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La oposición francesa sospecha del atlantismo de Giscard

Las autoridades oficiales francesas se vieron obligadas ayer a explicar que la reunión, el lunes próximo, en París, de altos funcionarios de Bélgica, Alemania Federal, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, «no es una reunión de cinco países de la Alianza Atlántica, sino de algunos de los países que, los próximos días 14 y 15, se reunirán en Bruselas para estudiar la financiación del plan Mobutu».Los gaullistás, inmediatamente, han visto un paso más hacia la «reotanización» de Francia. A nivel de relaciones Este-Oeste, los observadores franceses estiman que la efervescencia actual, a causa de la multitensión africana, no ha modificado esencialmente, por ahora, el statu quo de la distensión.

El «despertar» de los occidentales frente al peligro de «desestabilización» por la URSS y Cuba del continente africano, se ha concretado los dos últimos días con la reunión de la OTAN en Washington , que lanzó una «advertencia» a los soviéticos, y con la reunión de los cinco países occidentales, que se concertarán en París, el lunes próximo, para ayudar económica y militarmente a los países africanos amenazados por la «desestabilización».

Estos dos hechos han sido analizados en esta capital por algunos especialistas como peligrosos para la independencia de Europa occídental y, más especialmente, como un nuevo síntoma de acercamiento de la diplomacia del presidente, Valery Giscard d'Estaing, a la Alianza Atlántica. Francia abandonó este organismo en tiempos del genetal Charles de Gaulle y los gaullistas, como las fuerzas de la oposición, vigilan celosamente la independencia relativa consecuente. Todos ellos desconfían, del atlantismo giscardiano.

Varios especialistas consideran que la creación de una fuerza africana, de seguridad (de cuya realización nadie está aún seguro), antes o después, implica serios peligros para,los países de Europa occidental, ya que la referida fuerza crearía las condiciones de una confrontación global que forzaría la intervención de las potencias no africanas. Más concretamente, la Alianza Atlántica, acaudillada por Estados Unidos, se vería frente al Pacto de Varsovia, con la URSS a la cabeza.

La reunión del lunes próximo en París ha sido interpretada, en este orden de cosas, como un síntoma más palpable del «coqueteo» de Francia con la Alianza.

El palacio del Elíseo matizó anteanoche que, a pesar de que los cuatro países participantes, con Francia, pertenecen al organismo atlántico, «la reunión no tiene nada que ver con dicha organización». Pocas horas después, un portavoz de los gaullistas respondió: «A partir del momento en que Estados Unidos intervienen en esta reunión, aunque aseguren que no actuarán como líderes, existe una lógica interna de integración (en la Alianza) que se produce.» Los gaullistas desearían que el acercamiento africano-europeo se realizase dejando de lado a Estados Unidos.

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En un plano más general, la tensión Este-Oeste, como secuencia de los focos de tensión que se multiplican en Africa, no creen los expertos galos que, de momento, anuncie peligros serios para la paz. Brejnev, aludiendo a «las ingerencias cínicas de la OTAN en Zaire» habló anteayer de «guerra fresca». En Francia se evoca la «guerra templada». Y lo que parece más claro aún, a la luz de los acontecimientos, africanos, es que la coexistencia se mantendrá a costa de la multiplicación de los arsenales bélicos de los «dos grandes», a pesar de las recientes conferencias sobre el desarme y de las buenas intenciones del presidente galo, la semana pasada en las Naciones Unidas.

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