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Italia, democracia amenazada

La policía busca el cadáver de Aldo Moro

Juan Arias

En un comunicado dado a conocer ayer por las Brigadas Rojas se afirma que el cadáver de Aldo Moro, secuestrado por la organización terrorista el 16 de marzo, se encuentra en el fondo del lago. Duchesa, a unos 1.800 metros de la localidad de Cartores, en la provincia de Riete, entre el Lazio y los Abruzzos.

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El mensaje de las Brigadas ha conmovido a todos los sectores políticos del país y de Europa occidental. Anoche, el primer ministro francés, Raymod Barre, declaró al salir del palacio del Elíseo, donde había mantenido una entrevista de urgencia con el presidente Giscard d'Estaing, que la noticia «es trágica para la democracia europea».Aunque en París y en otras capitales europeas parecían confirmarse las informaciones sobre el asesinato del líder democristiano italiano, en Roma aún subsistían algunas dudas al respecto. El premier Giulio Andreotti mantuvo ayer una reunión con los directores de los diarios romanos y manifestó que en caso de que Moro estuviese ya muerto, su asesinato tiene que haberse producido hace por lo menos diez días, puesto que la nieve hace desde entonces intransitable la zona del Duchesa, a setenta kilómetros de Roma, y una gruesa capa de hielo cubre parte del lago.

En su séptimo comunicado, las Brigadas Rojas, siete de cuyos miembros fueron detenidos ayer en Turín, anuncian que la «ejecución» de Aldo Moro es sólo el comienzo de una larga serie de «suicidios». «El suicidio -explica la organización terrorista- no debe ser sólo una prerrogativa del grupo Baader Meinhof.» Según los expertos, el siniestro juego de palabras no deja lugar a dudas acerca de sus intenciones de secuestrar y «ejecutar» a otros dirigentes políticos italianos, entre los cuales, por lo demás, las Brigadas citan expresamente al primer ministro, Andreotti, y al ministro del Interior, Cossiga.

El mensaje de los terroristas está siendo sometido a un minucioso análisis y en él se advierten algunas diferencias en relación con los comunicados anteriores de las Brigadas: el texto es más reducido, el estilo ha sido modificado y, además, ha sido enviado sólo a Roma y no simultáneamente a Turín y otras capitales de provincia. Contiene, a la vez, dos faltas de ortografía y fue escrito, según los técnicos, en una máquina IBM distinta de la empleada para redactar los demás mensajes.

A media tarde de ayer, los principales jefes de la policía italiana y miembros de la magistratura se trasladaron en varios helicópteros al lago Duchesa, junto con un equipo de hombres-rana. El lago se encuentra en una región agreste del noreste y son necesarias más de dos horas de camino para llegar allí a pie desde la carretera más cercana. Durante las primeras pesquisas no se encontraron huellas en la nieve, y el lago, de sólo 500.000 metros cuadrados y 75 de profundidad, al pie de un monte de 2.000 metros, aparecía helado, tal como lo había indicado Andreotti en Roma. Al anochecer, los trabajos de búsqueda fueron suspendidos hasta la mañana de hoy. Pasa a la página 3

Fue descubieeta ayer una de las supustas "cárceles" de Moro

( Viene de la primera página )

Un importante refugio de las Brigadas Rojas ha sido descubierto, al parecer por casualidad, a las diez de la mañana de ayer, en el piso de la calle Gradoli, número 96, que es una travesía de la calle Cassia, una dejas grandes arterias que conducen a Roma desde el norte del país. Fueron los bomberos quienes dieron la alarma a la policía y a los carabineros. La vecina del piso de abajo, Nunzia Damiano, había advertido al administrador sobre una filtración de agua en el techo.

Cuando entraron los bomberos se encontraron con un evidente nido de terroristas. El piso, de dos habitaciones, baño y cocina, al cual no ha podido acercarse aún ningún periodista, había sido abandonado horas antes por alguien que dejó la ducha abierta. La policía ha encontrado en el lugar un verdadero arsenal: cajas de municiones, pistolas, ametralladoras automáticas y gran cantidad de víveres y plantas recién regadas.

