posguerra española, con todo, falta. Al menos esa novela que, como Pedro Páramo, de la revolución mexicana, cie rre el ciclo, diga la última palabra. «Bueno, hay novelas de la posguerra española. Por ejemplo, buen número de los novelistas de la llamada hasta hace poco tiempo generación del medio siglo, empezando por Benet, tienen las que, a mi modo de ver, son sus mejores novelas en torno a este tema, a estas zonas de la vida española. Por ejemplo, las de Marsé, de Luis Goytisolo, o Volverás a Región, o Señas de identidad .. »

Necesidad de un nombre propio cuenta, en un arco de tiempo que dura prácticamente todo el franquismo, la historia de un intelectual incipiente de izquierdas que termina siendo autor de novelas policíacas populares. «Y en ese proceso de cambio en las posibilidades y en las expectativas del personaje -dice Isaac Montero- funciona, tanto como su negativa a integrarse como intelectual en el país, la presión moral de toda la situación, de este país.»

Este es el cuarto relato de los incluIdos en los Documentos Secretos, aunque constituya el tercer volumen de éstos, que fueron comparados en algún momento con los Episodios Nacionales. «Y, por supuesto -dice Isaac Montero-, está articulado de algún modo con los otros. En principio, el tema, luego, esa búsqueda de la señal mínima, de las desviaciones de conducta de que hablábamos antes, y que han sido cotidianas en todos estos años. Y también, como en los otros, he intentado que el lector pueda leer apasionadamente, pendiente de los personales y de la historia, porque, para mí, si la novela no se lee apasionadamente, fracasa, pero al mismo tiempo he intentado que el relato mantenga una cierta distancia. Porque yo creo que la literatura es una forma de conocer la realidad y que sirve para transformarla. Al menos en los límites en que una percepción más rica puede ayudar a transformar la realidad. En cualquier caso -insiste-, para mí es una obsesión el que la novela se lea como si se tratara de una policial. »

«También -sigue Isaac Montero- le une a los otros tomos la aparición de un ensayo, que en este relato -que quizá narrativamente sea más complejo que otros- trata de los signos identificadores de los vencidos en la posguerra. Más que explicar la ficción -dice-, para mí, la función del ensayo está en presentar esas señales en este caso, o esos hechos de una manera más distante y analítica.»

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