Lo que ha hecho pensar que se trate de la primera prisión de Aldo Moro es no sólo la cercanía del piso respecto del lugar donde fue secuestrado, sino también una serie de objetos que coinciden perfectamente con las circunstancias del secuestro. La policía ha encontrado en este piso una serie de uniformes de la aviación semejantes a los que llevaban los terroristas el 16 de marzo; también unas tijeras para cortar metales como las que usó la joven brigadista para cortar la cadena de una cancela que impedía el paso a una calle privada, por la que escaparon aquella mañana los terroristas con su prisionero. Finalmente, hallaron varios vestidos de mujer, pelucas y una máquina de escribir IBM exactamente igual a la que han usado los terroristas durante este mes para escribir sus seis mensajes.

Misterioso inquilino

Sin duda, el piso fue abandonado ayer por la mañana, posiblemente al alba. La señora Damiano ha declarado que había oído pasos. El propietario del piso dice que lo había alquilado hace dos años a un señor de unos 35 años, «muy elegante», que se había presentado sólo por su apellido: Borghi. Pero los vecinos han visto durante este tiempo entrar en el piso sólo a un anciano, grueso, que raramente hablaba y que no había hecho amistad con ningún vecino. Cuando ya estaba llegando la policía, alguien ha visto escapar a toda velocidad una joven rubia en una moto Honda roja, como la que se vio también la mañana del secuestro.

La noticia

Mientras la policía acordonaba la calle Cassia y sus alrededores, las primeras imágenes de la «central» terrorista llegaban a la televisión; luego todos los programas se interrumpieron para dar la noticia de un nuevo comunicado, el número siete de las Brigadas, en el cual se anunciaba que Aldo Moro había sido ejecutado «mediante suicidio». El comunicado lo encontró el diario de Roma, Il Mesagero, en un cubo de la basura, en el barrio Gianicolo, después de la llamada telefónica de un brigadista, como ya es habitual. La noticia conmocionó a todas las fuerzas políticas del país. Los comunistas interrumpieron las deliberaciones de su comité ejecutivo, reunido desde anteayer, y Berlinguer se encaminó inmediatamente al palacio que ocupa la secretaría de la DC, en la Piazza del Gesu, para hablar con el secretario democristiano, Benigno Zaccagnini. En este mismo palacio, hace treinta años, De Gasperi esperaba el resultado de unas elecciones que darían el gran triunfo (trece millones de votos) a la Democracia Cristiana; triunfo para el que había colaborado el entonces joven catedrático católico Aldo Moro.

La gente de la calle que ha visto los grandes títulos de las primeras ediciones extraordinarias reacciona con inquietud y desprecio hacia las Brigadas. El mundo político se muestra consternado, nervioso, preocupado. Fundamentalmente aparece unido, aunque existen divergencias profundas en lo que se refiere a la posibilidad de tratar o no con las Brigadas Rojas en el caso de que Moro esté aún vivo, como han afirmado ayer en una entrevista con el Corriere Della Sera los abogados Giannino Guiso y Sergio Spazzali, dos letrados que han defendido otras veces a los brigadistas, que hicieron de intermediarios .en el secuestro del juez Sossi y que conocen muy bien el mundo de la extrema izquierda.

Estos abogados dicen que la condena a muerte de Moro podría ser sólo política, porque lo que intentan las Brigadas es un reconocimiento oficial como grupo «político» armado y no como «terroristas». Esto es lo que decía Moro en una de sus cartas, en la cual les llamaba «combatientes». Pero es esto, precisamente, lo que ha rechazado de plano toda la clase política italiana, sobre todo los comunistas, que aún ayer por la mañana, en la reunión de la dirección del partido, han afirmado que aceptar una negociación con la organización «significaría abrir la puerta al desmoronamiento del Estado».

Los comunistas, en un informe del senador Paolo Bufalini aprobado por la dirección del partido, no han hecho ninguna alusión explícita a la llamada humanitaria de la DC italiana a los órganos internacionales, y ha hablado sólo de la necesidad de «aislar el terrorismo»; una operación, ha dicho Bufalini, a la cual tienen que contribuir todos los ciudadanos: «Es necesario -señaló- que cada uno abra los ojos y mire a su alrededor.» Y esto -añade el senador comunista- «en todas partes, en el puesto de trabajo, las oficinas y las escuelas».

Los socialistas, cuyo secretario Bettino Craxi es el único jefe de partido -aparte de Zacagnini, secretario de la DC- que ha ido a visitar a la señora Moro, son menos drásticos que los comunistas y a5rman que «decir "no" a los brigadistas en todo significa condenar a muerte a Moro».

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